/ sábado 25 de septiembre de 2021

Lo que no nos define | Un mundo extraviado

En el marco de la 76° Asamblea General de la ONU, la tarima más relevante a nivel mundial, decenas de jefes de Estado se han dado cita en Nueva York para tratar los principales temas de coyuntura y fijar su posicionamiento al respecto. El pasado martes, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, pronunció un discurso magnífico, mismo que ha inspirado estas líneas. "Esta es una acusación moral del estado de nuestro mundo", manifestó.

En múltiples ocasiones hemos profundizado en torno a la compleja situación que atravesamos como sociedad desde distintos ángulos y enfoques. Pareciera que transitamos en la dirección equivocada, sin una brújula que nos oriente adecuadamente en tan incierto y confuso camino.

Estamos perdidos en un laberinto, enredados en nuestras propias ideas… Sin certezas. No es un fenómeno exclusivo de México, sino del orbe entero. Afrontamos crisis de diversa índole; quizá, la peor es la que se coloca en el plano de lo social, en cuanto a los elementos que nos identifican como parte de una comunidad.

Uno de los peores males de nuestros tiempos es la polarización, cáncer que impide el despliegue de canales de entendimiento que motiven la unificación. Asimismo, el secretario general de la ONU declaró: "Otra enfermedad se está extendiendo en nuestro mundo de hoy: una enfermedad de la desconfianza."

Asuntos que antes se veían con cierta indiferencia y segazón, ahora son cuestiones de alarma —baste mencionar el calentamiento global y los conflictos geopolíticos—.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha brindado una fotografía detallada de la problemática en su último reporte. El calor de la Tierra y los océanos se ha intensificado a un ritmo acelerado y de forma generalizada. La meta de 1.5 ºC, establecida previamente en el Acuerdo Climático de París, parece cada vez más difícil de alcanzar. Necesitaremos una reducción del 45 % en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.

Por otro lado, la pandemia de COVID-19 ha acentuado la pobreza extrema en diferentes regiones. El Banco Mundial estima, de manera preliminar, que ésta empujará a entre 88 millones y 115 millones más de personas a los abismos de la postración.

Crisis humanitarias —como la de Afganistán, países del África subsahariana y la ola migratoria de Haití— han alterado la paz y atentado contra los derechos humanos. Este tipo de episodios trágicos nos invitan a generar conciencia y defender las grandes causas, a fin de no continuar alimentando la discordia que separa a unos y arroja a otros al olvido. "En lugar del camino de la solidaridad, estamos en un callejón sin salida hacia la destrucción", precisó Guterres.

Innegablemente, se ha detonado un progreso vertiginoso en ámbitos como el científico y el tecnológico; no obstante, hemos fracasado en conformar una auténtica sociedad de valores. "Estamos obteniendo una calificación reprobatoria en Ética", aseguró António.

La emergencia sanitaria ha puesto de relieve nuestras fragilidades e insuficiencias, mismas que debemos asimilar como oportunidad de reinventarnos. En este sentido, nuestro deber es actuar con humildad y articular esfuerzos en favor de la niñez, del planeta y de las generaciones venideras. La mayor fuerza que tenemos de nuestro lado es la esperanza… La ilusión de un mundo sin violencia, corrupción, discriminación, odio, hambre.

Frente a una época de desafíos, colmada de brechas y fronteras, debemos estar a la altura de las circunstancias y trabajar de la mano. Es momento de alinear objetivos y determinar prioridades con una perspectiva a futuro. Se requieren respuestas globales, no aisladas. Abracemos el mensaje que nos transmitió António Guterres: "No esperes a que otros den el primer paso. Haz tu parte."

¿Será la confianza y la esperanza lo que no nos define?

En el marco de la 76° Asamblea General de la ONU, la tarima más relevante a nivel mundial, decenas de jefes de Estado se han dado cita en Nueva York para tratar los principales temas de coyuntura y fijar su posicionamiento al respecto. El pasado martes, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, pronunció un discurso magnífico, mismo que ha inspirado estas líneas. "Esta es una acusación moral del estado de nuestro mundo", manifestó.

En múltiples ocasiones hemos profundizado en torno a la compleja situación que atravesamos como sociedad desde distintos ángulos y enfoques. Pareciera que transitamos en la dirección equivocada, sin una brújula que nos oriente adecuadamente en tan incierto y confuso camino.

Estamos perdidos en un laberinto, enredados en nuestras propias ideas… Sin certezas. No es un fenómeno exclusivo de México, sino del orbe entero. Afrontamos crisis de diversa índole; quizá, la peor es la que se coloca en el plano de lo social, en cuanto a los elementos que nos identifican como parte de una comunidad.

Uno de los peores males de nuestros tiempos es la polarización, cáncer que impide el despliegue de canales de entendimiento que motiven la unificación. Asimismo, el secretario general de la ONU declaró: "Otra enfermedad se está extendiendo en nuestro mundo de hoy: una enfermedad de la desconfianza."

Asuntos que antes se veían con cierta indiferencia y segazón, ahora son cuestiones de alarma —baste mencionar el calentamiento global y los conflictos geopolíticos—.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha brindado una fotografía detallada de la problemática en su último reporte. El calor de la Tierra y los océanos se ha intensificado a un ritmo acelerado y de forma generalizada. La meta de 1.5 ºC, establecida previamente en el Acuerdo Climático de París, parece cada vez más difícil de alcanzar. Necesitaremos una reducción del 45 % en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.

Por otro lado, la pandemia de COVID-19 ha acentuado la pobreza extrema en diferentes regiones. El Banco Mundial estima, de manera preliminar, que ésta empujará a entre 88 millones y 115 millones más de personas a los abismos de la postración.

Crisis humanitarias —como la de Afganistán, países del África subsahariana y la ola migratoria de Haití— han alterado la paz y atentado contra los derechos humanos. Este tipo de episodios trágicos nos invitan a generar conciencia y defender las grandes causas, a fin de no continuar alimentando la discordia que separa a unos y arroja a otros al olvido. "En lugar del camino de la solidaridad, estamos en un callejón sin salida hacia la destrucción", precisó Guterres.

Innegablemente, se ha detonado un progreso vertiginoso en ámbitos como el científico y el tecnológico; no obstante, hemos fracasado en conformar una auténtica sociedad de valores. "Estamos obteniendo una calificación reprobatoria en Ética", aseguró António.

La emergencia sanitaria ha puesto de relieve nuestras fragilidades e insuficiencias, mismas que debemos asimilar como oportunidad de reinventarnos. En este sentido, nuestro deber es actuar con humildad y articular esfuerzos en favor de la niñez, del planeta y de las generaciones venideras. La mayor fuerza que tenemos de nuestro lado es la esperanza… La ilusión de un mundo sin violencia, corrupción, discriminación, odio, hambre.

Frente a una época de desafíos, colmada de brechas y fronteras, debemos estar a la altura de las circunstancias y trabajar de la mano. Es momento de alinear objetivos y determinar prioridades con una perspectiva a futuro. Se requieren respuestas globales, no aisladas. Abracemos el mensaje que nos transmitió António Guterres: "No esperes a que otros den el primer paso. Haz tu parte."

¿Será la confianza y la esperanza lo que no nos define?