/ domingo 11 de julio de 2021

El cronista sanjuanense|Peregrinación de Querétaro al Tepeyac

El excelentísimo señor don Rafael Sabás Camacho, tercer obispo de la Diócesis de Querétaro, era un eminentemente guadalupano, él fue el iniciador, a finales del siglo XIX, de las peregrinaciones de Querétaro hacia la entonces colegiata de Guadalupe. Por su iniciativa y ejemplo se estableció esta tradición y es así como cada diócesis envía de forma anual una peregrinación a la nacional basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

La primera peregrinación de Querétaro hacia el Tepeyac se realizó el 8 de septiembre del año 1886, fecha en la que el obispo Camacho invitó a los varones, fieles católicos, para que participarán en aquella ocasión. Posterior a esta primera peregrinación, las subsecuentes se realizaron en mayo de 1888, y de nueva cuenta en septiembre de 1890 y 1891. Es hasta la séptima peregrinación en el año 1892, cuando se cambia de fecha su realización al 2 de julio, para que los seminaristas pudieran participar usando de sus vacaciones. En ese tiempo acudían a peregrinar unos 300 fieles.

Para 1895, cuando ocurre la coronación de la santísima imagen de la Virgen de Guadalupe en la Ciudad de México, es que el obispo Camacho dispone que la décima peregrinación de Querétaro al Tepeyac se lleve a cabo el 13 de diciembre de aquel año. La onceava peregrinación tuvo lugar el 15 de julio de 1896, con motivo de un milagro atribuido a la Virgen, acaecido en Roma justo cien años antes en la misma fecha. A partir de la doceava peregrinación en 1897, vuelve al 2 de julio y de ahí permanece fija en esa fecha.

La peregrinación, por disposición del obispo Rafael Sabás Camacho, fue exclusiva para hombres, sin embargo, años después, una valiente mujer llamada Herculana Martínez Valdez, no tomando en cuenta la prohibición de que en la peregrinación participaran mujeres, con gran entereza tomó la decisión de participar en ella, caminando en el año 1936. Con firmeza, Herculana tomó la determinación de que a partir de ese momento ningún año, mientras le fuera posible, faltaría como peregrina y para tal efecto empezó organizando una peregrinación en la que marcharían sólo mujeres. Para 1938, un grupo de valerosas y decididas mujeres se hicieron al camino emprendiendo su marcha un día antes que los varones. En 1939 el señor Marciano Tinajero, sexto obispo de Querétaro, volvió a prohibir la participación de mujeres en la peregrinación hacia el Tepeyac, lo que motivó el que esta columna no caminara por algunos años. En 1958, un mes antes de la peregrinación, tomó posesión el que fuera el séptimo obispo de Querétaro, don Alfonso Toriz Cobián, ante él acudieron las féminas a solicitarle el permiso para su participación en la peregrinación al Tepeyac; el obispo Toriz dio plena autorización para que a partir de entonces su acompañamiento fuera ininterrumpido como peregrinación de las mujeres. Fue hasta 1959 cuando las mujeres volvieron a caminar con un pequeño grupo de siete, desde luego encabezando iba Herculana Martínez Valdez. Año tras año las féminas caminaron sin importar prejuicios y críticas, unas por mandas y otras por gusto.

La peregrinación queretana a la Basílica de Guadalupe es la más longeva de México. Solamente ha tenido siete interrupciones, entre 1914 y 1929 debido a la persecución religiosa y la Revolución Mexicana y en los dos últimos años 2020 y 2021, debido a las restricciones por la pandemia de Coronavirus que provoca la COVID-19.

Algunos caminan hasta diecisiete días en este peregrinar hacia el Tepeyac. Una columna recorre más de 400 kilómetros desde lo más recóndito de la Sierra Gorda de Querétaro. La segunda, viene desde la capital del estado, ambas se reúnen en San Juan del Río donde se convierten en una sola que finalmente camina hasta llegar a la basílica. Esta es una manifestación de fe que para los fieles significa una oportunidad de dar amor a la Virgen Guadalupana. Caminan con alegría y comparten el gozo entre miles que hasta nuestros días siguen peregrinando anualmente. La columna de hombres al igual que la de mujeres está integrada por adultos, jóvenes, niños y ancianos, quienes después de un caminar de dos semanas se postran ante el altar de la Virgen de Guadalupe. Su fe ella no tiene límites, no importan los climas extremos que tengan que sortear, no importa el cansancio, continúan su caminar conmovidos por la morenita.

Este 2021, la peregrinación de Querétaro al Tepeyac celebra 131 años a partir de que los varones iniciaron, cumple también 62 años la femenina, así como 39 años la ciclista. Esta caminata reúne a más de 42 mil queretanos y queretanas, sin contar los que acuden en autobús y otros medios.

Las costumbres, rituales y tradiciones, forman, sin duda, parte del imaginario colectivo que definen nuestra grandiosa cultura queretana, atraviesan las barreras del tiempo para mantenerse tan vigentes hoy como en sus inicios, ello llevó a que la Peregrinación de Querétaro al Tepeyac fuera declarada Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado, el 6 de marzo de 2021. Esta peregrinación es símbolo de unificación, identidad, solidaridad y de organización socio-familiar, expresión de pertenencia que refleja un sincretismo religioso que ha sobrevivido lo largo del tiempo.

El excelentísimo señor don Rafael Sabás Camacho, tercer obispo de la Diócesis de Querétaro, era un eminentemente guadalupano, él fue el iniciador, a finales del siglo XIX, de las peregrinaciones de Querétaro hacia la entonces colegiata de Guadalupe. Por su iniciativa y ejemplo se estableció esta tradición y es así como cada diócesis envía de forma anual una peregrinación a la nacional basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.

La primera peregrinación de Querétaro hacia el Tepeyac se realizó el 8 de septiembre del año 1886, fecha en la que el obispo Camacho invitó a los varones, fieles católicos, para que participarán en aquella ocasión. Posterior a esta primera peregrinación, las subsecuentes se realizaron en mayo de 1888, y de nueva cuenta en septiembre de 1890 y 1891. Es hasta la séptima peregrinación en el año 1892, cuando se cambia de fecha su realización al 2 de julio, para que los seminaristas pudieran participar usando de sus vacaciones. En ese tiempo acudían a peregrinar unos 300 fieles.

Para 1895, cuando ocurre la coronación de la santísima imagen de la Virgen de Guadalupe en la Ciudad de México, es que el obispo Camacho dispone que la décima peregrinación de Querétaro al Tepeyac se lleve a cabo el 13 de diciembre de aquel año. La onceava peregrinación tuvo lugar el 15 de julio de 1896, con motivo de un milagro atribuido a la Virgen, acaecido en Roma justo cien años antes en la misma fecha. A partir de la doceava peregrinación en 1897, vuelve al 2 de julio y de ahí permanece fija en esa fecha.

La peregrinación, por disposición del obispo Rafael Sabás Camacho, fue exclusiva para hombres, sin embargo, años después, una valiente mujer llamada Herculana Martínez Valdez, no tomando en cuenta la prohibición de que en la peregrinación participaran mujeres, con gran entereza tomó la decisión de participar en ella, caminando en el año 1936. Con firmeza, Herculana tomó la determinación de que a partir de ese momento ningún año, mientras le fuera posible, faltaría como peregrina y para tal efecto empezó organizando una peregrinación en la que marcharían sólo mujeres. Para 1938, un grupo de valerosas y decididas mujeres se hicieron al camino emprendiendo su marcha un día antes que los varones. En 1939 el señor Marciano Tinajero, sexto obispo de Querétaro, volvió a prohibir la participación de mujeres en la peregrinación hacia el Tepeyac, lo que motivó el que esta columna no caminara por algunos años. En 1958, un mes antes de la peregrinación, tomó posesión el que fuera el séptimo obispo de Querétaro, don Alfonso Toriz Cobián, ante él acudieron las féminas a solicitarle el permiso para su participación en la peregrinación al Tepeyac; el obispo Toriz dio plena autorización para que a partir de entonces su acompañamiento fuera ininterrumpido como peregrinación de las mujeres. Fue hasta 1959 cuando las mujeres volvieron a caminar con un pequeño grupo de siete, desde luego encabezando iba Herculana Martínez Valdez. Año tras año las féminas caminaron sin importar prejuicios y críticas, unas por mandas y otras por gusto.

La peregrinación queretana a la Basílica de Guadalupe es la más longeva de México. Solamente ha tenido siete interrupciones, entre 1914 y 1929 debido a la persecución religiosa y la Revolución Mexicana y en los dos últimos años 2020 y 2021, debido a las restricciones por la pandemia de Coronavirus que provoca la COVID-19.

Algunos caminan hasta diecisiete días en este peregrinar hacia el Tepeyac. Una columna recorre más de 400 kilómetros desde lo más recóndito de la Sierra Gorda de Querétaro. La segunda, viene desde la capital del estado, ambas se reúnen en San Juan del Río donde se convierten en una sola que finalmente camina hasta llegar a la basílica. Esta es una manifestación de fe que para los fieles significa una oportunidad de dar amor a la Virgen Guadalupana. Caminan con alegría y comparten el gozo entre miles que hasta nuestros días siguen peregrinando anualmente. La columna de hombres al igual que la de mujeres está integrada por adultos, jóvenes, niños y ancianos, quienes después de un caminar de dos semanas se postran ante el altar de la Virgen de Guadalupe. Su fe ella no tiene límites, no importan los climas extremos que tengan que sortear, no importa el cansancio, continúan su caminar conmovidos por la morenita.

Este 2021, la peregrinación de Querétaro al Tepeyac celebra 131 años a partir de que los varones iniciaron, cumple también 62 años la femenina, así como 39 años la ciclista. Esta caminata reúne a más de 42 mil queretanos y queretanas, sin contar los que acuden en autobús y otros medios.

Las costumbres, rituales y tradiciones, forman, sin duda, parte del imaginario colectivo que definen nuestra grandiosa cultura queretana, atraviesan las barreras del tiempo para mantenerse tan vigentes hoy como en sus inicios, ello llevó a que la Peregrinación de Querétaro al Tepeyac fuera declarada Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado, el 6 de marzo de 2021. Esta peregrinación es símbolo de unificación, identidad, solidaridad y de organización socio-familiar, expresión de pertenencia que refleja un sincretismo religioso que ha sobrevivido lo largo del tiempo.