/ jueves 3 de diciembre de 2020

Sopa de letras | Mi verdad de la copa mundial

Maradona fue siempre un fenómeno, tanto dentro como fuera de un estadio del calcio napolitano, o del coloso de Santa Ursula, el estadio Azteca sede del “Mundial México 86”. Dentro de una cancha, adentro era la mano de Dios, afuera si había quienes lo amaban y quienes también lo odiaban. Nos sorprendió la noticia, sabíamos que estaba mal, pero Diego Armando Maradona 10 20, veces se podría haber muerto y terminaba levantado de su dipsomanía y la droga; la última vez que lo vimos en público, fue hace unas semanas cuando retomó el campeonato de fútbol de primera división en Argentina y cómo director técnico del club gimnasia y esgrima la plata, fue al inicio del partido, porque justo ese mismo día, 30 de octubre, cumplía 60 años, y ahí se le vio muy desmejorado, estuvo solo unos minutos, saludó, obviamente no al público, porque era futbol sin gente, lo aplaudieron los jugadores y los periodistas y nada más y después se retiró, fue la última aparición pública. Su última gambeta fue el pasado 25 de noviembre de este año.

A treinta y cuatro años de la consagración en el “Mundial de México 86”, Diego Armando Maradona revisa y relata en su libro de su autoría: “México 86 así ganamos la Copa mi Mundial mi Verdad” de la editorial Debate. Con voz inconfundible, relata el momento más brillante de su carrera, cuando lideró a la selección Argentina hacia un título del mundo que no se ha repetido hasta hoy. Recuerda aquella hazaña histórica que alcanzó ribetes de leyenda, además de cómo logró junto a sus compañeros, contra todo y contra todos, su historia narrada en primera persona.

“Llegó la hora de contar las cosas como fueron. Aquel fue el verdadero campeonato del mundo de los argentinos: el más luchado, el más sentido y el más merecido. Pienso y hablo en presente de “Mexico 86’ y se me ilumina la cara. Ese Mundial fue el momento más sublime de mí carrera. Éramos veintidós locos dispuestos a ir a la guerra, y logré instalar la idea de que jugar con la camiseta de la selección era lo más importante, aunque la guita la hiciera en un club europeo. Hace treinta años ganamos la Copa del Mundo, la última que levantó un seleccionado argentino, con veinticinco dólares de viáticos por día”.

Redacta: “Llegó la hora de hablar más del plantel de jugadores y menos del plantel de Bilardo. Después del partido contra los ingleses, Valdano me dijo - Diego a partir de hoy sos el mejor jugador del mundo-. Jugamos contra los ingleses después de una guerra en la que los chicos argentinos fueron a pelear en zapatillas. Los padres se lo contaron a sus hijos, y los hijos se lo contaron a sus hijos. Pasaron treinta años y lo siguen contando. Nació la leyenda, y los mexicanos seguiremos hablando de Diego y su Mundial.

Maradona fue siempre un fenómeno, tanto dentro como fuera de un estadio del calcio napolitano, o del coloso de Santa Ursula, el estadio Azteca sede del “Mundial México 86”. Dentro de una cancha, adentro era la mano de Dios, afuera si había quienes lo amaban y quienes también lo odiaban. Nos sorprendió la noticia, sabíamos que estaba mal, pero Diego Armando Maradona 10 20, veces se podría haber muerto y terminaba levantado de su dipsomanía y la droga; la última vez que lo vimos en público, fue hace unas semanas cuando retomó el campeonato de fútbol de primera división en Argentina y cómo director técnico del club gimnasia y esgrima la plata, fue al inicio del partido, porque justo ese mismo día, 30 de octubre, cumplía 60 años, y ahí se le vio muy desmejorado, estuvo solo unos minutos, saludó, obviamente no al público, porque era futbol sin gente, lo aplaudieron los jugadores y los periodistas y nada más y después se retiró, fue la última aparición pública. Su última gambeta fue el pasado 25 de noviembre de este año.

A treinta y cuatro años de la consagración en el “Mundial de México 86”, Diego Armando Maradona revisa y relata en su libro de su autoría: “México 86 así ganamos la Copa mi Mundial mi Verdad” de la editorial Debate. Con voz inconfundible, relata el momento más brillante de su carrera, cuando lideró a la selección Argentina hacia un título del mundo que no se ha repetido hasta hoy. Recuerda aquella hazaña histórica que alcanzó ribetes de leyenda, además de cómo logró junto a sus compañeros, contra todo y contra todos, su historia narrada en primera persona.

“Llegó la hora de contar las cosas como fueron. Aquel fue el verdadero campeonato del mundo de los argentinos: el más luchado, el más sentido y el más merecido. Pienso y hablo en presente de “Mexico 86’ y se me ilumina la cara. Ese Mundial fue el momento más sublime de mí carrera. Éramos veintidós locos dispuestos a ir a la guerra, y logré instalar la idea de que jugar con la camiseta de la selección era lo más importante, aunque la guita la hiciera en un club europeo. Hace treinta años ganamos la Copa del Mundo, la última que levantó un seleccionado argentino, con veinticinco dólares de viáticos por día”.

Redacta: “Llegó la hora de hablar más del plantel de jugadores y menos del plantel de Bilardo. Después del partido contra los ingleses, Valdano me dijo - Diego a partir de hoy sos el mejor jugador del mundo-. Jugamos contra los ingleses después de una guerra en la que los chicos argentinos fueron a pelear en zapatillas. Los padres se lo contaron a sus hijos, y los hijos se lo contaron a sus hijos. Pasaron treinta años y lo siguen contando. Nació la leyenda, y los mexicanos seguiremos hablando de Diego y su Mundial.