/ domingo 10 de enero de 2021

El cronista sanjuanense|Tercera ola

La historia de las pandemias nos enseña que las víricas de transmisión aérea siguen casi siempre el mismo patrón. Ante el nuevo virus SARS-CoV-2, tenemos un punto de referencia nítido y bien estudiado: la pandemia de gripe española. Como ha ocurrido ahora, en aquella ocasión, en el verano de 1918, apareció un subtipo gripal A (H1N1) que, en mitad del desastre de la Primera Guerra Mundial, se extendió rápidamente por todo el mundo.

Cien años después, el nuevo virus que ha aparecido en 2019 no vino con instrucciones sobre su manejo. Todos vamos aprendiendo a medida que se desarrolla la pandemia. En un análisis hecho por Anton Erkoreka Barrena, director del Museo Vasco de Historia de la Medicina, los cada vez más profundos conocimientos médicos están permitiendo mejorar la atención y obtener mejores ratios: si la tasa de mortalidad de los que ingresaban en los hospitales en la primera ola de primavera de 2020 en España, era del 42 %, en la segunda ola de otoño de 2020 bajó ostensiblemente al 25 %. En estos inicios de 2021, se conoce mejor este coronavirus y las múltiples manifestaciones clínicas que produce en el organismo. Empezamos a entender cómo actúa y qué secuelas deja. El análisis de todos los efectos de esta pandemia es cada vez más complejo. Nos llevará años valorar correctamente qué sectores han resultado más perjudicados y cuáles se han beneficiado de este cambio de paradigma que se está produciendo.

En México, en la navidad de 2020 estábamos al final de la segunda ola de covid-19, que inició en octubre, y tanto en ese mes como en diciembre se tomaron nuevas disposiciones para aminorar los contagios. Pero no todos han hecho su parte. Personas de todas las edades que literalmente abusaron o se excedieron del relajamiento de la cuarentena.

De hecho, ya podemos hacernos una idea de cómo será la evolución más próxima de covid-19 y lo que nos espera en los próximos meses y años, pues tenemos como referencia la pandemia de gripe española de hace cien. En aquel momento, la primera ola leve, en primavera de 1918, fue seguida de una segunda ola muy grave, en otoño de 1918. Entonces, cuando parecía que aquella pesadilla, al igual que la Gran Guerra, había pasado, se presentó una tercera ola en los primeros meses de 1919 que, afectó especialmente al hemisferio sur. Y no terminó todo porque, en Europa, está documentado que ocurrió una cuarta ola en 1920. En otras partes del mundo, incluso, hubo una quinta, por supuesto, con comportamientos diferenciados en los países de ambos hemisferios.

Una tercera ola se encuentra a la vuelta de la esquina en México, es una amenaza real. Siguiendo con las similitudes de la pandemia de gripe española, en los primeros meses de 1919 brotó la tercera ola epidémica con algunos elementos que la diferenciaban respecto a las anteriores. La edad de los fallecidos empezó a variar, disminuyeron los adultos jóvenes y aumentaron los mayores. Además, no tuvo un pico o cénit sino que fue un goteo de casos y fallecidos, como lluvia fina, que duró entre 3 y 4 meses. Se presentó dispersa, irregular, sin dirección, como si se tratara de simples rebrotes. Duró varios meses y varió según los territorios de Europa entre enero y mayo de 1919. Los certificados de defunción reflejaban la percepción de los médicos de que se trataba de “gripe complicada”, porque los pacientes presentaban manifestaciones respiratorias, digestivas y de otros órganos y sistemas.

En la tercera ola el virus está en todas partes, se producen variantes, las medidas de contención son distintas según territorios y países, por lo que predecir su evolución suele resultar cada vez más difícil. Si el coronavirus siguiera las pautas de las pandemias históricas, tomaría forma de goteo de casos y fallecidos por covid-19, como lluvia fina, que se extendería entre los tres o cuatro primeros meses de 2021. Siempre en función del efecto amplificador que tendrá la celebración de las Navidades y también a la espera del efecto reductor que tengan las nuevas vacunas contra la covid-19.

Amén de que nuestros gobiernos lo tengan presente, los ciudadanos mayores y jóvenes debemos ser más responsables. La pandemia no ha terminado, no quedó en la primera ola, vamos saliendo de la segunda y estamos a punto de la tercera ¿queremos más? No tiene caso seguir actuando de la misma manera. En nuestras manos está el contribuir a que esto termine.

La historia de las pandemias nos enseña que las víricas de transmisión aérea siguen casi siempre el mismo patrón. Ante el nuevo virus SARS-CoV-2, tenemos un punto de referencia nítido y bien estudiado: la pandemia de gripe española. Como ha ocurrido ahora, en aquella ocasión, en el verano de 1918, apareció un subtipo gripal A (H1N1) que, en mitad del desastre de la Primera Guerra Mundial, se extendió rápidamente por todo el mundo.

Cien años después, el nuevo virus que ha aparecido en 2019 no vino con instrucciones sobre su manejo. Todos vamos aprendiendo a medida que se desarrolla la pandemia. En un análisis hecho por Anton Erkoreka Barrena, director del Museo Vasco de Historia de la Medicina, los cada vez más profundos conocimientos médicos están permitiendo mejorar la atención y obtener mejores ratios: si la tasa de mortalidad de los que ingresaban en los hospitales en la primera ola de primavera de 2020 en España, era del 42 %, en la segunda ola de otoño de 2020 bajó ostensiblemente al 25 %. En estos inicios de 2021, se conoce mejor este coronavirus y las múltiples manifestaciones clínicas que produce en el organismo. Empezamos a entender cómo actúa y qué secuelas deja. El análisis de todos los efectos de esta pandemia es cada vez más complejo. Nos llevará años valorar correctamente qué sectores han resultado más perjudicados y cuáles se han beneficiado de este cambio de paradigma que se está produciendo.

En México, en la navidad de 2020 estábamos al final de la segunda ola de covid-19, que inició en octubre, y tanto en ese mes como en diciembre se tomaron nuevas disposiciones para aminorar los contagios. Pero no todos han hecho su parte. Personas de todas las edades que literalmente abusaron o se excedieron del relajamiento de la cuarentena.

De hecho, ya podemos hacernos una idea de cómo será la evolución más próxima de covid-19 y lo que nos espera en los próximos meses y años, pues tenemos como referencia la pandemia de gripe española de hace cien. En aquel momento, la primera ola leve, en primavera de 1918, fue seguida de una segunda ola muy grave, en otoño de 1918. Entonces, cuando parecía que aquella pesadilla, al igual que la Gran Guerra, había pasado, se presentó una tercera ola en los primeros meses de 1919 que, afectó especialmente al hemisferio sur. Y no terminó todo porque, en Europa, está documentado que ocurrió una cuarta ola en 1920. En otras partes del mundo, incluso, hubo una quinta, por supuesto, con comportamientos diferenciados en los países de ambos hemisferios.

Una tercera ola se encuentra a la vuelta de la esquina en México, es una amenaza real. Siguiendo con las similitudes de la pandemia de gripe española, en los primeros meses de 1919 brotó la tercera ola epidémica con algunos elementos que la diferenciaban respecto a las anteriores. La edad de los fallecidos empezó a variar, disminuyeron los adultos jóvenes y aumentaron los mayores. Además, no tuvo un pico o cénit sino que fue un goteo de casos y fallecidos, como lluvia fina, que duró entre 3 y 4 meses. Se presentó dispersa, irregular, sin dirección, como si se tratara de simples rebrotes. Duró varios meses y varió según los territorios de Europa entre enero y mayo de 1919. Los certificados de defunción reflejaban la percepción de los médicos de que se trataba de “gripe complicada”, porque los pacientes presentaban manifestaciones respiratorias, digestivas y de otros órganos y sistemas.

En la tercera ola el virus está en todas partes, se producen variantes, las medidas de contención son distintas según territorios y países, por lo que predecir su evolución suele resultar cada vez más difícil. Si el coronavirus siguiera las pautas de las pandemias históricas, tomaría forma de goteo de casos y fallecidos por covid-19, como lluvia fina, que se extendería entre los tres o cuatro primeros meses de 2021. Siempre en función del efecto amplificador que tendrá la celebración de las Navidades y también a la espera del efecto reductor que tengan las nuevas vacunas contra la covid-19.

Amén de que nuestros gobiernos lo tengan presente, los ciudadanos mayores y jóvenes debemos ser más responsables. La pandemia no ha terminado, no quedó en la primera ola, vamos saliendo de la segunda y estamos a punto de la tercera ¿queremos más? No tiene caso seguir actuando de la misma manera. En nuestras manos está el contribuir a que esto termine.