/ miércoles 2 de octubre de 2024

La pista / La presidenta


El primer discurso de Claudia Sheinbaum refleja la intención de equilibrar el crecimiento económico con la justicia social y la sostenibilidad ambiental. Aunque se percibe una continuidad en varias políticas de la administración anterior, especialmente en el control de los precios energéticos y el apoyo a los sectores populares, Sheinbaum ha delineado una ruta propia, marcada por la innovación en políticas públicas y un enfoque en una economía más justa y moderna.

La presidenta habló durante 9 minutos sobre López Obrador antes de presentar un decálogo que destacó los desafíos de la nación y propuso soluciones que prometen continuidad, estabilidad económica y justicia social.

Este discurso no solo reveló las prioridades de su administración, sino también su enfoque en una transformación que abarca tanto la economía como el bienestar social.

Uno de los ejes centrales del discurso fue la estabilidad económica, un tema sensible en el contexto de la crisis mundial. Sheinbaum reafirmó su compromiso con la autonomía del Banco de México y la responsabilidad fiscal, dos puntos que buscan enviar un mensaje claro de confianza a los mercados y a los inversionistas. Al mantener una proporción razonable entre deuda y el Producto Interno Bruto (PIB), su gobierno pretende evitar los desequilibrios macroeconómicos que podrían poner en riesgo la estabilidad del país.

No obstante, la estabilidad no será a costa de los sectores más vulnerables. Aunque por momentos la presidenta Sheinbaum buscó conectar con los atributos electorales de López Obrador, también hizo énfasis en no aumentar los precios de la gasolina, diésel, gas y electricidad en términos reales, una promesa que busca aliviar las presiones sobre el bolsillo de los mexicanos.

A esto se suma su propuesta de incrementar el salario mínimo hasta alcanzar un nivel que permita la adquisición de 2.5 canastas básicas, lo que sugiere un enfoque directo en el combate a la desigualdad económica.

Otro punto destacado fue su plan para promover la inversión pública y privada, asegurando que las inversiones nacionales y extranjeras estarán seguras en México. Además, Sheinbaum quiere un gobierno que impulse el crecimiento, pero con reglas claras y eficiencia.

Sheinbaum también resaltó la importancia de la economía regional y el potencial del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para atraer empresas al país. Impulsar la relocalización empresarial es clave para su estrategia económica, especialmente en un momento en el que la geopolítica global abre nuevas oportunidades para México.

El proyecto de economía circular refleja su apertura hacia la transición hacia una economía verde, un reto importante que su gobierno parece decidido a enfrentar desde una perspectiva innovadora.

Los próximos meses serán cruciales para ver cómo se materializan estas propuestas. Lo que está claro es que la presidenta Sheinbaum ha iniciado su gobierno con la promesa de una transformación que abarca tanto las grandes estructuras del poder como la vida cotidiana de los mexicanos. Ahora, queda por ver si logrará cumplir con las expectativas de quienes ven en su gobierno la posibilidad de un cambio profundo y duradero.



El primer discurso de Claudia Sheinbaum refleja la intención de equilibrar el crecimiento económico con la justicia social y la sostenibilidad ambiental. Aunque se percibe una continuidad en varias políticas de la administración anterior, especialmente en el control de los precios energéticos y el apoyo a los sectores populares, Sheinbaum ha delineado una ruta propia, marcada por la innovación en políticas públicas y un enfoque en una economía más justa y moderna.

La presidenta habló durante 9 minutos sobre López Obrador antes de presentar un decálogo que destacó los desafíos de la nación y propuso soluciones que prometen continuidad, estabilidad económica y justicia social.

Este discurso no solo reveló las prioridades de su administración, sino también su enfoque en una transformación que abarca tanto la economía como el bienestar social.

Uno de los ejes centrales del discurso fue la estabilidad económica, un tema sensible en el contexto de la crisis mundial. Sheinbaum reafirmó su compromiso con la autonomía del Banco de México y la responsabilidad fiscal, dos puntos que buscan enviar un mensaje claro de confianza a los mercados y a los inversionistas. Al mantener una proporción razonable entre deuda y el Producto Interno Bruto (PIB), su gobierno pretende evitar los desequilibrios macroeconómicos que podrían poner en riesgo la estabilidad del país.

No obstante, la estabilidad no será a costa de los sectores más vulnerables. Aunque por momentos la presidenta Sheinbaum buscó conectar con los atributos electorales de López Obrador, también hizo énfasis en no aumentar los precios de la gasolina, diésel, gas y electricidad en términos reales, una promesa que busca aliviar las presiones sobre el bolsillo de los mexicanos.

A esto se suma su propuesta de incrementar el salario mínimo hasta alcanzar un nivel que permita la adquisición de 2.5 canastas básicas, lo que sugiere un enfoque directo en el combate a la desigualdad económica.

Otro punto destacado fue su plan para promover la inversión pública y privada, asegurando que las inversiones nacionales y extranjeras estarán seguras en México. Además, Sheinbaum quiere un gobierno que impulse el crecimiento, pero con reglas claras y eficiencia.

Sheinbaum también resaltó la importancia de la economía regional y el potencial del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para atraer empresas al país. Impulsar la relocalización empresarial es clave para su estrategia económica, especialmente en un momento en el que la geopolítica global abre nuevas oportunidades para México.

El proyecto de economía circular refleja su apertura hacia la transición hacia una economía verde, un reto importante que su gobierno parece decidido a enfrentar desde una perspectiva innovadora.

Los próximos meses serán cruciales para ver cómo se materializan estas propuestas. Lo que está claro es que la presidenta Sheinbaum ha iniciado su gobierno con la promesa de una transformación que abarca tanto las grandes estructuras del poder como la vida cotidiana de los mexicanos. Ahora, queda por ver si logrará cumplir con las expectativas de quienes ven en su gobierno la posibilidad de un cambio profundo y duradero.


ÚLTIMASCOLUMNAS