/ jueves 11 de noviembre de 2021

Sopa de letras | Time


Un día de otoño de 1953, Isaac Asimov hojeaba un viejo ejemplar de la revista Time de 1932 cuando en sus páginas vio una imagen de un hongo nuclear.

Se quedó petrificado echando cuentas, aún faltaban 13 años para las explosiones de Hiroshima y Nagasaki después comprendió que esa imagen era en realidad una foto de un géiser y de esa confusión nació una novela de viajes en el tiempo llamada “El fin de la eternidad” en la que se había del siglo ciento cincuenta mil, donde hay muchas especies vivientes pero ninguna humana.

Ahora por el camino que va de la declaración de la pandemia a los últimos desastres climáticos, nuestro reloj mental parece estar transformándose. Es presiones como “por los siglos de los siglos” o “de aquí a la eternidad” se nos antojan absurdas, y son cada vez más los que señalan que la flecha del tiempo es, en realidad, una cuenta atrás. Un estudio publicado en junio en la revista Time Society reveló que el sentido del paso del tiempo a cambiado drásticamente desde marzo de 2019 forzandonos dé paso a revisar el pasado, el presente y el futuro.

El problema es la percepción de que es una aceleración desbocada, acentuada con la irrupción la pandemia. Vivimos en un momento clave desde un punto de vista biológico, físico y social, se están redirigiendo las aceleraciones hacia lo digital, para tratar de dominar el futuro. El celular, la inteligencia artificial. Y si no tomamos medidas esta aceleración que puede llevar al desastre al poner en tensión física y psíquica las realidades finitas.

El problema es que esta tensión borra la idea de esperanza, donde solo persevera la noción de supervivencia y donde el futuro se percibe como un gran almacén de catástrofes que vienen hacia nosotros.

Tenemos que reactivar la idea del futuro. Normalmente operamos en un horizonte temporal donde conviven la idea de pasado presente y porvenir. Un hilo frágil donde a partir de nuestras experiencias, desarrollamos expectativas.

Pero la pandemia ha hecho saltar en pedazos esa progresión temporal, y estamos ante una ruptura existencial donde el tiempo se ha transformado en una sustancia lenta y espesa sin.direccion para los humanos. O usted que piensa de su tiempo y tenporalidad en esta inacabada pandemia.


Un día de otoño de 1953, Isaac Asimov hojeaba un viejo ejemplar de la revista Time de 1932 cuando en sus páginas vio una imagen de un hongo nuclear.

Se quedó petrificado echando cuentas, aún faltaban 13 años para las explosiones de Hiroshima y Nagasaki después comprendió que esa imagen era en realidad una foto de un géiser y de esa confusión nació una novela de viajes en el tiempo llamada “El fin de la eternidad” en la que se había del siglo ciento cincuenta mil, donde hay muchas especies vivientes pero ninguna humana.

Ahora por el camino que va de la declaración de la pandemia a los últimos desastres climáticos, nuestro reloj mental parece estar transformándose. Es presiones como “por los siglos de los siglos” o “de aquí a la eternidad” se nos antojan absurdas, y son cada vez más los que señalan que la flecha del tiempo es, en realidad, una cuenta atrás. Un estudio publicado en junio en la revista Time Society reveló que el sentido del paso del tiempo a cambiado drásticamente desde marzo de 2019 forzandonos dé paso a revisar el pasado, el presente y el futuro.

El problema es la percepción de que es una aceleración desbocada, acentuada con la irrupción la pandemia. Vivimos en un momento clave desde un punto de vista biológico, físico y social, se están redirigiendo las aceleraciones hacia lo digital, para tratar de dominar el futuro. El celular, la inteligencia artificial. Y si no tomamos medidas esta aceleración que puede llevar al desastre al poner en tensión física y psíquica las realidades finitas.

El problema es que esta tensión borra la idea de esperanza, donde solo persevera la noción de supervivencia y donde el futuro se percibe como un gran almacén de catástrofes que vienen hacia nosotros.

Tenemos que reactivar la idea del futuro. Normalmente operamos en un horizonte temporal donde conviven la idea de pasado presente y porvenir. Un hilo frágil donde a partir de nuestras experiencias, desarrollamos expectativas.

Pero la pandemia ha hecho saltar en pedazos esa progresión temporal, y estamos ante una ruptura existencial donde el tiempo se ha transformado en una sustancia lenta y espesa sin.direccion para los humanos. O usted que piensa de su tiempo y tenporalidad en esta inacabada pandemia.