RETO. Francisco Domínguez hizo valer el interés de la economía local por encima de la grilla o de beneficios personales, anunciando que desde el próximo miércoles iniciará la gradual reapertura de algunos establecimientos y pasar el semáforo sanitario a color naranja. Porque con todo el mapa nacional en rojo, a excepción de Tamaulipas, para el gobernador de Querétaro lo más sencillo y sin confrontaciones con el Presidente era esperar a que el Gobierno federal cambiara de color las cosas, pero eso va para largo y acá la presión de las familias y las empresas por reanudar labores es mucha. Pancho Domínguez se la jugó apostando a que los queretanos serán responsables y que no bajarán la guardia en la lucha contra el coronavirus, que es de todos, y además repartirá apoyos por 250 millones de pesos a pequeñas empresas.
RESPETO. Precisamente para cuidar relaciones con el Palacio Nacional, donde tejió fino durante su presidencia en Conago, Domínguez había sido cuidadoso de no embarcarse en grupos de abierta oposición a Andrés Manuel López Obrador, como por ejemplo ese que hizo el mandatario de Jalisco, Enrique Alfaro, tras los desmanes que le montaron. Pero una vez más fue mal correspondido, porque el Presidente no ve prudencias ni cortesías, y de todas formas Querétaro fue incluido en la lista de enemigos que es ese chiste de “revelación” de Bloque Opositor Amplio (BOA) que inventó para seguir echándole la culpa a alguien.
PREOCUPADO. Con estos hechos Francisco Domínguez refrenda su compromiso de ver por el bienestar de Querétaro y de luchar cuanto antes por la reactivación económica, porque la crisis se ve, además de muy cercana, bastante “cañona”.
