/ miércoles 12 de enero de 2022

Sólo para villamelones | El tema

Creo que para cualquier columnista el principal problema suele ser elegir el tema a abordar; luego, por cuestiones difíciles de entender, las palabras suelen salir más tersas. Pero resulta que a veces las cosas son justamente al revés: que se tiene un tema específico para tratar, pero que las palabras para hacerlo no salen. Es el caso que me ocupa hoy: el inminente mano a mano, del próximo viernes en Juriquilla, entre Morante de la Puebla y Joselito Adame.

Y es que no quiero ser cruel con ellas, con las palabras. No quiero tocar el sentimiento, el gusto personal, de una mayoría que suele salir de la plaza con la sensación, y hasta la seguridad, de que el de Aguascalientes le ganó la partida al sevillano. Tampoco quiero minimizar las virtudes taurinas de Adame, cuya labor profesional me merece el mayor de los respetos, con todo y que, para mí, no sea “esa máxima figura nacional” a la que se alude siempre antes de este tipo de compromisos.

O sea que el tema lo tengo, ¿pero cómo lo desarrollo? ¿Cómo expreso, sin ofender a nadie, que las diferencias entre ambas tauromaquias son tan distantes, que un simple detalle de Morante opaca toda una faena de Joselito? ¿Cómo que sólo hay que poner un poquito de atención, más allá de lo superfluo, para distinguir esas distancias abismales? ¿Cómo digo, sin que alguien se sienta atacado, que sólo hay que poner un poquito de sensibilidad, o una pizca de conocimiento taurino, para advertir las diferencias entre momentos artísticos y simples trapazos?

Y es que el tema lo tengo, pero no quiero enemistarme con ningún lector. El tema lo tengo, pero es feo expresar lo que pienso. El tema es claro, pero creo que no para la mayoría. Así que mejor no hablaré de ese tema.


Creo que para cualquier columnista el principal problema suele ser elegir el tema a abordar; luego, por cuestiones difíciles de entender, las palabras suelen salir más tersas. Pero resulta que a veces las cosas son justamente al revés: que se tiene un tema específico para tratar, pero que las palabras para hacerlo no salen. Es el caso que me ocupa hoy: el inminente mano a mano, del próximo viernes en Juriquilla, entre Morante de la Puebla y Joselito Adame.

Y es que no quiero ser cruel con ellas, con las palabras. No quiero tocar el sentimiento, el gusto personal, de una mayoría que suele salir de la plaza con la sensación, y hasta la seguridad, de que el de Aguascalientes le ganó la partida al sevillano. Tampoco quiero minimizar las virtudes taurinas de Adame, cuya labor profesional me merece el mayor de los respetos, con todo y que, para mí, no sea “esa máxima figura nacional” a la que se alude siempre antes de este tipo de compromisos.

O sea que el tema lo tengo, ¿pero cómo lo desarrollo? ¿Cómo expreso, sin ofender a nadie, que las diferencias entre ambas tauromaquias son tan distantes, que un simple detalle de Morante opaca toda una faena de Joselito? ¿Cómo que sólo hay que poner un poquito de atención, más allá de lo superfluo, para distinguir esas distancias abismales? ¿Cómo digo, sin que alguien se sienta atacado, que sólo hay que poner un poquito de sensibilidad, o una pizca de conocimiento taurino, para advertir las diferencias entre momentos artísticos y simples trapazos?

Y es que el tema lo tengo, pero no quiero enemistarme con ningún lector. El tema lo tengo, pero es feo expresar lo que pienso. El tema es claro, pero creo que no para la mayoría. Así que mejor no hablaré de ese tema.