/ domingo 31 de mayo de 2020

El Cronista Sanjuanense

El Cristo olvidado


Cada año, a principios del mes de mayo, tiene lugar la fiesta grande del barrio de La Cruz en San Juan del Río. En esta fiesta, coincide otra tradicional que es la del Cristo olvidado, una imagen milagrosa a la que se le rinde devoción en su tierra de origen: San Felipe Ixtapa, un pequeño pueblo que pertenece al municipio de San Pedro y San Pablo Teposcolula, Oaxaca.

Las fiestas de la Santa Cruz el barrio sanjuanense (origen de la fundación de San Juan del Río) duran ocho días y se realizan alrededor del 3 de mayo. Los festejos, organizados con esmero por la mayordomía con apoyo de la comunidad, hacen lo propio al celebrar al Cristo olvidado. Fue en el año 1990 cuando don Luis Gutiérrez llegó a vivir al barrio de La Cruz y obsequió a la capilla del poblado una imagen del Cristo o Señor de la Expiración, que es venerado en el pueblo de San Felipe Ixtapa desde hace 300 años. Cuenta la historia de este Cristo que, a su vez, fue llevado a ese pueblo en el siglo XVII (no se tiene la certeza de la fecha) por unos arrieros provenientes de Guatemala, quienes lo dejaron encargado en el templo del lugar pero nunca regresaron por él, luego entonces, además del olvido por los arrieros, también el olvido por los propios sanfelipenses al no realizarle una festividad anual. Es por ello que se le quedó el mote de “Cristo Olvidado”. Es a partir del año 1977 que gracias a un milagro atribuido, el beneficiado de nombre Jacinto Oliva inicia a festejarle su fiesta grande cada año en el cuarto viernes de cuaresma.

Don Guillermo Martínez “El Canteras”, personaje de la vida cotidiana vecino del barrio de La Cruz, fue uno de los encargados de recibir la imagen obsequiada, pero pidió en el acto que la mayordomía de aquel pueblo de Oaxaca viniera a entregarla oficialmente a este barrio. Pasados unos días de la entrega, el señor Luis Gutiérrez confirmó la venida de peregrinos para hacer lo propio. Este arribo coincidió con las celebraciones previstas para el día de la Santa Cruz. Llegaron los peregrinos el 2 de mayo, día en que se lleva a cabo el Encuentro de la Cera, de la Flor y de los Cohetes, y en el que se hace la recepción de las ofrendas para las fiestas por las promesas que hayan hecho los donantes.

En la actualidad, el recibimiento de peregrinos de San Felipe Ixtapa al barrio de La Cruz se hace de forma anual. Igualmente, fieles del barrio de La Cruz peregrinan a San Felipe Ixtapa en la fecha de su fiesta patronal, alternando entre años. Este acto religioso ha ido más allá de la devoción y la fe, ha hermanado a dos pueblos que de forma decidida mantienen vigente la celebración al Cristo olvidado.

En el rito del día de la Santa Cruz, bajo la organización de la mayordomía y las familias ayudantes, se lleva a cabo todo en horarios específicos, entre velas, atados de flores naturales, cohetes y copal. Posterior a la velación del Cristo olvidado, en la misa de las doce del día se realizan comuniones. Estos festejos, se llenan de vistosidad y colorido; rebosa la música, los bailes, pirotecnia y comida en unión de la comunidad. La capilla y las monumentales cruces de cantera que se encuentran tanto en la falda como en la cima del cerro de La Cruz, se engalanan con el frontal y ornamentos elaborados de cucharilla, semillas y flores. El altar de la capilla es ricamente adornado, entre otros, con parafinas floreadas elaboradas por diestros artesanos cereros. Con la misma atención adornan para la ocasión su máxima reliquia: la cruz de cantera que está en la cima de la pirámide, que fue colocada allí en el siglo XVII sobre lo que fue el centro ceremonial prehispánico.

La banda de viento recibe con su música a la peregrinación de albañiles quienes se unen a la fiesta, que desde muy temprano habrían iniciado los danzantes purificándose con sahumadores. Los mariachis no faltan al festejo para amenizar la comida. Los más de cinco mil asistentes pueden acudir y encontrar platillos típicos, antojitos mexicanos y pulque. En la noche la celebración termina con la quema del castillo.

El Cristo olvidado


Cada año, a principios del mes de mayo, tiene lugar la fiesta grande del barrio de La Cruz en San Juan del Río. En esta fiesta, coincide otra tradicional que es la del Cristo olvidado, una imagen milagrosa a la que se le rinde devoción en su tierra de origen: San Felipe Ixtapa, un pequeño pueblo que pertenece al municipio de San Pedro y San Pablo Teposcolula, Oaxaca.

Las fiestas de la Santa Cruz el barrio sanjuanense (origen de la fundación de San Juan del Río) duran ocho días y se realizan alrededor del 3 de mayo. Los festejos, organizados con esmero por la mayordomía con apoyo de la comunidad, hacen lo propio al celebrar al Cristo olvidado. Fue en el año 1990 cuando don Luis Gutiérrez llegó a vivir al barrio de La Cruz y obsequió a la capilla del poblado una imagen del Cristo o Señor de la Expiración, que es venerado en el pueblo de San Felipe Ixtapa desde hace 300 años. Cuenta la historia de este Cristo que, a su vez, fue llevado a ese pueblo en el siglo XVII (no se tiene la certeza de la fecha) por unos arrieros provenientes de Guatemala, quienes lo dejaron encargado en el templo del lugar pero nunca regresaron por él, luego entonces, además del olvido por los arrieros, también el olvido por los propios sanfelipenses al no realizarle una festividad anual. Es por ello que se le quedó el mote de “Cristo Olvidado”. Es a partir del año 1977 que gracias a un milagro atribuido, el beneficiado de nombre Jacinto Oliva inicia a festejarle su fiesta grande cada año en el cuarto viernes de cuaresma.

Don Guillermo Martínez “El Canteras”, personaje de la vida cotidiana vecino del barrio de La Cruz, fue uno de los encargados de recibir la imagen obsequiada, pero pidió en el acto que la mayordomía de aquel pueblo de Oaxaca viniera a entregarla oficialmente a este barrio. Pasados unos días de la entrega, el señor Luis Gutiérrez confirmó la venida de peregrinos para hacer lo propio. Este arribo coincidió con las celebraciones previstas para el día de la Santa Cruz. Llegaron los peregrinos el 2 de mayo, día en que se lleva a cabo el Encuentro de la Cera, de la Flor y de los Cohetes, y en el que se hace la recepción de las ofrendas para las fiestas por las promesas que hayan hecho los donantes.

En la actualidad, el recibimiento de peregrinos de San Felipe Ixtapa al barrio de La Cruz se hace de forma anual. Igualmente, fieles del barrio de La Cruz peregrinan a San Felipe Ixtapa en la fecha de su fiesta patronal, alternando entre años. Este acto religioso ha ido más allá de la devoción y la fe, ha hermanado a dos pueblos que de forma decidida mantienen vigente la celebración al Cristo olvidado.

En el rito del día de la Santa Cruz, bajo la organización de la mayordomía y las familias ayudantes, se lleva a cabo todo en horarios específicos, entre velas, atados de flores naturales, cohetes y copal. Posterior a la velación del Cristo olvidado, en la misa de las doce del día se realizan comuniones. Estos festejos, se llenan de vistosidad y colorido; rebosa la música, los bailes, pirotecnia y comida en unión de la comunidad. La capilla y las monumentales cruces de cantera que se encuentran tanto en la falda como en la cima del cerro de La Cruz, se engalanan con el frontal y ornamentos elaborados de cucharilla, semillas y flores. El altar de la capilla es ricamente adornado, entre otros, con parafinas floreadas elaboradas por diestros artesanos cereros. Con la misma atención adornan para la ocasión su máxima reliquia: la cruz de cantera que está en la cima de la pirámide, que fue colocada allí en el siglo XVII sobre lo que fue el centro ceremonial prehispánico.

La banda de viento recibe con su música a la peregrinación de albañiles quienes se unen a la fiesta, que desde muy temprano habrían iniciado los danzantes purificándose con sahumadores. Los mariachis no faltan al festejo para amenizar la comida. Los más de cinco mil asistentes pueden acudir y encontrar platillos típicos, antojitos mexicanos y pulque. En la noche la celebración termina con la quema del castillo.