/ jueves 5 de septiembre de 2024

El toque femenino / Mujeres indígenas, raíz viva de nuestro México


Hoy 5 de septiembre, como desde 1983, se celebra el Día Internacional de la Mujer Indígena, para reconocer su valía pero también para visibilizar la deuda que durante siglos hemos adquirido sociedad y gobierno con ese grupo vulnerable de mujeres que enfrentan rezago en distintos aspectos de su vida, como salud, educación, trabajo, derechos y respeto.

La gran mayoría de las mujeres indígenas sufren discriminación y violencia por partida triple, primero por ser mujeres, segundo por pertenecer a un pueblo originario y tercero por la pobreza en la que se encuentran la mayoría de las comunidades en donde crecen.

En el año 2005 me tocó producir un programa de radio llamado raíz viva, el formato incluía invitar a representantes de alguno de los 62 pueblos originarios distribuidos a lo largo de nuestro país y de los cuales se desprenden casi 12 millones de indígenas, en este caso teníamos invitados de 5 etnias; Nahuatl, Mazahua, Matlazinca, Tlahuica y Otomí.

Cada uno de ellos iba narrando en su lengua materna algún pasaje de su historia personal, efemérides o actualidad y al final traducen dichas anécdotas al español.

En una ocasión Maria Elena representante del pueblo Otomi nos compartió en su lengua originaria que es el Hñahñu, comohabía sido la unión de sus padres, de acuerdo a los usos y costumbres de su comunidad y como sucedía tradicionalmente con las mujeres casaderas.

Su madre fue interceptada en el camino por su padre quien se la “robó” y la llevó a pasar la noche en la casa de sus padres quienes la cuidaron, al otro día la familia se dirigió a la casa de la novia con el llamado “contento” que era una pequeña despensa y una comida especial que consistió en un pollo con mole y arroz así como verdolagas con carne de puerco, para ofrecer disculpas a la familia “deshonrada” y pedir la mano de la futura esposa, de la cual también como parte de la tradición era usual que la familia expusiera sus defectos y que los padres del futuro marido expresaran que no importaba si no era muy limpia, no sabia cocinar o echar las tortillas (aunque nada de eso fuera cierto) ya que era la elegida por su hijo para ser su esposa y así la aceptaba; el como su mujer y ellos como su nueva hija, y ya una vez que se pusieron de acuerdo en la fecha del matrimonio brindaron muy felices con una garrafa de pulque celebrando el nuevo parentesco.

Ese relato atrapó al staff pero sobre todo a la audiencia ya que para muchos fue algo totalmente novedoso con respecto a una petición de matrimonio, cabe resaltar que en el caso de la mamá de Maria Elena ese “rapto” era algo planeado pues había un noviazgo y no los tomó por sorpresa sin embargo nos dijo que no en todos los casos ni en todas las etnias era así, por lo que algunas mujeres se veían obligadas a contraer matrimonio con hombres a los que prácticamente no conocían, en ocasiones mucho mayores que ellas y en múltiples casos mediante un intercambio económico que las condenaba a un futuro de violencia, abuso y dolor al ser totalmente cosificadas y desprovistas de ayuda ya que tienen que enfrentarse a dos sistemas de justicia, y el de su comunidad generalmente no está alineado con el del estado en el que viven ya que incluso para las autoridades comunitarias no existe el concepto de violencia de género.

Aunque es largo el camino por andar para lograr el empoderamiento de las mujeres indígenas, cada vez son más las que se agrupan, se apoyan, exigen que sean reconocidos sus derechos y se rebelan para cambiar ese futuro que sin estar escrito en piedra parece serles adverso.

Las mujeres indígenas son sinónimo de fuerza, trabajo y lucha constante pero sobre todo son las garantes de la continuidad de un patrimonio cultural invaluable para la humanidad comenzando por su lengua materna que enseñan de generación en generación, así como gastronomía, conocimientos ancestrales, su relación con la tierra y recursos naturales, esos coloridos trajes típicos y artesanías que son solo una muestra de que las mujeres pertenecientes a una comunidad indígena son parte de una raíz viva que seguirá dando frutos y existiendo orgullosa de su linaje descendiente de las primeras pobladoras de nuestra tierra mexicana.



Hoy 5 de septiembre, como desde 1983, se celebra el Día Internacional de la Mujer Indígena, para reconocer su valía pero también para visibilizar la deuda que durante siglos hemos adquirido sociedad y gobierno con ese grupo vulnerable de mujeres que enfrentan rezago en distintos aspectos de su vida, como salud, educación, trabajo, derechos y respeto.

La gran mayoría de las mujeres indígenas sufren discriminación y violencia por partida triple, primero por ser mujeres, segundo por pertenecer a un pueblo originario y tercero por la pobreza en la que se encuentran la mayoría de las comunidades en donde crecen.

En el año 2005 me tocó producir un programa de radio llamado raíz viva, el formato incluía invitar a representantes de alguno de los 62 pueblos originarios distribuidos a lo largo de nuestro país y de los cuales se desprenden casi 12 millones de indígenas, en este caso teníamos invitados de 5 etnias; Nahuatl, Mazahua, Matlazinca, Tlahuica y Otomí.

Cada uno de ellos iba narrando en su lengua materna algún pasaje de su historia personal, efemérides o actualidad y al final traducen dichas anécdotas al español.

En una ocasión Maria Elena representante del pueblo Otomi nos compartió en su lengua originaria que es el Hñahñu, comohabía sido la unión de sus padres, de acuerdo a los usos y costumbres de su comunidad y como sucedía tradicionalmente con las mujeres casaderas.

Su madre fue interceptada en el camino por su padre quien se la “robó” y la llevó a pasar la noche en la casa de sus padres quienes la cuidaron, al otro día la familia se dirigió a la casa de la novia con el llamado “contento” que era una pequeña despensa y una comida especial que consistió en un pollo con mole y arroz así como verdolagas con carne de puerco, para ofrecer disculpas a la familia “deshonrada” y pedir la mano de la futura esposa, de la cual también como parte de la tradición era usual que la familia expusiera sus defectos y que los padres del futuro marido expresaran que no importaba si no era muy limpia, no sabia cocinar o echar las tortillas (aunque nada de eso fuera cierto) ya que era la elegida por su hijo para ser su esposa y así la aceptaba; el como su mujer y ellos como su nueva hija, y ya una vez que se pusieron de acuerdo en la fecha del matrimonio brindaron muy felices con una garrafa de pulque celebrando el nuevo parentesco.

Ese relato atrapó al staff pero sobre todo a la audiencia ya que para muchos fue algo totalmente novedoso con respecto a una petición de matrimonio, cabe resaltar que en el caso de la mamá de Maria Elena ese “rapto” era algo planeado pues había un noviazgo y no los tomó por sorpresa sin embargo nos dijo que no en todos los casos ni en todas las etnias era así, por lo que algunas mujeres se veían obligadas a contraer matrimonio con hombres a los que prácticamente no conocían, en ocasiones mucho mayores que ellas y en múltiples casos mediante un intercambio económico que las condenaba a un futuro de violencia, abuso y dolor al ser totalmente cosificadas y desprovistas de ayuda ya que tienen que enfrentarse a dos sistemas de justicia, y el de su comunidad generalmente no está alineado con el del estado en el que viven ya que incluso para las autoridades comunitarias no existe el concepto de violencia de género.

Aunque es largo el camino por andar para lograr el empoderamiento de las mujeres indígenas, cada vez son más las que se agrupan, se apoyan, exigen que sean reconocidos sus derechos y se rebelan para cambiar ese futuro que sin estar escrito en piedra parece serles adverso.

Las mujeres indígenas son sinónimo de fuerza, trabajo y lucha constante pero sobre todo son las garantes de la continuidad de un patrimonio cultural invaluable para la humanidad comenzando por su lengua materna que enseñan de generación en generación, así como gastronomía, conocimientos ancestrales, su relación con la tierra y recursos naturales, esos coloridos trajes típicos y artesanías que son solo una muestra de que las mujeres pertenecientes a una comunidad indígena son parte de una raíz viva que seguirá dando frutos y existiendo orgullosa de su linaje descendiente de las primeras pobladoras de nuestra tierra mexicana.