/ viernes 14 de febrero de 2020

Humanitas: arte y pasión

El Tarot de Marsella es uno de los textos hechos en forma de naipes más misteriosos y famosos. Su origen es nebuloso al igual que sus arcanos. Una de las teorías sobre su origen es de Antoine Court de Gébelin de 1781, en su libro El mundo primitivo, asevera que el Tarot era un libro egipcio, el “Libro de Thot” que se salvó de ser consumido por el fuego que destruyo la biblioteca de Alejandría. Otra teoría apunta a que Enoc el personaje bíblico fue quien obtuvo este juego de naipes. También se ha pensado que procede del juego árabe Naib.

Lo que nos resulta importante es que estas cartas y su posición habían permanecido ocultos durante algún tiempo siendo de uso exclusivo de magos, filósofos, videntes, espiritistas y adivinos. Actualmente se sabe que las cartas tal y como las conocemos aparecen en Italia en el siglo XV, ya que las más antiguas que se conocen son las de Visconti-Sporza. Sin duda estas cartas aparecieron desde el siglo XII en la región francesa. El rescate de las imágenes y de los símbolos se llevó a cabo en la Francia del siglo XVIII. Hay dibujos que evidencian la tradición francesa como la cinta angevina que aparece en la carta veinte, El Juicio, en donde aparece también un serafín con trompeta y un Tephelim o filacteria, que es una pequeña caja de cuero negro en la que se ponen rollos con versos de la Torá, y es de tradición judía Ashkenazi.

Lo que es importante en su origen es que el juego del Tarot no tenía una función lúdica o para ganar dinero, sino que se trataba de un juego de interpretaciones que producía reflexión personal sobre el propio camino espiritual.

El Tarot no es un juego de distracción, al contrario, su esencia se mezcla con la mística que convirtió al siglo XII en un siglo de la luz. Fue el tiempo de las grandes catedrales, con sus vitrales que colmaron de luz el espacio sagrado y lanzaron hacia el cielo las flechas de las catedrales góticas para recordar la elevación del espíritu.

El Tarot se compone de 78 láminas que se dividen en dos categorías: las menores que son 56 cartas sin numerar divididas en copas, espadas, bastos y oros; las láminas mayores que son 21 cartas numeradas más una sin número, El Loco.

El juego del tarot y la lectura de sus cartas es un método adivinatorio muy antiguo que nos avisa de acuerdo a una pregunta, como se nos manifestará el azar. El diseño de los dibujos de sus cartas es medieval, y encierra una serie de símbolos iconográficos que los estudiosos tienen que descubrir y saber interpretar de acuerdo a la combinación de cartas que resulten de una elección azarosa. La finalidad de la consulta no es simplemente conocer el futuro, sino más bien descubrir la disposición de la situación presente para que pudan tomarse las medidas adecuadas.

bobiglez@gmail.com

El Tarot de Marsella es uno de los textos hechos en forma de naipes más misteriosos y famosos. Su origen es nebuloso al igual que sus arcanos. Una de las teorías sobre su origen es de Antoine Court de Gébelin de 1781, en su libro El mundo primitivo, asevera que el Tarot era un libro egipcio, el “Libro de Thot” que se salvó de ser consumido por el fuego que destruyo la biblioteca de Alejandría. Otra teoría apunta a que Enoc el personaje bíblico fue quien obtuvo este juego de naipes. También se ha pensado que procede del juego árabe Naib.

Lo que nos resulta importante es que estas cartas y su posición habían permanecido ocultos durante algún tiempo siendo de uso exclusivo de magos, filósofos, videntes, espiritistas y adivinos. Actualmente se sabe que las cartas tal y como las conocemos aparecen en Italia en el siglo XV, ya que las más antiguas que se conocen son las de Visconti-Sporza. Sin duda estas cartas aparecieron desde el siglo XII en la región francesa. El rescate de las imágenes y de los símbolos se llevó a cabo en la Francia del siglo XVIII. Hay dibujos que evidencian la tradición francesa como la cinta angevina que aparece en la carta veinte, El Juicio, en donde aparece también un serafín con trompeta y un Tephelim o filacteria, que es una pequeña caja de cuero negro en la que se ponen rollos con versos de la Torá, y es de tradición judía Ashkenazi.

Lo que es importante en su origen es que el juego del Tarot no tenía una función lúdica o para ganar dinero, sino que se trataba de un juego de interpretaciones que producía reflexión personal sobre el propio camino espiritual.

El Tarot no es un juego de distracción, al contrario, su esencia se mezcla con la mística que convirtió al siglo XII en un siglo de la luz. Fue el tiempo de las grandes catedrales, con sus vitrales que colmaron de luz el espacio sagrado y lanzaron hacia el cielo las flechas de las catedrales góticas para recordar la elevación del espíritu.

El Tarot se compone de 78 láminas que se dividen en dos categorías: las menores que son 56 cartas sin numerar divididas en copas, espadas, bastos y oros; las láminas mayores que son 21 cartas numeradas más una sin número, El Loco.

El juego del tarot y la lectura de sus cartas es un método adivinatorio muy antiguo que nos avisa de acuerdo a una pregunta, como se nos manifestará el azar. El diseño de los dibujos de sus cartas es medieval, y encierra una serie de símbolos iconográficos que los estudiosos tienen que descubrir y saber interpretar de acuerdo a la combinación de cartas que resulten de una elección azarosa. La finalidad de la consulta no es simplemente conocer el futuro, sino más bien descubrir la disposición de la situación presente para que pudan tomarse las medidas adecuadas.

bobiglez@gmail.com