/ miércoles 11 de marzo de 2020

Sólo para villamelones

Con Olivenza como primera gran feria del año, inicia un nuevo ciclo, una nueva temporada europea. ¿Qué nos deparará?

Imposible, por supuesto, es saberlo con anticipación. Casi cualquier cosa podría pasar en un ciclo marcado por el regreso a los ruedos de Alejandro Talavante, que seguramente le pondrá un poquito de condimento al mundo taurino, y el anuncio de dos controvertidos carteles en los que José Tomás se presentará con rejoneadores.

Sin embargo, y en ánimo pitoniso, me parece que este año 2020 podría ser el de la consolidación definitiva de Antonio Ferrera. Eso parece indicar este espectacular inicio de temporada, con indulto incluido, y esa resaca triunfal americana que lo ha puesto en un sitio donde no hay cabida para el pesimismo.

No es que el toreo de Ferrera, o más bien, la puesta en escena alrededor del mismo, sea algo que particularmente me emocione, pero es un hecho que sí lo hace con un público atento a sus pasos. Más allá de las poses y los dramatismos en su andar, el toreo del nacido en Baleares contiene una esencia profunda, añeja y sólida que puede brotar en cualquier momento. Y hoy por hoy, Ferrera parece no temerle a nadie.

También podría ser, finalmente, el año de Emilio de Justo, ese gran torero que se ha ido perfeccionando a sí mismo, capaz de poderle a los toros más complejos y poseedor de una capacidad lidiadora y un arte muy singulares. Acabó la temporada anterior a tambor batiente y ha iniciado ésta como si no hubiese habido un parón intermedio. Ha sido una lástima no verlo en México, tras su inexplicada desaparición de los carteles en la Monumental de Insurgentes, donde se había anunciado su presencia.

Me parece que Talavante toreará poco, pero suficiente para sembrar expectación y convencer a los taurinos. Tardes puntuales en plazas escogidas convertirán a su temporada en un escaparate luminoso para su toreo. Curioso es ver cómo regresa renovado y fuerte, luego de aquella despedida en medio de la desesperación al concluir la temporada 2018. Ha sabido manejar las cosas muy bien, esperando lo suficiente y manejando la mercadotecnia de inmejorable manera.

Creo que, por desgracia, ésta no será una temporada para los mexicanos; no para los alternativados, que lucirán por su ausencia, acaso con la escasa salvedad de alguno (quizá Luis David) en las ferias más importantes.

Pero también intuyo que se mantendrán los buenos tiempos para los novilleros aztecas, que San Román, Gutiérrez, Aguilar, Adame, Gilio, y, sobre todo, Fonseca, cabalgarán exitosos por los territorios europeos, culminando el año, quizá, con una o más alternativas. De todos ellos, considero que el michoacano se colocará como una pieza fundamental de los carteles novilleriles del 2020.

Pero, bueno, todo eso no es mas que especulación inútil, ideas que parten de la nada. Lo único cierto es que la incipiente temporada europea nos depara un largo trecho de emociones por descubrir.

Con Olivenza como primera gran feria del año, inicia un nuevo ciclo, una nueva temporada europea. ¿Qué nos deparará?

Imposible, por supuesto, es saberlo con anticipación. Casi cualquier cosa podría pasar en un ciclo marcado por el regreso a los ruedos de Alejandro Talavante, que seguramente le pondrá un poquito de condimento al mundo taurino, y el anuncio de dos controvertidos carteles en los que José Tomás se presentará con rejoneadores.

Sin embargo, y en ánimo pitoniso, me parece que este año 2020 podría ser el de la consolidación definitiva de Antonio Ferrera. Eso parece indicar este espectacular inicio de temporada, con indulto incluido, y esa resaca triunfal americana que lo ha puesto en un sitio donde no hay cabida para el pesimismo.

No es que el toreo de Ferrera, o más bien, la puesta en escena alrededor del mismo, sea algo que particularmente me emocione, pero es un hecho que sí lo hace con un público atento a sus pasos. Más allá de las poses y los dramatismos en su andar, el toreo del nacido en Baleares contiene una esencia profunda, añeja y sólida que puede brotar en cualquier momento. Y hoy por hoy, Ferrera parece no temerle a nadie.

También podría ser, finalmente, el año de Emilio de Justo, ese gran torero que se ha ido perfeccionando a sí mismo, capaz de poderle a los toros más complejos y poseedor de una capacidad lidiadora y un arte muy singulares. Acabó la temporada anterior a tambor batiente y ha iniciado ésta como si no hubiese habido un parón intermedio. Ha sido una lástima no verlo en México, tras su inexplicada desaparición de los carteles en la Monumental de Insurgentes, donde se había anunciado su presencia.

Me parece que Talavante toreará poco, pero suficiente para sembrar expectación y convencer a los taurinos. Tardes puntuales en plazas escogidas convertirán a su temporada en un escaparate luminoso para su toreo. Curioso es ver cómo regresa renovado y fuerte, luego de aquella despedida en medio de la desesperación al concluir la temporada 2018. Ha sabido manejar las cosas muy bien, esperando lo suficiente y manejando la mercadotecnia de inmejorable manera.

Creo que, por desgracia, ésta no será una temporada para los mexicanos; no para los alternativados, que lucirán por su ausencia, acaso con la escasa salvedad de alguno (quizá Luis David) en las ferias más importantes.

Pero también intuyo que se mantendrán los buenos tiempos para los novilleros aztecas, que San Román, Gutiérrez, Aguilar, Adame, Gilio, y, sobre todo, Fonseca, cabalgarán exitosos por los territorios europeos, culminando el año, quizá, con una o más alternativas. De todos ellos, considero que el michoacano se colocará como una pieza fundamental de los carteles novilleriles del 2020.

Pero, bueno, todo eso no es mas que especulación inútil, ideas que parten de la nada. Lo único cierto es que la incipiente temporada europea nos depara un largo trecho de emociones por descubrir.