/ martes 19 de julio de 2022

Neurona ciudadana | Juanito


El caso de Juanito, en Querétaro, el niño de 14 años, al que sus compañeros de escuela le rociaron alcohol para después prenderle fuego sólo por su origen otomí, debe prender los focos rojos en toda la sociedad, no sólo queretana sino del país, ya que son inconcebibles los signos de violencia, racismo y clasismo que imperan en México en pleno 2022 y los niños y adolescentes no son ajenos a esto.

Debemos ser conscientes que nos corresponde a todos y todas atacar esta problemática, desde los propios padres, hasta el gobierno y las instituciones educativas, todos debemos trabajar para erradicar cualquier forma de acoso escolar o bullying dentro y fuera de las escuelas.

La ONG Bullying sin Fronteras aseguran que en México existe un incremento considerable de casos de acoso escolar tanto físico como virtual, también conocido como ciberbullying; destacan un registro de 180 mil casos entre enero de 2020 a diciembre de 2021, lo que coloca a nuestro país a la cabeza de este bochornoso ranking de países con más bullying, por encima de Estados Unidos, China, España, Japón, Guatemala, República Dominicana o Costa Rica, entre otros. La misma organización señala que 7 de cada 10 niños y adolescentes sufren un caso de bullying cada día.

Sabemos del arduo trabajo que realiza la Secretaría de Educación Pública del estado de Querétaro en esta problemática. Sin embargo, queda claro que aún existen áreas de oportunidad para que esos esfuerzos permeen en todos los sectores de la sociedad, pues aquí no se trata de ricos o pobres, niños o adultos, mujeres u hombres, homosexuales y heterosexuales, sino de todos y cada uno de los segmentos de la población que han registrado al menos un caso de violencia derivado de su origen, género, creencias o condiciones sociales.

El bullying en las escuelas también refleja un núcleo familiar roto, en el que existe una nula o muy escasa cercanía de los padres con los hijos, provocado entre otras cosas, por la necesidad que tienen, tanto la madre como el padre, de atender la economía familiar, pues sabemos que un solo ingreso ya no alcanza para cubrir los gastos prioritarios de una familia promedio.

A esto, hay que añadir el daño psicológico que produce el acoso escolar en el infante, quien invariablemente lo verá reflejado en un futuro, lo que nos hace decir, ¿qué les espera a esas generaciones violentadas?

Un dato del INEGI que me conmocionó fue que el 15% de los suicidios están ligados al bullying y que de 2008 a 2018 se registraron cerca de 7 mil suicidios infantiles ocasionados por el acoso escolar, es decir, un promedio de 58 casos por mes.

El caso de Juanito debe unir a toda la sociedad y nos debe llevar a realizar acciones contundentes. No puede quedar en el olvido y no debe repetirse.



El caso de Juanito, en Querétaro, el niño de 14 años, al que sus compañeros de escuela le rociaron alcohol para después prenderle fuego sólo por su origen otomí, debe prender los focos rojos en toda la sociedad, no sólo queretana sino del país, ya que son inconcebibles los signos de violencia, racismo y clasismo que imperan en México en pleno 2022 y los niños y adolescentes no son ajenos a esto.

Debemos ser conscientes que nos corresponde a todos y todas atacar esta problemática, desde los propios padres, hasta el gobierno y las instituciones educativas, todos debemos trabajar para erradicar cualquier forma de acoso escolar o bullying dentro y fuera de las escuelas.

La ONG Bullying sin Fronteras aseguran que en México existe un incremento considerable de casos de acoso escolar tanto físico como virtual, también conocido como ciberbullying; destacan un registro de 180 mil casos entre enero de 2020 a diciembre de 2021, lo que coloca a nuestro país a la cabeza de este bochornoso ranking de países con más bullying, por encima de Estados Unidos, China, España, Japón, Guatemala, República Dominicana o Costa Rica, entre otros. La misma organización señala que 7 de cada 10 niños y adolescentes sufren un caso de bullying cada día.

Sabemos del arduo trabajo que realiza la Secretaría de Educación Pública del estado de Querétaro en esta problemática. Sin embargo, queda claro que aún existen áreas de oportunidad para que esos esfuerzos permeen en todos los sectores de la sociedad, pues aquí no se trata de ricos o pobres, niños o adultos, mujeres u hombres, homosexuales y heterosexuales, sino de todos y cada uno de los segmentos de la población que han registrado al menos un caso de violencia derivado de su origen, género, creencias o condiciones sociales.

El bullying en las escuelas también refleja un núcleo familiar roto, en el que existe una nula o muy escasa cercanía de los padres con los hijos, provocado entre otras cosas, por la necesidad que tienen, tanto la madre como el padre, de atender la economía familiar, pues sabemos que un solo ingreso ya no alcanza para cubrir los gastos prioritarios de una familia promedio.

A esto, hay que añadir el daño psicológico que produce el acoso escolar en el infante, quien invariablemente lo verá reflejado en un futuro, lo que nos hace decir, ¿qué les espera a esas generaciones violentadas?

Un dato del INEGI que me conmocionó fue que el 15% de los suicidios están ligados al bullying y que de 2008 a 2018 se registraron cerca de 7 mil suicidios infantiles ocasionados por el acoso escolar, es decir, un promedio de 58 casos por mes.

El caso de Juanito debe unir a toda la sociedad y nos debe llevar a realizar acciones contundentes. No puede quedar en el olvido y no debe repetirse.