/ domingo 11 de agosto de 2019

El Cronista Sanjuanense

Historia del vino en San Juan del Río


Los aztecas llamaron al fruto de la uva como acacholli, los purépechas le conocían como seruráni, los otomíes lo llamaron obxi y los tarahumaras le decían úri. La historia del vino en México se desenvolvió durante la Colonia ya que las primeras vides europeas que se plantaron aquí fueron traídas por los conquistadores y misioneros españoles. Iniciaron plantando en la Ciudad de México, luego en Querétaro, Guanajuato y San Luis Potosí, alcanzando un gran desarrollo en el Valle de Parras, y luego en Baja California y Sonora, así como los plantíos en Puebla (Tehuacán y Huejotzingo).

Hernán Cortes, gobernador de Nueva España en el siglo XVI, ordenó el 20 de marzo de 1524 que cada colono plantara mil pies de vid por cada cien indígenas. Todos estos injertos en cepas autóctonas fueron los primeros en hacerse en el mundo, por lo que el vino que se producía podía decirse que era el mismo caldo que se tomaba en el viejo continente. La vid fue cultivada de inmediato por los misioneros que precisaban vino para celebrar la misa. Ellos, transformaron los inhóspitos desiertos en zonas de cultivo y de viticultura. Jesuitas y franciscanos consolidaron la variedad de uva plantada por los frailes, que recibió una denominación especial: la uva misión. Hoy en día, esta variedad también se llama “criolla” en toda Sudamérica. Pero no todas las vides fructificaron debido a las complejas ne­cesidades de clima, suelo y humedad, entre otros, que requieren las plantas para dar buena uva y aún más para hacer vino.

San Juan del Río es la cuna de los viñedos y del vino en la región de Querétaro. Existen crónicas en las que se asevera que al llegar los españoles e inme­diato a la fundación del pueblo de San Juan del Río, ellos ordenaron plantar las uvas y entonces descubrieron que aquí se daba muy buena y sobre todo esa que necesitaban para hacer vino.

El vino mexicano ha tenido tres grandes épocas, entre las cuales se ha dejado de producir vino por distintas razones tanto sociales como políticas. Desde antes de la conquista de los españoles en América, en nuestro país ya se producían muchas variedades de bebidas hechas con uva, pero distintas a lo que hoy conocemos como vino, esta etapa precede a las anteriores. Durante la Conquista es cuando se importa la vitis vinífera y se empieza a producir vino como el que se conoce actualmen­te. Después de muchos conflictos, se dejó de producir vino y éste volvió a flo­recer durante la época del porfiriato, en donde la influencia francesa marcó a México y su vino. La tercera etapa es la que se está viviendo actualmente, el vino que nace en el siglo XX y que a la fecha es el que mayor importancia ha tenido en la historia del país.

En el fértil valle de San Juan del Río, la zona de los campos que contemplan territorios de las comunidades de San Germán y Laguna de Lourdes, cuentan con viñedos que datan de la década de los años 40 del siglo XX y que siguen hasta hoy. Un dato curioso es que la segunda imagen de la Virgen de Lourdes, patrona de la comunidad de Laguna de Lourdes, que se adora en la cueva fue traída de Francia en 1947 junto con el primer injerto de uva, dando lugar a un nuevo cultivo de vid y a la creación del vino de mesa en ese sitio.

Para 1958 se funda Cavas de San Juan, que produce los Vinos Hidalgo. La Madrileña compra la marca a inicios de la década de los 90 del siglo XX y continúa con la producción de Vinos Hidalgo desde San Juan de Río, para ello adquiere terrenos en la naciente Zona Industrial Valle de Oro para construir una fábrica destinada a la vinatería, destilación y bodegas para añejar aguardiente de uva. La fábrica de San Juan del Río fue establecida en 1969, cultivó y molió ochocientas toneladas de uva en su pri­mer año de operaciones. Además de los Vinos Hidalgo, ofrecía sus Blanc de Blancs, Cavernet Suavignon, Pinot Noir, Chenin Blanc, Chardonnay y Malbec Cavernet. Don Pedro Velasco, espa­ñol llegado de Torredondo, fundó La Madrileña en el año 1911, hoy es la tercera compañía más importante del ramo en México, con participación en todos los segmentos del negocio.

A partir de 1972 se empiezan a fincar empresas vinícolas y se siembran viñedos en la zona de Tequisquiapan y Ezequiel Montes, que ofrecen una amplia variedad de ese deleitoso brebaje. En lo personal disfruto mucho los espumosos secos que nada le piden al champaña francés, lo mejor, hechos en el valle de San Juan del Río que es la puerta de entrada a la Ruta del Arte, Queso y Vino del estado de Querétaro.

Historia del vino en San Juan del Río


Los aztecas llamaron al fruto de la uva como acacholli, los purépechas le conocían como seruráni, los otomíes lo llamaron obxi y los tarahumaras le decían úri. La historia del vino en México se desenvolvió durante la Colonia ya que las primeras vides europeas que se plantaron aquí fueron traídas por los conquistadores y misioneros españoles. Iniciaron plantando en la Ciudad de México, luego en Querétaro, Guanajuato y San Luis Potosí, alcanzando un gran desarrollo en el Valle de Parras, y luego en Baja California y Sonora, así como los plantíos en Puebla (Tehuacán y Huejotzingo).

Hernán Cortes, gobernador de Nueva España en el siglo XVI, ordenó el 20 de marzo de 1524 que cada colono plantara mil pies de vid por cada cien indígenas. Todos estos injertos en cepas autóctonas fueron los primeros en hacerse en el mundo, por lo que el vino que se producía podía decirse que era el mismo caldo que se tomaba en el viejo continente. La vid fue cultivada de inmediato por los misioneros que precisaban vino para celebrar la misa. Ellos, transformaron los inhóspitos desiertos en zonas de cultivo y de viticultura. Jesuitas y franciscanos consolidaron la variedad de uva plantada por los frailes, que recibió una denominación especial: la uva misión. Hoy en día, esta variedad también se llama “criolla” en toda Sudamérica. Pero no todas las vides fructificaron debido a las complejas ne­cesidades de clima, suelo y humedad, entre otros, que requieren las plantas para dar buena uva y aún más para hacer vino.

San Juan del Río es la cuna de los viñedos y del vino en la región de Querétaro. Existen crónicas en las que se asevera que al llegar los españoles e inme­diato a la fundación del pueblo de San Juan del Río, ellos ordenaron plantar las uvas y entonces descubrieron que aquí se daba muy buena y sobre todo esa que necesitaban para hacer vino.

El vino mexicano ha tenido tres grandes épocas, entre las cuales se ha dejado de producir vino por distintas razones tanto sociales como políticas. Desde antes de la conquista de los españoles en América, en nuestro país ya se producían muchas variedades de bebidas hechas con uva, pero distintas a lo que hoy conocemos como vino, esta etapa precede a las anteriores. Durante la Conquista es cuando se importa la vitis vinífera y se empieza a producir vino como el que se conoce actualmen­te. Después de muchos conflictos, se dejó de producir vino y éste volvió a flo­recer durante la época del porfiriato, en donde la influencia francesa marcó a México y su vino. La tercera etapa es la que se está viviendo actualmente, el vino que nace en el siglo XX y que a la fecha es el que mayor importancia ha tenido en la historia del país.

En el fértil valle de San Juan del Río, la zona de los campos que contemplan territorios de las comunidades de San Germán y Laguna de Lourdes, cuentan con viñedos que datan de la década de los años 40 del siglo XX y que siguen hasta hoy. Un dato curioso es que la segunda imagen de la Virgen de Lourdes, patrona de la comunidad de Laguna de Lourdes, que se adora en la cueva fue traída de Francia en 1947 junto con el primer injerto de uva, dando lugar a un nuevo cultivo de vid y a la creación del vino de mesa en ese sitio.

Para 1958 se funda Cavas de San Juan, que produce los Vinos Hidalgo. La Madrileña compra la marca a inicios de la década de los 90 del siglo XX y continúa con la producción de Vinos Hidalgo desde San Juan de Río, para ello adquiere terrenos en la naciente Zona Industrial Valle de Oro para construir una fábrica destinada a la vinatería, destilación y bodegas para añejar aguardiente de uva. La fábrica de San Juan del Río fue establecida en 1969, cultivó y molió ochocientas toneladas de uva en su pri­mer año de operaciones. Además de los Vinos Hidalgo, ofrecía sus Blanc de Blancs, Cavernet Suavignon, Pinot Noir, Chenin Blanc, Chardonnay y Malbec Cavernet. Don Pedro Velasco, espa­ñol llegado de Torredondo, fundó La Madrileña en el año 1911, hoy es la tercera compañía más importante del ramo en México, con participación en todos los segmentos del negocio.

A partir de 1972 se empiezan a fincar empresas vinícolas y se siembran viñedos en la zona de Tequisquiapan y Ezequiel Montes, que ofrecen una amplia variedad de ese deleitoso brebaje. En lo personal disfruto mucho los espumosos secos que nada le piden al champaña francés, lo mejor, hechos en el valle de San Juan del Río que es la puerta de entrada a la Ruta del Arte, Queso y Vino del estado de Querétaro.