/ domingo 8 de septiembre de 2019

El Cronista sanjuanense - El agua para el pueblo de San Juan del Río

En el siglo XVI, para solucionar el abastecimiento de agua para una población que apenas empezaba, se ideó la construcción de una acequia como canal de riego. Si bien ya se contaba con canales propios para regar en temporal, mismos que salían del caudaloso río San Juan pero, al ser insuficientes, se vio la necesidad de crear una acequia que diera solución a este problema.

Durante el primer siglo de la vida de San Juan del Río, entre 1531 y 1577, en efecto se hizo este canal el cual obtenía agua del río en inmediaciones de Guadalupe de las Peñas y hacía un recorrido por el centro del entonces pueblo, encontrándose finalmente con el río en inmediaciones del barrio San Isidro, saliendo del pueblo. La acequia era administrada por los indios.

Para el año 1860, en la ya ciudad, hubo otra fuente de agua: el Pozo de Santa María de Guadalupe, ubicado al final de la actual calle Galeana que era la antigua de Aguadores, precisamente su nombre por ser el recorrido de estos personajes hacia el pozo.

Ya para el siglo XIX, tiene lugar la construcción de un acueducto, infraestructura hidráulica creada de forma separada a la acequia histórica. Este acueducto fue iniciado por el Ayuntamiento el 16 de agosto de 1885, con recursos dejados para este objeto por el señor Manuel Casabal, quien había sido autoridad municipal, fallecido 24 años antes de ver realizada su intención; pero también gracias al entusiasmo del señor cura de San Juan del Río, don Esteban García Rebollo, quien fue comisionado por el Ayuntamiento para gestionar la obra.

En marzo de ese año el gobernador de Querétaro, general Rafael Olvera, colocó la primera piedra de la cortina de la presa donde debería depositarse el agua que surtiría al pueblo mediante ese acueducto. La presa de almacenamiento llevó el nombre de “Presa de San José” en la cañada que se denomina “Lomo de Toro”. La primera fuente o caja de agua que también hubo que construirse en la ciudad, para vaciar esta agua, se hizo justo a un costado del atrio del templo del Sacro Monte. El trayecto que había entre la presa y la caja de agua medía una legua de distancia. Fue el 19 de marzo de 1886 cuando fue bendecida e inaugurada con bombo y platillo. Hubo una gran celebración en San Juan.

Justo al siguiente año, se construyó la segunda fuente de agua en la ciudad: la que rodea el basamento y columna en la Plaza Independencia. Esta fuente fue inaugurada el 19 de marzo de 1887.

Ruinas, tanto de la antigua acequia, como del acueducto y la primer fuente o caja de agua, sobre­viven de alguna forma: adosados entre muros de casonas, debajo de los pisos de las mismas, y a la intemperie en algunas calles y terrenos, lo que ha dado pie a las leyendas sobre los túneles de San Juan del Río, pero no son otra cosa que la antigua acequia histórica. En lo que respecta a la caja de agua, quedan dos grandes rocas de cantera morena que se resguardan en el Centro Histórico y Cultural, que contienen la inscripción con datos del costo de la obra del acueducto y de la caja de agua: 8 mil 527 pesos con 80 centavos. También dan cuenta de que estas obras estuvieron a cargo del ingeniero Eleuterio Ávila y del maestro de obras Higinio Ángeles.

Estos son los antecedentes de la introducción del agua a esta ciudad y cómo se fueron transformando los sistemas. Así continuó, hasta que en algún tiempo hubo que entubarse y después hacerla llegar de forma directa a las casas. Conociendo la historia nos damos cuenta de que antes familias enteras dependían de uno o dos baldes de agua al día, sacada de estos canales y fuentes para su consumo. Hoy simplemente abrimos la llave del agua en nuestra casa sin saber, y mucho menos dimensionar, los esfuerzos que muchas personas, benefactores e instituciones empeñaron para darnos esta comodidad de la que disfrutamos hoy.

En el siglo XVI, para solucionar el abastecimiento de agua para una población que apenas empezaba, se ideó la construcción de una acequia como canal de riego. Si bien ya se contaba con canales propios para regar en temporal, mismos que salían del caudaloso río San Juan pero, al ser insuficientes, se vio la necesidad de crear una acequia que diera solución a este problema.

Durante el primer siglo de la vida de San Juan del Río, entre 1531 y 1577, en efecto se hizo este canal el cual obtenía agua del río en inmediaciones de Guadalupe de las Peñas y hacía un recorrido por el centro del entonces pueblo, encontrándose finalmente con el río en inmediaciones del barrio San Isidro, saliendo del pueblo. La acequia era administrada por los indios.

Para el año 1860, en la ya ciudad, hubo otra fuente de agua: el Pozo de Santa María de Guadalupe, ubicado al final de la actual calle Galeana que era la antigua de Aguadores, precisamente su nombre por ser el recorrido de estos personajes hacia el pozo.

Ya para el siglo XIX, tiene lugar la construcción de un acueducto, infraestructura hidráulica creada de forma separada a la acequia histórica. Este acueducto fue iniciado por el Ayuntamiento el 16 de agosto de 1885, con recursos dejados para este objeto por el señor Manuel Casabal, quien había sido autoridad municipal, fallecido 24 años antes de ver realizada su intención; pero también gracias al entusiasmo del señor cura de San Juan del Río, don Esteban García Rebollo, quien fue comisionado por el Ayuntamiento para gestionar la obra.

En marzo de ese año el gobernador de Querétaro, general Rafael Olvera, colocó la primera piedra de la cortina de la presa donde debería depositarse el agua que surtiría al pueblo mediante ese acueducto. La presa de almacenamiento llevó el nombre de “Presa de San José” en la cañada que se denomina “Lomo de Toro”. La primera fuente o caja de agua que también hubo que construirse en la ciudad, para vaciar esta agua, se hizo justo a un costado del atrio del templo del Sacro Monte. El trayecto que había entre la presa y la caja de agua medía una legua de distancia. Fue el 19 de marzo de 1886 cuando fue bendecida e inaugurada con bombo y platillo. Hubo una gran celebración en San Juan.

Justo al siguiente año, se construyó la segunda fuente de agua en la ciudad: la que rodea el basamento y columna en la Plaza Independencia. Esta fuente fue inaugurada el 19 de marzo de 1887.

Ruinas, tanto de la antigua acequia, como del acueducto y la primer fuente o caja de agua, sobre­viven de alguna forma: adosados entre muros de casonas, debajo de los pisos de las mismas, y a la intemperie en algunas calles y terrenos, lo que ha dado pie a las leyendas sobre los túneles de San Juan del Río, pero no son otra cosa que la antigua acequia histórica. En lo que respecta a la caja de agua, quedan dos grandes rocas de cantera morena que se resguardan en el Centro Histórico y Cultural, que contienen la inscripción con datos del costo de la obra del acueducto y de la caja de agua: 8 mil 527 pesos con 80 centavos. También dan cuenta de que estas obras estuvieron a cargo del ingeniero Eleuterio Ávila y del maestro de obras Higinio Ángeles.

Estos son los antecedentes de la introducción del agua a esta ciudad y cómo se fueron transformando los sistemas. Así continuó, hasta que en algún tiempo hubo que entubarse y después hacerla llegar de forma directa a las casas. Conociendo la historia nos damos cuenta de que antes familias enteras dependían de uno o dos baldes de agua al día, sacada de estos canales y fuentes para su consumo. Hoy simplemente abrimos la llave del agua en nuestra casa sin saber, y mucho menos dimensionar, los esfuerzos que muchas personas, benefactores e instituciones empeñaron para darnos esta comodidad de la que disfrutamos hoy.