PRIMER ACTO. MAESTROS. Aprovechando el pretexto que nos regala la celebración del Día del Maestro, en esta ocasión queremos recordar a aquellos docentes cuya vocación y entrega nos marcaron de manera especial. Si bien todo aquel que enseña deja una huella en los alumnos, todos recordamos con particular gratitud y afecto a algunos profesores. En nuestro caso personal, al cursar la educación básica en el Centro Escolar Cedros en la Ciudad de México, tuvimos un profesor de nombre Ventura de Jesús Rodríguez, quien nos inculcó el invaluable gusto por la lectura, gracias a los cuentos de su autoría que todos los viernes a última hora nos leía. Lo recuerdo siempre amable e interesado en sus alumnos. En la preparatoria en la Universidad Panamericana tuvimos esplendidos maestros. Primero está Juan González Morfín, con quien a la fecha tengo el privilegio de mantener una amistad, fue una persona que con su inteligencia y bondad tocó profundamente la vida de sus alumnos, enseñándonos además de Literatura a ser solidarios y comprometidos. También Héctor Zagal, espléndido filósofo, y Rodrigo Martínez.
SEGUNDO ACTO. ETERNA GRATITUD. Cursamos la carrera de Derecho en la UNAM. Y tuvimos la suerte de estar en una de las últimas generaciones que recibieron el regalo de contar con profesores del tamaño de Ignacio Burgoa, Héctor Fix-Zamudio, Jorge Carpizo, Guillermo Floris Margadant, Miguel Acosta Romero, Ignacio Galindo Garfias, Abel Vicencio Tovar, Óscar Vásquez del Mercado, Jorge Mario Magallón Ibarra, Joel Chirino Castillo y Víctor Carlos García Moreno, entre otros. Desafortunadamente, la mayoría ya no están con nosotros, pero fueron todos hombres profundamente comprometidos con su Universidad que entregaron parte importante de su vida a la academia. Recuerdo con especial afecto a mi maestro Jorge Ricardo García Villalobos, quien además fue uno de mis primeros jefes, quien siendo Subsecretario de Gobernación no faltó ni un solo día durante todo el semestre a impartir su clase de 7 de la mañana que era de lunes a viernes. Ejemplos de compromiso que forman. Para ellos nuestra eterna gratitud.
TERCER ACTO. CONFLICTO. El consenso legitima al Estado, brinda estabilidad y permite promover una axiología afín en la comunidad; y en ese punto, valores como la justicia, la legalidad y la democracia encuentran las vías para su perfeccionamiento. Por su parte, el distanciamiento social, la confrontación que induce la intolerancia a las diferencias fomenta el desencuentro, mientras que la continuidad del conflicto es el principal obstáculo para el desarrollo.
TRAS BAMBALINAS. ARMONÍA SOCIAL. Es cierto que el Presidente de la República no es el único responsable de fomentar la armonía social, pero es el que está formado hasta delante en la fila. Andrés Manuel López Obrador debe entender que promover el reencuentro de los mexicanos no sería solo un acierto sino que por su investidura es una obligación. Y sus antagonistas por método también tienen que matizarse. Es muy elevado para el país el costo de seguir en una especie de contienda electoral extendida.
Notario Público 19 de Querétaro.
