/ miércoles 21 de abril de 2021

Sólo para villamelones | Emilio de Justo

Caracterizado por el esfuerzo, por la lucha y el sacrificio, Emilio de Justo es hoy, quizá, el torero que más puede interesar a los aficionados de solera a la fiesta de los toros. Pese a su veteranía de treinta y ocho años, y a las muchas temporadas de escasa participación, el diestro nacido en Torrejoncillo, en Extremadura, ha venido a demostrar una calidad que ya nadie le escatima.

Emilio Elías Serrano Justo, que tal es su nombre completo, tomó la alternativa en Cáceres, en el 2007, apadrinado por Alejando Talavante y teniendo como testigo a Cayetano Rivera, con toros de Vegahermosa, y luego confirmaría su doctorado en la madrileña plaza de Las Ventas al año siguiente, ahora con bureles de Juan Luis Fraile, y teniendo como padrino y testigo a Aníbal Ruíz y Sergio Martínez, respectivamente.

No sería hasta una década después, en el 2018, cuando el torero extremeño lograra abrir, finalmente, la puerta grande del coso más importante del mundo taurino, pero seguramente lo más recordado de su trayectoria haya sido un par de encerronas con toros de Victorino Martín, la última de las cuales, en Dax, daría mucho de qué hablar.

Fue apoderado siempre, hasta que a finales del 2019 los grandes de la especialidad pusieron los ojos en él, por el francés Ludovic Ledong, conocido popularmente por “Luisito”, a quien buscó, siendo un chaval, para pedirle ayuda en el complicado panorama de conseguir festejos, y quien, a su vez, había también llevado inicialmente la carrera de Pablo Aguado.

El caso es que tras casi tres lustros de pelear lugares en las corridas europeas, De Justo se ha convertido, hoy por hoy, en el torero más atractivo de cuantos pueden anunciarse en una temporada tan atípica como la del presente año, marcada, como la anterior, por la pandemia y la escasez de festejos.

Torero de enorme calidad, de profundidad manifiesta, de poder indiscutible, ha madurado lo suficiente como para alcanzar el gusto del aficionado más exigente, y con ello, ha demostrado que no hay edad para alcanzar el éxito, y que si se tiene la esencia, sólo es cuestión de tiempo, y algo de suerte, para alcanzar la cúspide.

Es una lástima que la situación sanitaria que vivimos nos impida, al menos por el momento, disfrutar la tauromaquia de De Justo por estas tierras. Quizá pronto podamos contar con ese privilegio.

Caracterizado por el esfuerzo, por la lucha y el sacrificio, Emilio de Justo es hoy, quizá, el torero que más puede interesar a los aficionados de solera a la fiesta de los toros. Pese a su veteranía de treinta y ocho años, y a las muchas temporadas de escasa participación, el diestro nacido en Torrejoncillo, en Extremadura, ha venido a demostrar una calidad que ya nadie le escatima.

Emilio Elías Serrano Justo, que tal es su nombre completo, tomó la alternativa en Cáceres, en el 2007, apadrinado por Alejando Talavante y teniendo como testigo a Cayetano Rivera, con toros de Vegahermosa, y luego confirmaría su doctorado en la madrileña plaza de Las Ventas al año siguiente, ahora con bureles de Juan Luis Fraile, y teniendo como padrino y testigo a Aníbal Ruíz y Sergio Martínez, respectivamente.

No sería hasta una década después, en el 2018, cuando el torero extremeño lograra abrir, finalmente, la puerta grande del coso más importante del mundo taurino, pero seguramente lo más recordado de su trayectoria haya sido un par de encerronas con toros de Victorino Martín, la última de las cuales, en Dax, daría mucho de qué hablar.

Fue apoderado siempre, hasta que a finales del 2019 los grandes de la especialidad pusieron los ojos en él, por el francés Ludovic Ledong, conocido popularmente por “Luisito”, a quien buscó, siendo un chaval, para pedirle ayuda en el complicado panorama de conseguir festejos, y quien, a su vez, había también llevado inicialmente la carrera de Pablo Aguado.

El caso es que tras casi tres lustros de pelear lugares en las corridas europeas, De Justo se ha convertido, hoy por hoy, en el torero más atractivo de cuantos pueden anunciarse en una temporada tan atípica como la del presente año, marcada, como la anterior, por la pandemia y la escasez de festejos.

Torero de enorme calidad, de profundidad manifiesta, de poder indiscutible, ha madurado lo suficiente como para alcanzar el gusto del aficionado más exigente, y con ello, ha demostrado que no hay edad para alcanzar el éxito, y que si se tiene la esencia, sólo es cuestión de tiempo, y algo de suerte, para alcanzar la cúspide.

Es una lástima que la situación sanitaria que vivimos nos impida, al menos por el momento, disfrutar la tauromaquia de De Justo por estas tierras. Quizá pronto podamos contar con ese privilegio.