NECEDAD. Ya sabes a quién se refiere el secretario de Hacienda con eso de que “…en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento”, cuando alguien le contesta que “como es un cambio, una transformación, pues a veces no se entiende que no podemos seguir con las mismas estrategias” y que “no se puede poner vino nuevo en botellas viejas”.
EXTREMISMO. Igual, cuando sugiere cierto fanatismo con eso de que “estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia… y libre de todo extremismo, sea de derecha o izquierda. Sin embargo, las convicciones anteriores no encontraron eco”, ya sabemos de quién es el saco porque es el mismo que le contesta: “Tenemos el compromiso de cambiar la política económica que se ha venido imponiendo desde hace 36 años…” ¡Y además presume “buenos resultados”!
ME CANSO. Por último, cuando Carlos Urzúa se quejó de que “me resultó inaceptable la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”, ya sabes quién fue su dolor de cabeza porque es quien de inmediato le respondió, acusándolo con todo respeto, de “rechinar” por la transformación del país. En los 3 casos la respuesta es la misma: descalificación. Y la misma persona.