/ viernes 21 de enero de 2022

Humanitas. Arte y pasión

De acuerdo con el filósofo coreano Byung-Chul-Han vivimos en la sociedad de la transparencia, de lo liso, lo afeitado, lo brillante y transparente, es decir, de lo ambiguo y desequilibrado.

La hipervisibilidad a la que estamos expuestos no nos permite cerrar los ojos, ni por un momento, y mucho menos procesar el cúmulo de imágenes de las que somos víctimas. Parecería que cerrar los ojos es un despropósito en esta sociedad hiperconectada.

La contemplación de las cosas, de uno mismo, el pensar como ejercicio del espíritu y la demora, son prácticas que están fuera de lugar en este mundo visualmente globalizado.

En esta sociedad nos pretenden vender los beneficios de la hiperactividad y de la autoexploración del sujeto. No cierren los ojos, manténganlos abiertos en hipervigilia hasta el agotamiento mismo.

Estas narrativas neoliberales las utilizan tanto en la publicidad comercial, como en la política y el gobierno, todos se montan en la devaluada transparencia, como si en verdad pudiéramos mirar a través de un cristal todas las tropelías que se llevan a cabo día tras día.

El filósofo Chul-Han nos invita a cerrar los ojos, a la demora contemplativa, en donde la conclusión está en la misma quietud contemplativa y nos advierte: “La hipervisibilidad va unida con el desmontaje de umbrales y limites… el espacio se hace transparente cuando es alisado y allanado. Los umbrales y pasadizos son zonas llenas de misterio y enigmas en donde comienza el otro atópico”, es decir, el extraño, el distinto.

El filósofo francés Alain Badiou nos dice que el neoliberalismo con sus impulsos narcisistas del yo y el rendimiento, elimina al otro, convirtiendo todo en el individualismo contemporáneo; todo tiene un precio, no existe el valor, todo es mercancía, y por su supuesto en esta era del capitalismo globalizado el amor está enfermo y Eros en agonía.

Han nos conmina: “Busquemos los espacios donde comienza el otro atópico, junto a los límites y los umbrales para que no desaparezcan las fantasías relativas al otro”.

Tendremos que reinventar el amor nos diría el énfant terrible Arthur Rimbaud, poeta maldito del siglo XIX, más, sin embargo, el mundo sigue siendo un proyecto.

Alain Badiou afirma que está atrofiada la fantasía, la crisis actual del arte, de la literatura y de la política, puede atribuirse en gran medida a esta crisis de la fantasía y a la desaparición del otro, de los otros, de todos, es decir, a la agonía del Eros.


bobiglez@gmail.com


De acuerdo con el filósofo coreano Byung-Chul-Han vivimos en la sociedad de la transparencia, de lo liso, lo afeitado, lo brillante y transparente, es decir, de lo ambiguo y desequilibrado.

La hipervisibilidad a la que estamos expuestos no nos permite cerrar los ojos, ni por un momento, y mucho menos procesar el cúmulo de imágenes de las que somos víctimas. Parecería que cerrar los ojos es un despropósito en esta sociedad hiperconectada.

La contemplación de las cosas, de uno mismo, el pensar como ejercicio del espíritu y la demora, son prácticas que están fuera de lugar en este mundo visualmente globalizado.

En esta sociedad nos pretenden vender los beneficios de la hiperactividad y de la autoexploración del sujeto. No cierren los ojos, manténganlos abiertos en hipervigilia hasta el agotamiento mismo.

Estas narrativas neoliberales las utilizan tanto en la publicidad comercial, como en la política y el gobierno, todos se montan en la devaluada transparencia, como si en verdad pudiéramos mirar a través de un cristal todas las tropelías que se llevan a cabo día tras día.

El filósofo Chul-Han nos invita a cerrar los ojos, a la demora contemplativa, en donde la conclusión está en la misma quietud contemplativa y nos advierte: “La hipervisibilidad va unida con el desmontaje de umbrales y limites… el espacio se hace transparente cuando es alisado y allanado. Los umbrales y pasadizos son zonas llenas de misterio y enigmas en donde comienza el otro atópico”, es decir, el extraño, el distinto.

El filósofo francés Alain Badiou nos dice que el neoliberalismo con sus impulsos narcisistas del yo y el rendimiento, elimina al otro, convirtiendo todo en el individualismo contemporáneo; todo tiene un precio, no existe el valor, todo es mercancía, y por su supuesto en esta era del capitalismo globalizado el amor está enfermo y Eros en agonía.

Han nos conmina: “Busquemos los espacios donde comienza el otro atópico, junto a los límites y los umbrales para que no desaparezcan las fantasías relativas al otro”.

Tendremos que reinventar el amor nos diría el énfant terrible Arthur Rimbaud, poeta maldito del siglo XIX, más, sin embargo, el mundo sigue siendo un proyecto.

Alain Badiou afirma que está atrofiada la fantasía, la crisis actual del arte, de la literatura y de la política, puede atribuirse en gran medida a esta crisis de la fantasía y a la desaparición del otro, de los otros, de todos, es decir, a la agonía del Eros.


bobiglez@gmail.com