ERROR. La indiferencia del gobierno hacia el desfile obrero es producto de la desconfianza sembrada por los sindicatos. Porque, ni tan aliados como decían, en 4 años los dirigentes nunca dejaron de imponer amenazas pese al apoyo que recibían en aras de la paz laboral y de la gobernabilidad. El colmo fue la última exigencia, casi un chantaje: que despidan al secretario del Trabajo, José Luis Aguilera, para tenerlos contentos a ellos. Y la liga se rompió.
DIVIDIDOS. Confirmado ya que el desfile no tiene la bendición de Francisco Domínguez, es cosa de días que la Alianza Sindical lo cancelará debido a una seria división interna, pues varios de sus integrantes reprueban la estrategia tomada en un estado de paz como Querétaro, con 19 años sin una huelga industrial.