/ domingo 10 de marzo de 2019

El Cronista Sanjuanense

Máxima heroína

El 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, que se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. Es un buen momento, pensé, para contar una historia sobre la máxima heroína de México, doña Josefa Ortiz de Domínguez.

Casi nadie sabe que el traslado de los restos de la máxima heroína de la Independencia se dio gracias a la iniciativa del Ayuntamiento de San Juan del Río, que emitió, a su vez, al gobernador del estado de Querétaro. Esto es cierto. Da cuenta de ello el acta de cabildo de fecha 13 de noviembre de 1882, con el objeto de tributar homenaje de respeto y consideración a ella, por haber prestado grandes servicios a la Patria y a la humanidad. El gobernador tomó la palabra al Ayuntamiento sanjuanense e inició las tareas para lograr el tan atractivo tema desde la capital Santiago de Querétaro.

Los restos de la heroína más grande que haya tenido México, doña Josefa Ortiz de Domínguez, descansaban bajo el altar de Dolores en el templo de Santa Catarina de Siena en la Ciudad de México, lugar donde estuvo presa por causa de la conspiración. En 1882, el gobernador de Querétaro, Francisco González de Cosío gestionó un decreto para que sus restos fueran trasladados para su final reposo en la ciudad de Santiago de Querétaro en 1882. Una comitiva se dirigió a los deudos de la que fue esposa del corregidor Miguel Domínguez Alemán con ese objetivo, acto que se logró hasta 1894, en octubre, depositando tan estimables cenizas en el hoy Panteón de los Queretanos Ilustres. Es este antiguo panteón de La Cruz el que las guarda en un hermoso mausoleo que destaca justo en el centro de su espacio.

El traslado de los restos de doña Josefa se hizo en un vagón especial. En el vagón se transformó en capilla fúnebre, elegantemente adornada con moños de crespón negro. En el centro de este vagón había un zócalo, y sobre de él, la bandera tricolor y, sobre todo esto, la urna forrada de negro que contenía sus restos. Este vagón solo hizo una parada durante todo el trayecto, desde su salida de la estación del ferrocarril de Buenavista; fue la única parada en la ciudad de San Juan del Río.

Llegó el tren a la antigua estación de San Juan del Río el domingo 21 de octubre de 1894, al medio día. La ciudad acudió en masa a presentar sus respetos a tan querida dama. La música militar, al llegar el tren al andén de la estación, tocó el Himno Nacional. Frente al tren se encontraba en desplegada, una compañía de rurales que tocaban con sus trompetas la Marcha de Honor. El Ayuntamiento y las autoridades estuvieron presentes para mostrar su fiel agradecimiento a la heroína de la Independencia. No faltaron las sociedades obreras, el comercio y las escuelas, que en actitud de sumo respeto, formaban vallas.

Un grupo de más de cuarenta damas de la sociedad sanjuanense estuvieron presentes a saludar a la dama más gloriosa de México. Todas ellas, vestidas de riguroso luto, entraron en el vagón fúnebre y fueron depositando, una por una, coronas de flores naturales al pie de la urna.

Homenajes siguieron por parte de las autoridades civiles tanto de San Juan del Río como de Tequisquiapan; poesías, alocuciones, ofrendas florales, en fin, muestras de cariño con las que terminó el tributo a la egregia señora. Después de ello, comenzó a rodar el ferrocarril que llevara a su destino final sus restos. Posterior a esta grandiosa y solemne ceremonia en San Juan del Río, llegó este tren a la estación de Querétaro, desde donde fueron trasladados al Palacio Municipal para rendirle los debidos honores. Después, en desfile, se dirigieron al panteón de La Cruz para dar final sepulcro a la máxima heroína.

Doña Josefa Ortiz de Domínguez falleció el 2 de marzo de 1829, hace 190 años, en la Ciudad de México. Hoy la urna en la que fueron trasladados sus restos está expuesta en el Museo Regional de Querétaro, en la sala dedicada a Querétaro en la Historia Mexicana.

Máxima heroína

El 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, que se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre. Es un buen momento, pensé, para contar una historia sobre la máxima heroína de México, doña Josefa Ortiz de Domínguez.

Casi nadie sabe que el traslado de los restos de la máxima heroína de la Independencia se dio gracias a la iniciativa del Ayuntamiento de San Juan del Río, que emitió, a su vez, al gobernador del estado de Querétaro. Esto es cierto. Da cuenta de ello el acta de cabildo de fecha 13 de noviembre de 1882, con el objeto de tributar homenaje de respeto y consideración a ella, por haber prestado grandes servicios a la Patria y a la humanidad. El gobernador tomó la palabra al Ayuntamiento sanjuanense e inició las tareas para lograr el tan atractivo tema desde la capital Santiago de Querétaro.

Los restos de la heroína más grande que haya tenido México, doña Josefa Ortiz de Domínguez, descansaban bajo el altar de Dolores en el templo de Santa Catarina de Siena en la Ciudad de México, lugar donde estuvo presa por causa de la conspiración. En 1882, el gobernador de Querétaro, Francisco González de Cosío gestionó un decreto para que sus restos fueran trasladados para su final reposo en la ciudad de Santiago de Querétaro en 1882. Una comitiva se dirigió a los deudos de la que fue esposa del corregidor Miguel Domínguez Alemán con ese objetivo, acto que se logró hasta 1894, en octubre, depositando tan estimables cenizas en el hoy Panteón de los Queretanos Ilustres. Es este antiguo panteón de La Cruz el que las guarda en un hermoso mausoleo que destaca justo en el centro de su espacio.

El traslado de los restos de doña Josefa se hizo en un vagón especial. En el vagón se transformó en capilla fúnebre, elegantemente adornada con moños de crespón negro. En el centro de este vagón había un zócalo, y sobre de él, la bandera tricolor y, sobre todo esto, la urna forrada de negro que contenía sus restos. Este vagón solo hizo una parada durante todo el trayecto, desde su salida de la estación del ferrocarril de Buenavista; fue la única parada en la ciudad de San Juan del Río.

Llegó el tren a la antigua estación de San Juan del Río el domingo 21 de octubre de 1894, al medio día. La ciudad acudió en masa a presentar sus respetos a tan querida dama. La música militar, al llegar el tren al andén de la estación, tocó el Himno Nacional. Frente al tren se encontraba en desplegada, una compañía de rurales que tocaban con sus trompetas la Marcha de Honor. El Ayuntamiento y las autoridades estuvieron presentes para mostrar su fiel agradecimiento a la heroína de la Independencia. No faltaron las sociedades obreras, el comercio y las escuelas, que en actitud de sumo respeto, formaban vallas.

Un grupo de más de cuarenta damas de la sociedad sanjuanense estuvieron presentes a saludar a la dama más gloriosa de México. Todas ellas, vestidas de riguroso luto, entraron en el vagón fúnebre y fueron depositando, una por una, coronas de flores naturales al pie de la urna.

Homenajes siguieron por parte de las autoridades civiles tanto de San Juan del Río como de Tequisquiapan; poesías, alocuciones, ofrendas florales, en fin, muestras de cariño con las que terminó el tributo a la egregia señora. Después de ello, comenzó a rodar el ferrocarril que llevara a su destino final sus restos. Posterior a esta grandiosa y solemne ceremonia en San Juan del Río, llegó este tren a la estación de Querétaro, desde donde fueron trasladados al Palacio Municipal para rendirle los debidos honores. Después, en desfile, se dirigieron al panteón de La Cruz para dar final sepulcro a la máxima heroína.

Doña Josefa Ortiz de Domínguez falleció el 2 de marzo de 1829, hace 190 años, en la Ciudad de México. Hoy la urna en la que fueron trasladados sus restos está expuesta en el Museo Regional de Querétaro, en la sala dedicada a Querétaro en la Historia Mexicana.