/ martes 9 de julio de 2019

Cuarto de Guerra

PRISAS. Si de veras Alejandro López Franco quiere cumplir lo que prometió (¡y que le encargaron mucho!) de hacer funcionar ese trabuco llamado Qrobús, entonces que el director del Instituto Queretano del Transporte eche una llamadita a León, Guanajuato, porque resulta que su sistema de transporte (el de allá) es tan eficiente y barato que ya hasta quieren vender franquicias; sí, así como se venden franquicias de las taquerías El Pata o de las neverías La Michoacana. Quién sabe, a lo mejor comprar eso es la solución para dejar de meter millones y millones de pesitos a un negocio privado que nomás no arranca y ya se viene la época electoral. ¿O a qué se está esperando?

BANDERAZO. Otra bombita por estallar es el taxímetro que ni López Franco (ni nadie) ha querido aplicar, dando largas desde hace un año para ponerlo como obligatorio porque, como toda modernización, no es del agrado de los taxistas a quienes nadie quiere hacer enojar. Y ahí está el tema, junto al de los Uber, esperando las vísperas de campañas para que alguien la haga de tos, que paralicen la ciudad y que al final, ya politizado el asunto, jamás se resuelva. La historia de siempre.

SOLO. Con tantos temas juntos, y todos tan prioritarios para la percepción sobre la eficacia gubernamental, no parece buena idea querer hacer de López Franco el “hombre orquesta” del gabinete. Ya se le juntó la chamba.

PRISAS. Si de veras Alejandro López Franco quiere cumplir lo que prometió (¡y que le encargaron mucho!) de hacer funcionar ese trabuco llamado Qrobús, entonces que el director del Instituto Queretano del Transporte eche una llamadita a León, Guanajuato, porque resulta que su sistema de transporte (el de allá) es tan eficiente y barato que ya hasta quieren vender franquicias; sí, así como se venden franquicias de las taquerías El Pata o de las neverías La Michoacana. Quién sabe, a lo mejor comprar eso es la solución para dejar de meter millones y millones de pesitos a un negocio privado que nomás no arranca y ya se viene la época electoral. ¿O a qué se está esperando?

BANDERAZO. Otra bombita por estallar es el taxímetro que ni López Franco (ni nadie) ha querido aplicar, dando largas desde hace un año para ponerlo como obligatorio porque, como toda modernización, no es del agrado de los taxistas a quienes nadie quiere hacer enojar. Y ahí está el tema, junto al de los Uber, esperando las vísperas de campañas para que alguien la haga de tos, que paralicen la ciudad y que al final, ya politizado el asunto, jamás se resuelva. La historia de siempre.

SOLO. Con tantos temas juntos, y todos tan prioritarios para la percepción sobre la eficacia gubernamental, no parece buena idea querer hacer de López Franco el “hombre orquesta” del gabinete. Ya se le juntó la chamba.

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