/ miércoles 7 de abril de 2021

Contraluz | Mari Trini

La lucha de la mujer por la igualdad y la vindicación de derechos inalienables tiene por fortuna cada vez mayor acogida, aunque paralelamente mayor violencia de la minoría opositora.

Esta lucha de la mujer tiene en la literatura, el arte y la cultura, uno de sus principales ejes pues entraña justicia, racionalidad, discernimiento y sensibilidad.

Hoy quiero referirme en especial a la autora y compositora española Mari Trini quien marcó una época con su guitarra y su canto; quien visitó y actuó en México en varias ocasiones y quien, hace exactamente 12 años, el 6 de abril de 2009, falleció a los 61 años por cáncer de pulmón, cuando preparaba su concierto de despedida. Cuando España se adentraba en su transición política, económica y social en los últimos días de Francisco Franco, surgió Mari Trini, mujer que con claridad y fineza insinuó nuevos tiempos en el horizonte que se acercaba. Nacida en 1947, se distinguió como autora e ícono de una nueva generación que supo llevar con largueza y calidad, razón, música y canto al terreno de la defensa de la mujer y su justa promoción de igualdad.

A lo largo de su carrera Mari Trini había vendido más de 10 millones de discos en España, Francia y Latinoamérica en más de 20 producciones discográficas.

Su vida no había sido fácil, aunque no le faltaron luces. Nacida en Caravaca de la Cruz, Murcia, el 12 de julio de 1947 hubo de pasar gran parte de su infancia, de los siete a los 13 años, en el hospital debido a una nefritis.

A los quince años se fue de su casa al parecer por diferencias con su madre. Sus padres se habían separado años atrás.

“Tozuda, violenta e independiente radical", dedicó esos años a "leer por puro placer, estudiar Bachillerato y música, y a escribir".

A los 16 años, en Madrid, fue al Nicha's, el local del director cinematográfico Nicholas Ray –Rebelde sin Causa, Rey de Reyes, 55 días en Pekín- quien la llevó a estudiar arte dramático en Londres.

Aseguraba: “allí mantuve largos diálogos con Paul McCartney, no era famoso y éramos unos críos”. Más tarde, fue a París con Ray, quien un día “se esfumó”; y entonces “me lancé a cantar en las terrazas del

Quartier Latin, donde conocí a personajes conmovedores, como Jacques Brel, con quien charlé un día mientras le dábamos a la cerveza”.

Tras la muerte de su padre retornó a España donde en 1969 lanzó su primer disco y en 1970 el segundo que resultó un gran éxito con canciones como “Amores”, “El Vals del Otoño” y otras más que fueron clave en la evolución de la música iberoamericana incluyendo además temas en francés como “Ne me quitte pas” y “La Fannette” de Jacques Brel, y “Mi Lord” de Mustaki.

Su legado incluye éxitos como “Cuando me acaricias”, “Un hombre marchó”, “En una noche callada”, “Una estrella en mi jardín” o “Yo no soy ésa” y “Ayúdala”, temas que se definieron como “románticos” o “de amor”, pero que insinuaban muchas veces infidencias, tragedias y desamor.

Ciertamente en torno a ella rondaba el misterio, y al parecer le gustaba. En un principio vestía siempre prendas largas que la cubrían de pies a cabeza, tanto que llegó a decirse que posiblemente por su enfermedad había quedado coja o hasta que tenía una prótesis en una pierna, lo cual desmintió plenamente cuando permitió aparecer sin prenda alguna en la revista “Interview”.

Pero además era mecánica y, era cierto, Mari Trini disfrutaba desmontando y montando automotores.

Vivió casi siempre en Madrid, aunque se instaló en Sant Pol de Mar durante algún tiempo. Visitaba Barcelona a menudo y más de una vez se dejó caer por el mítico Daniel’s.

Pasó el último año de su vida en una urbanización de las afueras de Murcia componiendo, escribiendo y preparando el concierto de despedida que no pudo dar. Otros proyectos se le quedaron también en el tintero, como dirigir el futuro “Teatro Auditorio de Mari Trini” que se proyectaba en su Murcia natal o publicar un libro de poemas de denuncia que habría titulado “Poemas atípicos”.

Ciertamente casi todo lo que hacía Mari Trini tenía una causa, generalmente en pro de la defensa de la mujer o para enfrentarse a los rumores sobre su persona. Nunca respondió al viejo estereotipo de feminidad. Incluso uno de sus temas, “Ayúdala”, fue censurado en Argentina por considerar que retrataba “una relación amorosa a tres bandas”.

Su activismo feminista le valió el premio "Lucha por la Igualdad”, que le fue concedido en el año 2008 por la Comunidad Autónoma de Murcia.

Fue la primera mujer que apareció en Televisión Española llevando jeans lo que le atrajo abucheos.

Recatada, solía vestir de blanco o de negro sin exhibir su físico. Quería que el público la valorara por lo que cantaba y cómo lo cantaba.

Su última producción fue un disco con Los Panchos en el que cantaba canciones mexicanas y otras de su creación. Lamentablemente, deslizó en una ocasión, había sido estafada por la casa productora del CD.

La recordé ahora por su lucha por la igualdad de la mujer, por su seriedad y recato en el empeño, por su fuerza y calidad creativa, por sus canciones y porque con amigos en muchas veladas queretanas cantamos cosas de ella como “Amores”, “Déjame Soñar”, “En una Noche Callada”, “El Vals del Otoño” y muchas más.

La lucha de la mujer por la igualdad y la vindicación de derechos inalienables tiene por fortuna cada vez mayor acogida, aunque paralelamente mayor violencia de la minoría opositora.

Esta lucha de la mujer tiene en la literatura, el arte y la cultura, uno de sus principales ejes pues entraña justicia, racionalidad, discernimiento y sensibilidad.

Hoy quiero referirme en especial a la autora y compositora española Mari Trini quien marcó una época con su guitarra y su canto; quien visitó y actuó en México en varias ocasiones y quien, hace exactamente 12 años, el 6 de abril de 2009, falleció a los 61 años por cáncer de pulmón, cuando preparaba su concierto de despedida. Cuando España se adentraba en su transición política, económica y social en los últimos días de Francisco Franco, surgió Mari Trini, mujer que con claridad y fineza insinuó nuevos tiempos en el horizonte que se acercaba. Nacida en 1947, se distinguió como autora e ícono de una nueva generación que supo llevar con largueza y calidad, razón, música y canto al terreno de la defensa de la mujer y su justa promoción de igualdad.

A lo largo de su carrera Mari Trini había vendido más de 10 millones de discos en España, Francia y Latinoamérica en más de 20 producciones discográficas.

Su vida no había sido fácil, aunque no le faltaron luces. Nacida en Caravaca de la Cruz, Murcia, el 12 de julio de 1947 hubo de pasar gran parte de su infancia, de los siete a los 13 años, en el hospital debido a una nefritis.

A los quince años se fue de su casa al parecer por diferencias con su madre. Sus padres se habían separado años atrás.

“Tozuda, violenta e independiente radical", dedicó esos años a "leer por puro placer, estudiar Bachillerato y música, y a escribir".

A los 16 años, en Madrid, fue al Nicha's, el local del director cinematográfico Nicholas Ray –Rebelde sin Causa, Rey de Reyes, 55 días en Pekín- quien la llevó a estudiar arte dramático en Londres.

Aseguraba: “allí mantuve largos diálogos con Paul McCartney, no era famoso y éramos unos críos”. Más tarde, fue a París con Ray, quien un día “se esfumó”; y entonces “me lancé a cantar en las terrazas del

Quartier Latin, donde conocí a personajes conmovedores, como Jacques Brel, con quien charlé un día mientras le dábamos a la cerveza”.

Tras la muerte de su padre retornó a España donde en 1969 lanzó su primer disco y en 1970 el segundo que resultó un gran éxito con canciones como “Amores”, “El Vals del Otoño” y otras más que fueron clave en la evolución de la música iberoamericana incluyendo además temas en francés como “Ne me quitte pas” y “La Fannette” de Jacques Brel, y “Mi Lord” de Mustaki.

Su legado incluye éxitos como “Cuando me acaricias”, “Un hombre marchó”, “En una noche callada”, “Una estrella en mi jardín” o “Yo no soy ésa” y “Ayúdala”, temas que se definieron como “románticos” o “de amor”, pero que insinuaban muchas veces infidencias, tragedias y desamor.

Ciertamente en torno a ella rondaba el misterio, y al parecer le gustaba. En un principio vestía siempre prendas largas que la cubrían de pies a cabeza, tanto que llegó a decirse que posiblemente por su enfermedad había quedado coja o hasta que tenía una prótesis en una pierna, lo cual desmintió plenamente cuando permitió aparecer sin prenda alguna en la revista “Interview”.

Pero además era mecánica y, era cierto, Mari Trini disfrutaba desmontando y montando automotores.

Vivió casi siempre en Madrid, aunque se instaló en Sant Pol de Mar durante algún tiempo. Visitaba Barcelona a menudo y más de una vez se dejó caer por el mítico Daniel’s.

Pasó el último año de su vida en una urbanización de las afueras de Murcia componiendo, escribiendo y preparando el concierto de despedida que no pudo dar. Otros proyectos se le quedaron también en el tintero, como dirigir el futuro “Teatro Auditorio de Mari Trini” que se proyectaba en su Murcia natal o publicar un libro de poemas de denuncia que habría titulado “Poemas atípicos”.

Ciertamente casi todo lo que hacía Mari Trini tenía una causa, generalmente en pro de la defensa de la mujer o para enfrentarse a los rumores sobre su persona. Nunca respondió al viejo estereotipo de feminidad. Incluso uno de sus temas, “Ayúdala”, fue censurado en Argentina por considerar que retrataba “una relación amorosa a tres bandas”.

Su activismo feminista le valió el premio "Lucha por la Igualdad”, que le fue concedido en el año 2008 por la Comunidad Autónoma de Murcia.

Fue la primera mujer que apareció en Televisión Española llevando jeans lo que le atrajo abucheos.

Recatada, solía vestir de blanco o de negro sin exhibir su físico. Quería que el público la valorara por lo que cantaba y cómo lo cantaba.

Su última producción fue un disco con Los Panchos en el que cantaba canciones mexicanas y otras de su creación. Lamentablemente, deslizó en una ocasión, había sido estafada por la casa productora del CD.

La recordé ahora por su lucha por la igualdad de la mujer, por su seriedad y recato en el empeño, por su fuerza y calidad creativa, por sus canciones y porque con amigos en muchas veladas queretanas cantamos cosas de ella como “Amores”, “Déjame Soñar”, “En una Noche Callada”, “El Vals del Otoño” y muchas más.