/ lunes 14 de octubre de 2019

Escaño 48

México está en nuestras manos


La economía mexicana no se recupera y podremos estar peor. Lo más graves es que a pesar de que las señales incluso vienen desde el mismo secretario de Hacienda, que alerta sobre una posible recesión, así como de organismos internacionales, analistas, bancos y calificadoras que pronostican para el cierre de este año un crecimiento menor al 1%, el “mundo feliz” del gobierno de Morena está aferrado en no querer ver ni oír a los especialistas.

Éste ha sido un gobierno destructor de nuestra economía: de diciembre a agosto se han perdido 35 mil 916 empleos, la industria de la construcción cayó 9%, colocándola en su peor momento; los inversionistas buscan países donde haya estabilidad futura y por sí esto no fuera suficiente, ahora el gobierno federal no tiene dinero en sus arcas para invertir en el desarrollo del país, lo que quedó reflejado en el presupuesto para el 2020.

Las causas y consecuencias son muchas. Inversiones que se van y otras que no entran; empleos que se pierden; centros de salud y escuelas sin infraestructura; estancias infantiles que tienen que cerrar sus puertas.

Y son también familias que sufren carencias; son jóvenes que, por más dádivas que reciban, no tendrán el futuro que se merecen. Si no hay inversión privada fuerte el próximo año, volveremos a tener un crecimiento cercano a cero. Hoy, se nos avecina una tormenta.

Pero, cómo llegará la inversión que tanto necesitamos, si todos los días vemos como las acciones tomadas por el gobierno federal, están destruyendo la confianza del sector privado nacional e internacional.

Estamos frente a un gobierno simulador, que hace como que baja la gasolina; como que vende un avión; como que hace un aeropuerto en medio de un cerro; como que compra medicinas y vacunas que no llegan a los hospitales; que castiga a los malos funcionarios del pasado, pero a los propios no.

Un gobierno que invierte miles de millones de pesos en una refinería, cuando ya nadie cree que haya evolución energética en ellas. Un gobierno que, en lugar de ayudar a los empresarios, los va a meter a la cárcel a la primera sospecha de evasión, sin necesidad de ser declarados culpables por un juez. Un gobierno que permite la toma de carreteras, el robo de autobuses y el secuestro de choferes y recompensa a los culpables con plazas magisteriales.

Más allá de colores partidistas, de intereses personales, de grupos de poder es urgente que todas y todos los mexicanos tomemos conciencia que se debe recomponer el rumbo y tomar decisiones serias, que den certidumbre hacia el interior y hacia el exterior.

Lo que está en juego no es menor: es el presente y futuro de nuestro México de nuestras familias.

En nuestras manos está rectificarlo.

México está en nuestras manos


La economía mexicana no se recupera y podremos estar peor. Lo más graves es que a pesar de que las señales incluso vienen desde el mismo secretario de Hacienda, que alerta sobre una posible recesión, así como de organismos internacionales, analistas, bancos y calificadoras que pronostican para el cierre de este año un crecimiento menor al 1%, el “mundo feliz” del gobierno de Morena está aferrado en no querer ver ni oír a los especialistas.

Éste ha sido un gobierno destructor de nuestra economía: de diciembre a agosto se han perdido 35 mil 916 empleos, la industria de la construcción cayó 9%, colocándola en su peor momento; los inversionistas buscan países donde haya estabilidad futura y por sí esto no fuera suficiente, ahora el gobierno federal no tiene dinero en sus arcas para invertir en el desarrollo del país, lo que quedó reflejado en el presupuesto para el 2020.

Las causas y consecuencias son muchas. Inversiones que se van y otras que no entran; empleos que se pierden; centros de salud y escuelas sin infraestructura; estancias infantiles que tienen que cerrar sus puertas.

Y son también familias que sufren carencias; son jóvenes que, por más dádivas que reciban, no tendrán el futuro que se merecen. Si no hay inversión privada fuerte el próximo año, volveremos a tener un crecimiento cercano a cero. Hoy, se nos avecina una tormenta.

Pero, cómo llegará la inversión que tanto necesitamos, si todos los días vemos como las acciones tomadas por el gobierno federal, están destruyendo la confianza del sector privado nacional e internacional.

Estamos frente a un gobierno simulador, que hace como que baja la gasolina; como que vende un avión; como que hace un aeropuerto en medio de un cerro; como que compra medicinas y vacunas que no llegan a los hospitales; que castiga a los malos funcionarios del pasado, pero a los propios no.

Un gobierno que invierte miles de millones de pesos en una refinería, cuando ya nadie cree que haya evolución energética en ellas. Un gobierno que, en lugar de ayudar a los empresarios, los va a meter a la cárcel a la primera sospecha de evasión, sin necesidad de ser declarados culpables por un juez. Un gobierno que permite la toma de carreteras, el robo de autobuses y el secuestro de choferes y recompensa a los culpables con plazas magisteriales.

Más allá de colores partidistas, de intereses personales, de grupos de poder es urgente que todas y todos los mexicanos tomemos conciencia que se debe recomponer el rumbo y tomar decisiones serias, que den certidumbre hacia el interior y hacia el exterior.

Lo que está en juego no es menor: es el presente y futuro de nuestro México de nuestras familias.

En nuestras manos está rectificarlo.

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