Pocos temas están tan abiertos a la especulación como la edad de un árbol. La edad de un árbol es una referencia obligada en los estudios epidométricos (conocer las tasas de crecimiento e incremento de los bosques) es decir, el árbol normalmente experimenta todos los años un crecimiento en diámetro y altura, derivándose una evolución o cambio en su forma externa por la acumulación de material en la especie en pie.
Sabemos que existen muchos casos de árboles grandes que se les considera milenarios sin ninguna base fundamentada. Pero tener más o menos años no es exclusivo de un capricho de la naturaleza ni siquiera de la suerte o de la opinión de la gente, en la edad influyen muchos parámetros, siendo uno de los más importantes la especie de árbol del que se trate.
La edad de una planta suele variar en función de muchos parámetros como el tipo de especie, las condiciones meteorológicas y los cuidados que tenga. La edad de las plantas anuales y bienales es fácil de medir, pero cuando encontramos grandes árboles calcular su edad resulta complejo, en estos casos existen varias técnicas:
Contando los anillos, los espirales del árbol, usando la barrena de pressler (Taladro hueco con boca cortante, que se utiliza para extraer muestras cilíndricas de madera, con objeto de medir el espesor de los anillos de crecimiento o su número o multiplicando el diámetro del árbol por el factor de crecimiento.
Sin embargo, en algunos casos la edad resulta alterada por la presencia de falsos anillos, los que son ocasionados por condiciones adversas, como la anticipación de las lluvias, formándose una segunda zona de primavera más estrecha que la primera, así resulta duplicado el anillo anual.
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Heidy Wagner Laclette
