/ sábado 6 de agosto de 2022

Lo que no nos define | Choques y geopolítica 


Este miércoles, pese a las amenazas del gobierno chino, Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, visitó Taiwán. Ello provocó numerosas tensiones en el plano internacional, luego de que la semana pasada, el presidente chino, Xi Jinping, advirtió a su homólogo norteamericano, Joe Biden, no “jugar con fuego” por la isla; es oportuno subrayar que China la considera parte integral de su territorio y no como un país autónomo. Asimismo, el gigante asiático manifestó al G-7 que responderá ante cualquier tipo de violación a su soberanía.

Es importante resaltar que Taiwán es una isla de aproximadamente 36 mil kilómetros, ubicada al sureste de las costas de China continental y el sur de Japón. Ahora bien, la ONU no lo reconoce como un Estado, aunque buena parte de los 23 millones de taiwaneses se consideran independientes y regidos por un sistema democrático. La resolución 2758 de la Asamblea General, aprobada el 25 de octubre de 1971, reconoció a la República Popular de China como el único representante legítimo.

Los hechos se insertan en un contexto geopolítico de elevada complejidad, donde Rusia y Ucrania aún permanecen en conflicto. Baste mencionar que China ha comenzado sus maniobras militares alrededor de la isla; por ejemplo, realizó ataques de precisión con misiles en la parte este del estrecho de Taiwán al tiempo que desplegó aviones y navíos de guerra.

Por otro lado, bloqueó importaciones de cítricos y pescado a modo de represalia; sin embargo, al ser Taiwán un epicentro tecnológico clave, China no frenó el ingreso de los microchips que se emplean para el funcionamiento de teléfonos inteligentes, computadoras y otros productos electrónicos. Pareciera que, hoy en día, las disputas no son armadas sino comerciales —por la conquista de distintos nichos económicos—.

Sin duda, en medio de esta coyuntura, el gobierno estadounidense y el Partido Demócrata han llevado a cabo un ejercicio de cálculo político interno con miras a triunfar en las elecciones de noviembre próximo, debido a que están en juego los comicios de 2024. Cabe señalar que Donald Trump ya anunció su intención de competir por la presidencia.

La realidad apunta que la relación entre dos de las principales potencias del mundo se encuentra sumamente frágil; así pues, existen dudas sobre los alcances que pudieran tener los canales diplomáticos. Otro asunto innegable son las pertenencias que comparten China y Taiwán, más allá de los vínculos oficiales. En tiempos convulsos lo que se requiere es moderación, no confrontación.

¿Será la prudencia lo que no nos define?


  • Consultor y profesor universitario
  • Twitter: Petaco10marina
  • Facebook: Petaco Diez Marina
  • Instagram: Petaco10marina




Este miércoles, pese a las amenazas del gobierno chino, Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, visitó Taiwán. Ello provocó numerosas tensiones en el plano internacional, luego de que la semana pasada, el presidente chino, Xi Jinping, advirtió a su homólogo norteamericano, Joe Biden, no “jugar con fuego” por la isla; es oportuno subrayar que China la considera parte integral de su territorio y no como un país autónomo. Asimismo, el gigante asiático manifestó al G-7 que responderá ante cualquier tipo de violación a su soberanía.

Es importante resaltar que Taiwán es una isla de aproximadamente 36 mil kilómetros, ubicada al sureste de las costas de China continental y el sur de Japón. Ahora bien, la ONU no lo reconoce como un Estado, aunque buena parte de los 23 millones de taiwaneses se consideran independientes y regidos por un sistema democrático. La resolución 2758 de la Asamblea General, aprobada el 25 de octubre de 1971, reconoció a la República Popular de China como el único representante legítimo.

Los hechos se insertan en un contexto geopolítico de elevada complejidad, donde Rusia y Ucrania aún permanecen en conflicto. Baste mencionar que China ha comenzado sus maniobras militares alrededor de la isla; por ejemplo, realizó ataques de precisión con misiles en la parte este del estrecho de Taiwán al tiempo que desplegó aviones y navíos de guerra.

Por otro lado, bloqueó importaciones de cítricos y pescado a modo de represalia; sin embargo, al ser Taiwán un epicentro tecnológico clave, China no frenó el ingreso de los microchips que se emplean para el funcionamiento de teléfonos inteligentes, computadoras y otros productos electrónicos. Pareciera que, hoy en día, las disputas no son armadas sino comerciales —por la conquista de distintos nichos económicos—.

Sin duda, en medio de esta coyuntura, el gobierno estadounidense y el Partido Demócrata han llevado a cabo un ejercicio de cálculo político interno con miras a triunfar en las elecciones de noviembre próximo, debido a que están en juego los comicios de 2024. Cabe señalar que Donald Trump ya anunció su intención de competir por la presidencia.

La realidad apunta que la relación entre dos de las principales potencias del mundo se encuentra sumamente frágil; así pues, existen dudas sobre los alcances que pudieran tener los canales diplomáticos. Otro asunto innegable son las pertenencias que comparten China y Taiwán, más allá de los vínculos oficiales. En tiempos convulsos lo que se requiere es moderación, no confrontación.

¿Será la prudencia lo que no nos define?


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