/ lunes 20 de enero de 2020

Desde la Izquierda

Pongámonos serios


La importancia con la que pretende Andrés Manuel López Obrador de que veamos un cambio histórico que se le ha llamado la Cuarta Transformación, se rompe al momento mismo en que surgen las ocurrencias para resolver temas de fondo que él mismo puso como símbolos de la corrupción y excesos en sexenios anteriores que evidenciaron a una clase política descompuesta mezclada en los negocios enriqueciéndose escandalosamente.

Hay políticas públicas que se pusieron en marcha en esta administración que pueden marcar un antes y un después en la ética y moralidad de la función pública, que puede impactar en una nueva ciudadanía con una percepción diferente de los políticos, en la que se dignifique el oficio y regrese la confianza en el gobernante.

El huachicoleo en gasolina y medicamentos, el aeropuerto, la evasión al fisco, el combate a la corrupción, la relación con los medios de comunicación y los negocios al amparo del poder, son solo algunos de los temas que ha logrado mediatizar el Presidente, pero que al mismo tiempo se ha tomado a manera de desdén y chacoteo descalificando las acciones por parte de la opinión pública, las redes sociales y medios de comunicación, por la forma en que han sido abordados y los resultados tan cuestionados.

Pero, ¿a qué se debe el pitorreo a las acciones del gobierno? A que también existen ocurrencias, falta de seriedad, inexperiencia y la ausencia de perfiles idóneos que le ayuden al Presidente. Lo que representó para los mexicanos una compra de 218 millones de dólares (2900 millones de pesos), más el pago de deuda e intereses de 1833 millones de pesos, un remanente de pago al 2027 de 2 mil 724 millones de pesos y el mantenimiento y resguardo del avión presidencial en Estados Unidos que fue de 30 millones de pesos, hace de esto un asunto muy serio para todos como para que bananeramente se salga con la ocurrencia de rifarlo, a pesar de lo que jurídica, política, social y financieramente implique ello.

Qué necesidad existe de banalizar los asuntos de importancia que fueron plataforma electoral en 2018 e incluso trending topic cuando se inmortalizó aquella expresión de que “ni Obama lo tiene”, o con el tema del aeropuerto de Texcoco, que representó un costo de 100.000 millones de pesos tirados a la basura y próximo a ser inundado para sepultar un símbolo de corrupción, en el que no se niega los negocios atrás de ello, pero en el que también existían otras soluciones.

Son estas decisiones las que hacen que no se alcance a ver la profundidad que tiene una transformación del país como lo fue la independencia, la reforma y la revolución. La comidilla y la simpleza está en el estilo y la seriedad con que se gobierna. Pongamos atención, el tema es la reforma penal.

Ulises Gómez de la Rosa

Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

Face book @Ulises Gómez R

Twitter @Ulisesgrmx

Pongámonos serios


La importancia con la que pretende Andrés Manuel López Obrador de que veamos un cambio histórico que se le ha llamado la Cuarta Transformación, se rompe al momento mismo en que surgen las ocurrencias para resolver temas de fondo que él mismo puso como símbolos de la corrupción y excesos en sexenios anteriores que evidenciaron a una clase política descompuesta mezclada en los negocios enriqueciéndose escandalosamente.

Hay políticas públicas que se pusieron en marcha en esta administración que pueden marcar un antes y un después en la ética y moralidad de la función pública, que puede impactar en una nueva ciudadanía con una percepción diferente de los políticos, en la que se dignifique el oficio y regrese la confianza en el gobernante.

El huachicoleo en gasolina y medicamentos, el aeropuerto, la evasión al fisco, el combate a la corrupción, la relación con los medios de comunicación y los negocios al amparo del poder, son solo algunos de los temas que ha logrado mediatizar el Presidente, pero que al mismo tiempo se ha tomado a manera de desdén y chacoteo descalificando las acciones por parte de la opinión pública, las redes sociales y medios de comunicación, por la forma en que han sido abordados y los resultados tan cuestionados.

Pero, ¿a qué se debe el pitorreo a las acciones del gobierno? A que también existen ocurrencias, falta de seriedad, inexperiencia y la ausencia de perfiles idóneos que le ayuden al Presidente. Lo que representó para los mexicanos una compra de 218 millones de dólares (2900 millones de pesos), más el pago de deuda e intereses de 1833 millones de pesos, un remanente de pago al 2027 de 2 mil 724 millones de pesos y el mantenimiento y resguardo del avión presidencial en Estados Unidos que fue de 30 millones de pesos, hace de esto un asunto muy serio para todos como para que bananeramente se salga con la ocurrencia de rifarlo, a pesar de lo que jurídica, política, social y financieramente implique ello.

Qué necesidad existe de banalizar los asuntos de importancia que fueron plataforma electoral en 2018 e incluso trending topic cuando se inmortalizó aquella expresión de que “ni Obama lo tiene”, o con el tema del aeropuerto de Texcoco, que representó un costo de 100.000 millones de pesos tirados a la basura y próximo a ser inundado para sepultar un símbolo de corrupción, en el que no se niega los negocios atrás de ello, pero en el que también existían otras soluciones.

Son estas decisiones las que hacen que no se alcance a ver la profundidad que tiene una transformación del país como lo fue la independencia, la reforma y la revolución. La comidilla y la simpleza está en el estilo y la seriedad con que se gobierna. Pongamos atención, el tema es la reforma penal.

Ulises Gómez de la Rosa

Correo: ulisesgrmx@yahoo.com.mx

Face book @Ulises Gómez R

Twitter @Ulisesgrmx

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