/ domingo 28 de abril de 2019

El Cronista Sanjuanense

Fundación según San Luis Montañez


El hoy territorio de Querétaro ha sido ocupado desde la antigüedad por diversos grupos étnicos; entre los primeros destacan los otomíes, que poblaron la amplia zona que rodea la cuenca de México y comprende los actuales estados de Hidalgo, México y Querétaro; también hubo presencia de teotihuacanos y toltecas, pero, más tarde, en torno a los siglos XIV y XV, fueron desplazados por los chichimecas y hay incursiones de purépechas y mexicas. Con la caída de Tenochtitlán en 1521, se acentuaron las migraciones de otomíes al Bajío.

El otomí Mexici asentó a su población al sur de la actual ciudad de San Juan del Río, en lo que llamaron Iztacchichimecapan, quien entró en contacto con el mercader Conin (Conni, después llamado Fernando de Tapia) y éste con Nicolás de San Luis Montañez, “capitán general e indio cacique principal que se decía descendiente de los reyes y emperadores de la Provincia de Tula y Jilotepec”. Este fue un personaje importante en la historia de San Juan del Río, fue un cacique indígena de Tula (Hidalgo), conquistador y colonizador en apoyo de España. El estuvo en San Juan del Río al momento de la mítica fundación el 24 de junio de 1531, se dice, que con la ayuda de mexicas, tlaxcaltecas y en menor número españoles, formó un ejército de más de veinticinco mil soldados “con el fin de pacificar y cristianizar las tierras”.

En la Relación de Méritos de don Nicolás de San Luis Montañez, se relata sobre el día de esta fundación.

Los 25 mil 329 soldados llegaron “al cerro [...] junto al río”, donde esperaron a la festividad de San Juan Bautista “para ponerle ese nombre a la nueva población, en cuya fundación no hubo derramamiento de sangre, ni se intentó hacer alguna escaramuza”, llegaron y tomaron la posesión del lugar el 24 de junio de 1531 y celebraron una misa, posteriormente el fiscal mayor -posiblemente haya sido alguno de los indios principales acompañantes de San Luis Montañez- dijo que era día de San Juan Bautista, y que en el paraje donde estaban, había unos ojos de agua, así que por lo tanto debía ser allí fundado el pueblo, y que debería llamarse San Juan del Río, por el caudaloso que pasa a sus orillas. Con júbilo gritaron “¡Pueblo de San Juan del Río, en nombre de Dios Nuestro Señor, del Cielo y de la Tierra, quedas fundado!”. Así declaró formalmente la fundación de San Juan del Río.

A las dos de la tarde se hizo el paseo a pie y a caballo para trazar el fundo legal y trazaron las cuatro calles principales de sus ángulos y cuatro más al partir estas cuadras por el medio, convirtiéndose en ocho, según las ordenanzas reales. La nueva población debía tener dos mil quinientas varas cuadradas. Seguidamente pusieron unas cruces de sabino verde en cada una de las esquinas como señales del fundo y en ese momento el capitán general Nicolás de San Luis Montañéz ordenó hacer repicar dos campanas que traían consigo, al igual que los clarines y los tambores de guerra. El abanderado que portaba la bandera blanca de paz, también acompañó a la comitiva que recorrió dicho fundo, acompañando también este recorrido el capitán general y el padre fray Juan Bautista, al que se le dio el nombre de conquistador.

Los pacificadores llegaron a un lugar habitado por gente de su mismo origen, y seguramente conocidos. No hubo derrame de sangre, llegaron y asentaron tranquilamente a sus soldados, es de comprenderse que así fuera, porque los pacíficos habitantes de esa pequeña población nunca podrían rivalizar con la increíble cifra de veinticinco mil y tantos hombres de guerra. Mexici fue bautizado, le pusieron Juan, dejándole como apellido su nombre en la gentilidad.

Fundación según San Luis Montañez


El hoy territorio de Querétaro ha sido ocupado desde la antigüedad por diversos grupos étnicos; entre los primeros destacan los otomíes, que poblaron la amplia zona que rodea la cuenca de México y comprende los actuales estados de Hidalgo, México y Querétaro; también hubo presencia de teotihuacanos y toltecas, pero, más tarde, en torno a los siglos XIV y XV, fueron desplazados por los chichimecas y hay incursiones de purépechas y mexicas. Con la caída de Tenochtitlán en 1521, se acentuaron las migraciones de otomíes al Bajío.

El otomí Mexici asentó a su población al sur de la actual ciudad de San Juan del Río, en lo que llamaron Iztacchichimecapan, quien entró en contacto con el mercader Conin (Conni, después llamado Fernando de Tapia) y éste con Nicolás de San Luis Montañez, “capitán general e indio cacique principal que se decía descendiente de los reyes y emperadores de la Provincia de Tula y Jilotepec”. Este fue un personaje importante en la historia de San Juan del Río, fue un cacique indígena de Tula (Hidalgo), conquistador y colonizador en apoyo de España. El estuvo en San Juan del Río al momento de la mítica fundación el 24 de junio de 1531, se dice, que con la ayuda de mexicas, tlaxcaltecas y en menor número españoles, formó un ejército de más de veinticinco mil soldados “con el fin de pacificar y cristianizar las tierras”.

En la Relación de Méritos de don Nicolás de San Luis Montañez, se relata sobre el día de esta fundación.

Los 25 mil 329 soldados llegaron “al cerro [...] junto al río”, donde esperaron a la festividad de San Juan Bautista “para ponerle ese nombre a la nueva población, en cuya fundación no hubo derramamiento de sangre, ni se intentó hacer alguna escaramuza”, llegaron y tomaron la posesión del lugar el 24 de junio de 1531 y celebraron una misa, posteriormente el fiscal mayor -posiblemente haya sido alguno de los indios principales acompañantes de San Luis Montañez- dijo que era día de San Juan Bautista, y que en el paraje donde estaban, había unos ojos de agua, así que por lo tanto debía ser allí fundado el pueblo, y que debería llamarse San Juan del Río, por el caudaloso que pasa a sus orillas. Con júbilo gritaron “¡Pueblo de San Juan del Río, en nombre de Dios Nuestro Señor, del Cielo y de la Tierra, quedas fundado!”. Así declaró formalmente la fundación de San Juan del Río.

A las dos de la tarde se hizo el paseo a pie y a caballo para trazar el fundo legal y trazaron las cuatro calles principales de sus ángulos y cuatro más al partir estas cuadras por el medio, convirtiéndose en ocho, según las ordenanzas reales. La nueva población debía tener dos mil quinientas varas cuadradas. Seguidamente pusieron unas cruces de sabino verde en cada una de las esquinas como señales del fundo y en ese momento el capitán general Nicolás de San Luis Montañéz ordenó hacer repicar dos campanas que traían consigo, al igual que los clarines y los tambores de guerra. El abanderado que portaba la bandera blanca de paz, también acompañó a la comitiva que recorrió dicho fundo, acompañando también este recorrido el capitán general y el padre fray Juan Bautista, al que se le dio el nombre de conquistador.

Los pacificadores llegaron a un lugar habitado por gente de su mismo origen, y seguramente conocidos. No hubo derrame de sangre, llegaron y asentaron tranquilamente a sus soldados, es de comprenderse que así fuera, porque los pacíficos habitantes de esa pequeña población nunca podrían rivalizar con la increíble cifra de veinticinco mil y tantos hombres de guerra. Mexici fue bautizado, le pusieron Juan, dejándole como apellido su nombre en la gentilidad.