En medio de un ritual multicolores, con sonajas que adornan el andar de las mujeres de los pueblos originarios de Amealco de Bonfil, suena la danza de “las pastoras”, la cual se ha convertido en un homenaje a la mujer indígena, a quien se conmemora este 5 de septiembre.
María Isabel Pascual García, impulsora de la cultura hñöhñö, relató que de acuerdo a lo que sus antepasados le platicaban era que, al hacer esta danza se pedía a Dios para que fuera buena la temporada de lluvia y con ello tener cosechas abundantes para el comercio y el consumo.
Explicó que cada elemento del traje tradicional de San Ildefonso Tultepec tiene un por qué, aunque precisó que, al paso de los años, también se ha tenido una evolución el traje tradicional, la música con la que se hacen acompañar y la forma de danzar.
Dijo que los listones son un sello distintivo de nuestra danza, surgieron por los mayordomos por su compromiso del cargo, las flores deben ser seis piezas únicamente, y que en los mismos sombreros se colocan conos de papel brillante para hacerlo elegante.
En lo que se refiere al traje tradicional, comentó que fue llenándose de colores, de tablones, haciéndose parte de la evolución, al igual que el sombrero y poniendo en ellos bordados antiguos pero coloridos.
En la cabeza, de cada lado de 6 a 8 pasadores que enmarcan la cara desde las orejas hasta las cienes, aretes brillantes color oro o color plata, también se colocan collares de bolita rojo, verde, rosa, amarillo, plata, azul adornaban el cuello que daba más color.
Pascual García dijo que, en los dedos, van anillos, muchos anillos de diferentes tamaños en color oro, plata o cobre y se pone una banda roja como parte del vestuario.
Para el momento de la danza, pasaron de estar descalzas a usar zapatos de plástico y luego de charol para brillar con todo esplendor a la hora de ofrendar, dar gracias y pedir por la vida con el bastón lleno de cascabeles, y, golpeando en la tierra una bala calibre 16 como instrumento que hace segunda a el tambor y violín.