/ jueves 4 de febrero de 2021

El Teatro de la República

PRIMER ACTO. ANHELO REPUBLICANO. En una república sana prevalecen los principios de respeto a los derechos fundamentales y, consecuentemente, de legalidad como razones de ser para la fragmentación de las facultades del poder público. Se divide el ejercicio del poder para evitar su indeseada concentración, siendo que es mediante sus facultades que estos poderes - ejecutivo, legislativo y judicial - se limitan, controlan e, idealmente, colaboran de manera recíproca. Desde el punto de vista doctrinal el planteamiento es impecable y hasta resulta sumamente lógico y loable. El problema, como en muchos casos, viene en la práctica.

SEGUNDO ACTO. SOBERBIA Y RESENTIMIENTO. En la actualidad mexicana el sistema de pesos y contrapesos republicano está atrofiado. Si bien el partido del Presidente tiene una mayoría parlamentaria que le permite sacar las reformas y nombramientos que requiere; la relación institucional entre el Ejecutivo y el Legislativo es conflictiva y estéril. El Presidente no está interesado en hilvanar una relación constructiva con la oposición parlamentaria. Y esta última está empeñada en sabotear los proyectos gubernamentales. Desafortunadamente, se trata de un vínculo fatalmente fracturado por la soberbia y el resentimiento.

TERCER ACTO. INCONEXIÓN. Desde el punto de vista de la representatividad las cosas no mejoran. Para la inmensa mayoría de los mexicanos los legisladores son entes malévolos que trabajan y los representan poco mientras prometen y ganan mucho. La pésima imagen que se tiene de quienes, supuestamente, encarnan el mandato ciudadano y de los partidos políticos que los postulan, exhibe la desconexión que ha operado entre la política y el pueblo. Esta inconexión es una de las causas por las que en lugar de los principios y valores consagrados en la Constitución, la brújula que nos dirige hoy sean los intereses de partido, grupo e, incluso, personales.

TRAS BAMBALINAS. CRISIS EN EL FEDERALISMO MEXICANO. En el ámbito netamente electoral vemos a un INE atrincherado y a un Tribunal Electoral sometido. Finalmente, nuestro federalismo es confuso. Las relaciones entre las entidades y la Federación dependen de los estados de ánimo de gobernadores y presidente, así como de los dimes y diretes cotidianos inherentes a la grilla. Se sufre pues por la ausencia de un marco constitucional moderno que establezca las reglas básicas de esta importante coexistencia política. Urge que se formalice el alcance y los límites del federalismo mexicano.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com

PRIMER ACTO. ANHELO REPUBLICANO. En una república sana prevalecen los principios de respeto a los derechos fundamentales y, consecuentemente, de legalidad como razones de ser para la fragmentación de las facultades del poder público. Se divide el ejercicio del poder para evitar su indeseada concentración, siendo que es mediante sus facultades que estos poderes - ejecutivo, legislativo y judicial - se limitan, controlan e, idealmente, colaboran de manera recíproca. Desde el punto de vista doctrinal el planteamiento es impecable y hasta resulta sumamente lógico y loable. El problema, como en muchos casos, viene en la práctica.

SEGUNDO ACTO. SOBERBIA Y RESENTIMIENTO. En la actualidad mexicana el sistema de pesos y contrapesos republicano está atrofiado. Si bien el partido del Presidente tiene una mayoría parlamentaria que le permite sacar las reformas y nombramientos que requiere; la relación institucional entre el Ejecutivo y el Legislativo es conflictiva y estéril. El Presidente no está interesado en hilvanar una relación constructiva con la oposición parlamentaria. Y esta última está empeñada en sabotear los proyectos gubernamentales. Desafortunadamente, se trata de un vínculo fatalmente fracturado por la soberbia y el resentimiento.

TERCER ACTO. INCONEXIÓN. Desde el punto de vista de la representatividad las cosas no mejoran. Para la inmensa mayoría de los mexicanos los legisladores son entes malévolos que trabajan y los representan poco mientras prometen y ganan mucho. La pésima imagen que se tiene de quienes, supuestamente, encarnan el mandato ciudadano y de los partidos políticos que los postulan, exhibe la desconexión que ha operado entre la política y el pueblo. Esta inconexión es una de las causas por las que en lugar de los principios y valores consagrados en la Constitución, la brújula que nos dirige hoy sean los intereses de partido, grupo e, incluso, personales.

TRAS BAMBALINAS. CRISIS EN EL FEDERALISMO MEXICANO. En el ámbito netamente electoral vemos a un INE atrincherado y a un Tribunal Electoral sometido. Finalmente, nuestro federalismo es confuso. Las relaciones entre las entidades y la Federación dependen de los estados de ánimo de gobernadores y presidente, así como de los dimes y diretes cotidianos inherentes a la grilla. Se sufre pues por la ausencia de un marco constitucional moderno que establezca las reglas básicas de esta importante coexistencia política. Urge que se formalice el alcance y los límites del federalismo mexicano.

Notario Público 19 de Querétaro.

ferortiz@notaria19qro.com