/ sábado 31 de octubre de 2020

Lo que no nos define | ¿Biden? o ¿Trump? ¿Qué podemos esperar?


En unos días sabremos el destino final de la elección norteamericana, muchas opiniones y reflexiones construyen el imaginario que cubre actualmente a los Estados Unidos. Algunos ya agitan las banderas esperando que el candidato demócrata recomponga el camino perdido de la política y llegue con un manual de soluciones “bajo el brazo” y “dos curitas” en materia internacional, sanitaria y social. Otros más recuerdan cómo en la jornada electoral pasada, Donald Trump ante todo pronóstico sumió al mundo en un entorno de estupefacción. Aunque basta recordar que la conciencia de una guerra venidera descansa en las reflexiones de la guerra pasada.

Integrantes de la comentocracia de café rumoran que a nuestro país le iría mejor con Trump, ya que con Biden solo habrá que esperar el clásico frío demócrata ¿Por qué se piensa así? En teoría -sólo en teoría- porque se cree que hay un trato amable entre los mandatarios estadounidense y mexicano como lo vimos en la reciente visita presidencial; además de la similitud de sus personalidad y su estilo confrontativo; también por que los datos indican que hubieron más casos de deportación en la era demócrata que en la republicana; además por que México se ha visto beneficiado de la guerra comercial con China y la tendencia a bloques de economía regionalizada; y, también, porque los demócratas ven con bastante reserva a nuestro país, ya que sus intereses tienen un enfoque global que no encontrará resonancia con su país vecino y menos con el perfil y agenda del gobierno actual.

Los que prefieren a Biden parten de una premisa: necesitamos un contrapeso internacional con un documento vinculante como el TMEC para poder dar marcha atrás a ciertas decisiones regulatorias por parte de nuestro gobierno; además lo hacen considerando que traerá certeza en varios aspectos, menos intempestividad en el estilo de gobierno y una manera tradicional de hacer política con la que medios, países y personas se sienten más cómodos.

La gente ha salido a votar de manera anticipada. A unos días de la elección, se estima que ya han participado alrededor de 71 millones de personas, es decir, la mitad de los electores de la contienda de 2016. Ahora bien, una cosa son las campañas y la otra son los hechos —lo que sucederá a partir de la elección del 3 de noviembre—. Primero, habremos de ver cómo se manejan los resultados, y si se reconocen o no; así como la cultura sospechosista y conspirativa que se desatará en el marco de la elección y sus injerencias internacionales.

Pese a la gran animadversión que existe en nuestro país hacia el candidato republicano, es cierto que hay sectores completamente avocados hacia él; por ejemplo, defensores de la agenda provida. Un ingrediente adicional que trae para nuestro país el entorno electoral y la relación bilateral es la reciente detención del otrora Secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos y las implicaciones que ya son de dominio público.

Personalmente, confío en el triunfo demócrata y el impulso de su proyecto político. El cuerpo diplomático mexicano tendrá un gran reto para recalibrar la relación bilateral y, no cabe duda, que se sabrán implementar los ajustes necesarios para encarar esta etapa de cambio ante una nueva administración. Nuestra relación con Estados Unidos se caracteriza por su dinamismo y alcance; trasciende gobiernos y funcionarios públicos. En resumidas cuentas, el resultado de la elección seguirá encaminando los pasos en el camino de la prosperidad compartida.


Twitter: Petaco10marina

Facebook: Petaco Diez Marina

Instagram: Petaco10marina


En unos días sabremos el destino final de la elección norteamericana, muchas opiniones y reflexiones construyen el imaginario que cubre actualmente a los Estados Unidos. Algunos ya agitan las banderas esperando que el candidato demócrata recomponga el camino perdido de la política y llegue con un manual de soluciones “bajo el brazo” y “dos curitas” en materia internacional, sanitaria y social. Otros más recuerdan cómo en la jornada electoral pasada, Donald Trump ante todo pronóstico sumió al mundo en un entorno de estupefacción. Aunque basta recordar que la conciencia de una guerra venidera descansa en las reflexiones de la guerra pasada.

Integrantes de la comentocracia de café rumoran que a nuestro país le iría mejor con Trump, ya que con Biden solo habrá que esperar el clásico frío demócrata ¿Por qué se piensa así? En teoría -sólo en teoría- porque se cree que hay un trato amable entre los mandatarios estadounidense y mexicano como lo vimos en la reciente visita presidencial; además de la similitud de sus personalidad y su estilo confrontativo; también por que los datos indican que hubieron más casos de deportación en la era demócrata que en la republicana; además por que México se ha visto beneficiado de la guerra comercial con China y la tendencia a bloques de economía regionalizada; y, también, porque los demócratas ven con bastante reserva a nuestro país, ya que sus intereses tienen un enfoque global que no encontrará resonancia con su país vecino y menos con el perfil y agenda del gobierno actual.

Los que prefieren a Biden parten de una premisa: necesitamos un contrapeso internacional con un documento vinculante como el TMEC para poder dar marcha atrás a ciertas decisiones regulatorias por parte de nuestro gobierno; además lo hacen considerando que traerá certeza en varios aspectos, menos intempestividad en el estilo de gobierno y una manera tradicional de hacer política con la que medios, países y personas se sienten más cómodos.

La gente ha salido a votar de manera anticipada. A unos días de la elección, se estima que ya han participado alrededor de 71 millones de personas, es decir, la mitad de los electores de la contienda de 2016. Ahora bien, una cosa son las campañas y la otra son los hechos —lo que sucederá a partir de la elección del 3 de noviembre—. Primero, habremos de ver cómo se manejan los resultados, y si se reconocen o no; así como la cultura sospechosista y conspirativa que se desatará en el marco de la elección y sus injerencias internacionales.

Pese a la gran animadversión que existe en nuestro país hacia el candidato republicano, es cierto que hay sectores completamente avocados hacia él; por ejemplo, defensores de la agenda provida. Un ingrediente adicional que trae para nuestro país el entorno electoral y la relación bilateral es la reciente detención del otrora Secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos y las implicaciones que ya son de dominio público.

Personalmente, confío en el triunfo demócrata y el impulso de su proyecto político. El cuerpo diplomático mexicano tendrá un gran reto para recalibrar la relación bilateral y, no cabe duda, que se sabrán implementar los ajustes necesarios para encarar esta etapa de cambio ante una nueva administración. Nuestra relación con Estados Unidos se caracteriza por su dinamismo y alcance; trasciende gobiernos y funcionarios públicos. En resumidas cuentas, el resultado de la elección seguirá encaminando los pasos en el camino de la prosperidad compartida.


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