/ domingo 26 de mayo de 2019

El cronista sanjuanense - Descubrimientos por accidente

Es conocido que en la zona denominada como “Las peñitas”, que comprende el barrio del Calvario y la colonia Ramos Millán, existen vestigios de una zona habitacional prehispánica que, posterior a la llegada de los españoles a San Juan del Río, se convirtió en el barrio de indios.

En el predio que actualmente ocupa la escuela primaria que lleva el nombre del ilustre sanjuanense Dr. Rafael Ayala Echávarri y a su alrededor, había varios montículos de tierra y piedras, pequeños. Al construirse este espacio educativo, a inicio de la década de los años setenta del siglo XX, cada excavación para la construcción de los cimientos o la remoción de tierra para la nivelación dejaba al descubierto diversos materiales cerámicos, de obsidiana, entre otros. En aquel entonces casi nadie dimensionó la importancia de aquello. Yo estudié en esa escuela primaria y en mi recuerdo está que, al escavar de forma superficial durante el recreo en el campito de tierra que servía para jugar futbol en mi escuela, lo que más encontrábamos eran unas “caritas” de barro, algunas con color, algunas más detalladas, algunas con cuerpos, otras con partes de ellos, hallamos obsidianas, y las apostábamos jugándolas a las canicas. Iniciaba la década de los 80’s. ¡No sabíamos lo importante de nuestros inocentes descubrimientos! ¡No sabíamos lo que, incluso, estábamos destruyendo con las manos! Y seguro así lo hicieron alumnos antes que yo y después de mí. Algunas las regalé a mis primos y a amiguitos. Algunas, muy pocas, todavía las conservamos en nuestras casas. Durante la construcción de la escuela se fueron amontonando los escombros hacia el lado sur del predio y, al irse colocando los pisos con cemento, se fueron ocultando los vestigios. Los pequeños montículos también fueron desapareciendo al irse trazando las calles aledañas a la escuela. La hoy calle Pino Suárez, a esa altura, no era más que un arroyo que seguía su curso y escurría por la hoy calle 2 de Abril y seguía por la calle Fernando de Tapia. Un hallazgo accidental se dio en el año 2009 cuando en el lado sur de la escuela se pretendía construir un auditorio; las máquinas descubrieron restos de estructuras en un montículo que movieron, además de otros objetos. No hay muchos datos sobre qué tanto abarcó el asentamiento prehispánico de “Las peñitas”, ni cuánto quedó cubierto por las viviendas en toda esa zona de la ciudad.

Un importante vestigio, que permaneció abandonado, erosionado y menospreciado, se encontraba a unos cien metros de la escuela Rafael Ayala, exactamente en la orilla del despeñadero, se trata de un marcador solar prehispánico. Este marcador fue descubierto por el profesor Porfirio Díaz Oviedo a finales del año 1989 y sacado a la luz pública en un reportaje que hizo Gregorio Rangel Otero para la Revista "Querétaro" en junio de 1990. El profesor Porfirio dio extasiado esta noticia a sus hijos Ulises y Cristina, calificando aquel día como el más hermoso de su vida, a descubrir el artefacto cuando caminaba rumbo a la Supervisión Escolar No. 57, donde tenía su oficina. Como si se tratase de una moneda de oro grande, vió círculo con muchos puntos; luego, en segundo examen, apreció dos círculos con dos rayas en forma de cruz. Quedó atónito. Miró al cielo, al sol, observó una vez más el calendario, miró hacia el barrio de La Cruz, volvió su vista al calendario. En ese instante comprendió que había descubierto algo importante para la historia de San Juan del Río. El marcador pasó más de cuatro siglos inadvertido pero estaba a la vista de todos, a mitad de la calle. Cuando asistieron los entrevistadores junto con el profesor a que les mostrara el marcador, fuera de algunos niños que también se acercaron por el morbo de ver de qué se trataba, nadie más se enteró de ello. Para llegar al marcador va uno por la calle Pino Suárez Sur y justo antes de la escuela, se da vuelta a la derecha por la calle Lázaro Cárdenas para llegar al mirador de “Las peñitas”, sólo que habrá un problema, tendrán la ubicación pero el marcador no podrán verlo. Algunos años después del reportaje se niveló esa parte de “Las peñitas” para pavimentar con empedrado. El marcador yace bajo el empedrado. No se tiene la certeza si fue destruido por la maquinaria que intervino en la obra o si solo fue cubierto con el empedrado. Lo que si podrán disfrutar al llegar a este punto es la hermosa vista que ofrece el mirador, esa misma que debieron tener los habitantes prehispánicos desde esta peña que está justo frente a otra, esa donde se encuentra el centro ceremonial, la pirámide del Cerro de La Cruz.

Es conocido que en la zona denominada como “Las peñitas”, que comprende el barrio del Calvario y la colonia Ramos Millán, existen vestigios de una zona habitacional prehispánica que, posterior a la llegada de los españoles a San Juan del Río, se convirtió en el barrio de indios.

En el predio que actualmente ocupa la escuela primaria que lleva el nombre del ilustre sanjuanense Dr. Rafael Ayala Echávarri y a su alrededor, había varios montículos de tierra y piedras, pequeños. Al construirse este espacio educativo, a inicio de la década de los años setenta del siglo XX, cada excavación para la construcción de los cimientos o la remoción de tierra para la nivelación dejaba al descubierto diversos materiales cerámicos, de obsidiana, entre otros. En aquel entonces casi nadie dimensionó la importancia de aquello. Yo estudié en esa escuela primaria y en mi recuerdo está que, al escavar de forma superficial durante el recreo en el campito de tierra que servía para jugar futbol en mi escuela, lo que más encontrábamos eran unas “caritas” de barro, algunas con color, algunas más detalladas, algunas con cuerpos, otras con partes de ellos, hallamos obsidianas, y las apostábamos jugándolas a las canicas. Iniciaba la década de los 80’s. ¡No sabíamos lo importante de nuestros inocentes descubrimientos! ¡No sabíamos lo que, incluso, estábamos destruyendo con las manos! Y seguro así lo hicieron alumnos antes que yo y después de mí. Algunas las regalé a mis primos y a amiguitos. Algunas, muy pocas, todavía las conservamos en nuestras casas. Durante la construcción de la escuela se fueron amontonando los escombros hacia el lado sur del predio y, al irse colocando los pisos con cemento, se fueron ocultando los vestigios. Los pequeños montículos también fueron desapareciendo al irse trazando las calles aledañas a la escuela. La hoy calle Pino Suárez, a esa altura, no era más que un arroyo que seguía su curso y escurría por la hoy calle 2 de Abril y seguía por la calle Fernando de Tapia. Un hallazgo accidental se dio en el año 2009 cuando en el lado sur de la escuela se pretendía construir un auditorio; las máquinas descubrieron restos de estructuras en un montículo que movieron, además de otros objetos. No hay muchos datos sobre qué tanto abarcó el asentamiento prehispánico de “Las peñitas”, ni cuánto quedó cubierto por las viviendas en toda esa zona de la ciudad.

Un importante vestigio, que permaneció abandonado, erosionado y menospreciado, se encontraba a unos cien metros de la escuela Rafael Ayala, exactamente en la orilla del despeñadero, se trata de un marcador solar prehispánico. Este marcador fue descubierto por el profesor Porfirio Díaz Oviedo a finales del año 1989 y sacado a la luz pública en un reportaje que hizo Gregorio Rangel Otero para la Revista "Querétaro" en junio de 1990. El profesor Porfirio dio extasiado esta noticia a sus hijos Ulises y Cristina, calificando aquel día como el más hermoso de su vida, a descubrir el artefacto cuando caminaba rumbo a la Supervisión Escolar No. 57, donde tenía su oficina. Como si se tratase de una moneda de oro grande, vió círculo con muchos puntos; luego, en segundo examen, apreció dos círculos con dos rayas en forma de cruz. Quedó atónito. Miró al cielo, al sol, observó una vez más el calendario, miró hacia el barrio de La Cruz, volvió su vista al calendario. En ese instante comprendió que había descubierto algo importante para la historia de San Juan del Río. El marcador pasó más de cuatro siglos inadvertido pero estaba a la vista de todos, a mitad de la calle. Cuando asistieron los entrevistadores junto con el profesor a que les mostrara el marcador, fuera de algunos niños que también se acercaron por el morbo de ver de qué se trataba, nadie más se enteró de ello. Para llegar al marcador va uno por la calle Pino Suárez Sur y justo antes de la escuela, se da vuelta a la derecha por la calle Lázaro Cárdenas para llegar al mirador de “Las peñitas”, sólo que habrá un problema, tendrán la ubicación pero el marcador no podrán verlo. Algunos años después del reportaje se niveló esa parte de “Las peñitas” para pavimentar con empedrado. El marcador yace bajo el empedrado. No se tiene la certeza si fue destruido por la maquinaria que intervino en la obra o si solo fue cubierto con el empedrado. Lo que si podrán disfrutar al llegar a este punto es la hermosa vista que ofrece el mirador, esa misma que debieron tener los habitantes prehispánicos desde esta peña que está justo frente a otra, esa donde se encuentra el centro ceremonial, la pirámide del Cerro de La Cruz.