Los primeros órganos que llegaron de Castilla a Nueva España en el siglo XVI, desarmados y embalados en cajas de madera contenían las piezas numeradas y ajustadas a una Memoria, para poder después armarlos en su lugar de destino. Rara vez transportaban los tubos ya hechos, porque se podían conseguir muy buenos metales y tender las hojas y láminas de metal para hacerlos en la Nueva España.
Las disposiciones del Primer Concilio Mexicano del año 1555, definitivamente favorecen la construcción de órganos, ya que exhortan a que se encarguen y adquieran estos instrumentos de los talleres conventuales para su uso en templos y conventos de todo el arzobispado y las provincias. En Concilio ordenó que todos los religiosos y ministros trabajasen para que en cada pueblo hubiera órgano, además se especificaba que era para cesar los “estruendos y estrépitos de los otros instrumentos” y la iglesia usara el órgano, que era, a partir de entonces, el instrumento eclesiástico.
Para la realización de la música sacra dentro de los templos católicos era necesario que los mismos contaran con un espacio especial que tuviera un órgano tubular para la ejecución de los cantos religiosos. Así, en la arquitectura de los templos, fueron consideradas áreas como los coros altos, bajos y laterales, en los que se instalarían tanto el órgano como el coro de voces.
Importantes eran los órganos en los templos, instrumentos que acompañaban los cantos gregorianos, corales, motetes, madrigales, entre otros, y por supuesto los alabados y salutaciones que compusieron renombrados misioneros en la época virreinal como por ejemplo, los ilustres Fray Antonio Margil de Jesús y Fray Junípero Serra, cuyas obras se mantienen vigentes hasta nuestros días y se escuchan en los templos queretanos.
En San Juan del Río, el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe posee uno de los instrumentos musicales más apreciados en la liturgia católica. Es un órgano tubular alemán de estilo neogótico hecho por la casa Eberhard Friedrich Walcker. Data del año 1906 por lo que tiene 117 años.
Este instrumento estuvo en desuso por mucho tiempo. Desde hace años presentaba problemas mecánicos, de limpieza, armonía y afinación. Gracias al tesón de los miembros de la Hermandad de Diputados de este Santuario, se realizó el trabajo de restauración del órgano tubular, pero con ello, además, los diputados contribuyeron al rescate y conservación de este instrumento que forma ya parte del patrimonio artístico de México.
Es así que el pasado jueves 12 de octubre de 2023 –día de la hispanidad- alrededor de la Mesa Eucarística se reunieron los fieles, convocados por el cura párroco José Hernández Nieto, para dar gracias y expresar invocaciones para “despertar” al órgano, mediante un antiguo ritual de órgano, propia del acto solemne de bendición:
El cura: ¡Despierta, órgano, instrumento sagrado! Tú entonarás la alabanza de Dios, nuestro creador y nuestro Padre [Respondió el órgano con una improvisación musical de alabanza al Padre]. El cura: ¡Órgano, instrumento sagrado! Tú celebrarás a nuestro Señor Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros [Respondió el órgano con una improvisación musical de alabanza al Hijo resucitado]. El cura: ¡Órgano, instrumento sagrado! Tú cantarás al Espíritu Santo que anima nuestras vidas con el soplo de Dios [Respondió el órgano con una improvisación musical de alabanza al Espíritu Santo]. El cura: ¡Órgano, instrumento sagrado! Tú traerás el consuelo de la fe a los que están con penas [Respondió el órgano con una improvisación musical propia de las exequias]. El cura: ¡Órgano, instrumento sagrado! Tú proclamarás el amor a Dios, nuestro Padre, la gracia del Señor Jesús y la comunión del Espíritu Santo Amén [Respondió el órgano con una improvisación musical de alabanza al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo].
Al finalizar la eucaristía, se pudo escuchar el primer concierto del órgano tubular titulado “Notas de gratitud. Homenaje a la Virgen de Guadalupe” a cargo del maestro Josué Reséndiz Mendoza, miembro del Conservatorio Nacional de Música de México, que interpretó magistralmente “Xacara de primer tono” de Juan Cabanilles; seguida de “Fuga BWV 546” de Johann Sebastian Bach; continuó con “Sonata III” de Felix Mendelssohn; posteriormente con “Preludio 7 en Re menor” de Max Reger; finalizando con “Improvisación sobre un Canto Guadalupano” del propio artista Josué Reséndiz Mendoza.