/ martes 22 de junio de 2021

Neurona ciudadana | ¿Gobierno sin aspiraciones?

Miguel y Rebeca son padres de familia de Emilio y Sonia, dos adolescentes de 14 y 15 años respectivamente. Todos los días su jornada empieza a las 5 de la mañana para preparar todo antes de salir a la oficina y dejar todo listo para que sus hijos cumplan con los deberes escolares en línea. Su mayor aspiración es terminar de pagar su casa y lograr que sus hijos estudien una carrera profesional para que puedan tener mejores oportunidades de empleo, pues tienen claro que entre más capacitados se encuentren mayor será el abanico de posibilidades.

Ricardo, es un pequeño comerciante dedicado a la venta de abarrotes en su colonia. Su trabajo es el sustento de 6 personas que conforman su familia. A pesar de las afectaciones que sufrió por la pandemia, él tiene claro que debe trabajar al máximo para evitar el cierre de su negocio y con ello perder su patrimonio que ha forjado con mucho esfuerzo durante los últimos 15 años.

Josefina es madre soltera. Su hija, de 7 años, estudiante de primaria, se ha convertido en la principal motivación para salir a vender los productos que ofrece la empresa en la que trabaja. Sabe que de ello depende el futuro de su pequeña quien está ajena a las dificultades que representa para su mamá cumplir con todos los compromisos económicos que se acumulan mes a mes, entre educación, salud, alimentos, renta, vestido, etcétera.

Y así, miles de historias de este tipo se pueden encontrar a lo largo y ancho de todo nuestro país y todos ellos y ellas tienen un objetivo común: tener un mejor presente que les brinde la certeza de un mejor futuro, es decir, aspiran a vivir mejor o como dirían por ahí, son aspiracionistas.

Pensar que sólo la clase media tiene la intención de buscar un mejor futuro es minimizar esas historias de millones de mexicanos que basan su vida en la cultura del esfuerzo. Lo dicho por el presidente hace unos días asegurando que la clase media es hipócrita, clasista, racista y aspiracionista que busca ganar a costa de lo que sea es una muestra más de su discurso de división, rencor y odio que repite una y otra vez desde que llegó al poder y no logra otra cosa más que polarizar a la población y todo porque no apoyan su manera de gobernar.

Le tenemos que recordar una y otra vez que en 2018 no ganó para gobernar a sólo una parte de los mexicanos, sino a todos y todas que diariamente buscan mejores condiciones de vida, entre obreros, amas de casa, estudiantes, comerciantes, profesores, empresarios y una larga lista de gente que integra este país.

Es necesario decir que la aspiración del gobierno debería ser abatir esas cifras que nos ubican como uno de los países más desiguales del continente americano al sumar poco más de 70 millones de pobres, un 56.7% de la población, particularmente después de la pandemia, de acuerdo al Coneval.

La aspiración del gobierno tendría que ser reducir la pobreza laboral, pues el 39.4% de la población no puede adquirir la canasta básica con los ingresos que genera en su hogar.

Querer tener a más pobres para asegurar su poder es tener una visión muy mediocre de los tiempos que vivimos, pues impulsar el desarrollo de un país se traduce en mejores empleos, escuelas, servicios, instituciones, empresas y por ende, en mexicanos y mexicanas en mejores condiciones y esa debería ser su principal aspiración.

¿O me va a decir que usted no fue aquel niño que aspiró a ser presidente de México alguna vez para generar bienestar común de todos los mexicanos?

Miguel y Rebeca son padres de familia de Emilio y Sonia, dos adolescentes de 14 y 15 años respectivamente. Todos los días su jornada empieza a las 5 de la mañana para preparar todo antes de salir a la oficina y dejar todo listo para que sus hijos cumplan con los deberes escolares en línea. Su mayor aspiración es terminar de pagar su casa y lograr que sus hijos estudien una carrera profesional para que puedan tener mejores oportunidades de empleo, pues tienen claro que entre más capacitados se encuentren mayor será el abanico de posibilidades.

Ricardo, es un pequeño comerciante dedicado a la venta de abarrotes en su colonia. Su trabajo es el sustento de 6 personas que conforman su familia. A pesar de las afectaciones que sufrió por la pandemia, él tiene claro que debe trabajar al máximo para evitar el cierre de su negocio y con ello perder su patrimonio que ha forjado con mucho esfuerzo durante los últimos 15 años.

Josefina es madre soltera. Su hija, de 7 años, estudiante de primaria, se ha convertido en la principal motivación para salir a vender los productos que ofrece la empresa en la que trabaja. Sabe que de ello depende el futuro de su pequeña quien está ajena a las dificultades que representa para su mamá cumplir con todos los compromisos económicos que se acumulan mes a mes, entre educación, salud, alimentos, renta, vestido, etcétera.

Y así, miles de historias de este tipo se pueden encontrar a lo largo y ancho de todo nuestro país y todos ellos y ellas tienen un objetivo común: tener un mejor presente que les brinde la certeza de un mejor futuro, es decir, aspiran a vivir mejor o como dirían por ahí, son aspiracionistas.

Pensar que sólo la clase media tiene la intención de buscar un mejor futuro es minimizar esas historias de millones de mexicanos que basan su vida en la cultura del esfuerzo. Lo dicho por el presidente hace unos días asegurando que la clase media es hipócrita, clasista, racista y aspiracionista que busca ganar a costa de lo que sea es una muestra más de su discurso de división, rencor y odio que repite una y otra vez desde que llegó al poder y no logra otra cosa más que polarizar a la población y todo porque no apoyan su manera de gobernar.

Le tenemos que recordar una y otra vez que en 2018 no ganó para gobernar a sólo una parte de los mexicanos, sino a todos y todas que diariamente buscan mejores condiciones de vida, entre obreros, amas de casa, estudiantes, comerciantes, profesores, empresarios y una larga lista de gente que integra este país.

Es necesario decir que la aspiración del gobierno debería ser abatir esas cifras que nos ubican como uno de los países más desiguales del continente americano al sumar poco más de 70 millones de pobres, un 56.7% de la población, particularmente después de la pandemia, de acuerdo al Coneval.

La aspiración del gobierno tendría que ser reducir la pobreza laboral, pues el 39.4% de la población no puede adquirir la canasta básica con los ingresos que genera en su hogar.

Querer tener a más pobres para asegurar su poder es tener una visión muy mediocre de los tiempos que vivimos, pues impulsar el desarrollo de un país se traduce en mejores empleos, escuelas, servicios, instituciones, empresas y por ende, en mexicanos y mexicanas en mejores condiciones y esa debería ser su principal aspiración.

¿O me va a decir que usted no fue aquel niño que aspiró a ser presidente de México alguna vez para generar bienestar común de todos los mexicanos?