/ viernes 21 de febrero de 2020

Un narrador mazahua

Día Internacional de la Lengua Materna

Para el escritor y poeta mazahua, Francisco León Cuervo, la escritura es el mejor instrumento para preservar la memoria de los pueblos indígenas que, “como el mazahua, se encuentran acariciando el ocaso de su existencia”.

Aunque estas fueron las palabras que el autor de la novela “Nu pama pama nzhogú” ( “El eterno retorno”) pronunció al recibir en 2018 el Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA), asegura que si bien la escritura coadyuva en el registro de la lengua, no hace lo mismo con su preservación.

“Podemos escribir 10 o 100 libros, incluso ganar el Premio Nobel, y eso no va a ser nada por las lenguas indígenas; hacen más la abuelita o la mamá que, haciendo las tortillas, le enseña a sus hijas a hablar la lengua; o aquellos que sembrando la milpa, cosechando y yendo por leña y lavando en los ríos, les comparten la lengua a sus nietos y a su hijos. Ellos son los que realmente mantienen viva la lengua, nosotros como escritores contribuimos ciertamente, pero no a la preservación oral como tal, sino más bien a su registro escrito”, señala León Cuervo.

Asimismo hace hincapié en que existen muy pocos lectores, ya que la lengua mazahua no existe en toda la región y de los más de 130 mil hablantes mazahuas que identifica el Insituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), no hay más de 30 personas que sean capaces de leerla a la perfección. “Es muy poco lo que se puede hacer desde la literatura”, advierte.

A un día de su participación en la sexta edición del Festival de Lengua, Arte y Cultura Otomí (FLACO), que se realizará en Querétaro del 21 al 29 de febrero, en el marco del Día Internacional de la Lengua Materna–y en el que presentará su novela galardonada así como “Yo jomú nu ú’ú” (“Las tierras del dolor”) y el poemario del colectivo Escritores Mazahuas “Zojña jñatjo” (“En alas de la palabra”), el autor habla sobre la vitalidad de su lengua, de los proyectos que se han construido para su difusión y revitalización, y de la relevancia de los días conmemorativos para la promoción de la diversidad lingüística en la sociedad.

El retorno de la lengua

Su pasión por las historias empujó a León a escribir las suyas a los 15 años, aunque confiesa, fue hasta los 22 que empezó a hacerlo en la lengua de su pueblo. Y es que como muchos otros jóvenes de la comunidad aprendió el mazahua después del español, y no sabía que esta lengua se podía escribir.

“Estamos hablando del año 2006 (...), no había una conciencia sobre la importancia de mantener viva la lengua indígena, nunca nos lo habíamos planteado. ¿Qué hacemos con la lengua, las costumbres y las tradiciones de nuestro pueblo?”, recuerda que se cuestionó mientras estudiaba Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural del Estado de México.

Así fue como empezó las líneas de su primer libro y a trabajar como traductor y docente de educación primaria indígena.

Aunque lamenta que cada vez existan menos hablantes de la lengua en la región Mazahua –135 mil 897 personas de acuerdo con los datos censales de 2010 de INEGI–, celebra que en los últimos años hayan surgido iniciativas desde las mismas comunidades que buscan revitalizarla.

“Hay jóvenes que están retomando la lengua y existe una aplicación para aprenderla, así como youtubers mazahuas que, aún con pocos seguidores, lo intentan”, detalla, y menciona la “Jñiñi Jñatjo”, una revista electrónica bilingüe en la que, junto a otros, difunde investigaciones sobre las comunidades mazahuas, poemas e información sobre su cultura.

Finalmente, reflexiona sobre las conmemoraciones. “Han servido para visibilizar mucho el trabajo que están haciendo diversos actores sociales, porque hay que decirlo, no son las instituciones las que trabajan, es la gente con o sin nombramientos quienes han creado los proyectos y trabajado en pro de las diversas lenguas (...) Ahora que se viene el Decenio se van a visibilizar muchas cosas, pero también va a ser un buen pretexto para un desfalco del erario público (...) Lo que tenemos que hacer es seguir enseñando la lengua a las generaciones que vienen, así tendremos una buena parte del camino ganado”.

Para el escritor y poeta mazahua, Francisco León Cuervo, la escritura es el mejor instrumento para preservar la memoria de los pueblos indígenas que, “como el mazahua, se encuentran acariciando el ocaso de su existencia”.

Aunque estas fueron las palabras que el autor de la novela “Nu pama pama nzhogú” ( “El eterno retorno”) pronunció al recibir en 2018 el Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA), asegura que si bien la escritura coadyuva en el registro de la lengua, no hace lo mismo con su preservación.

“Podemos escribir 10 o 100 libros, incluso ganar el Premio Nobel, y eso no va a ser nada por las lenguas indígenas; hacen más la abuelita o la mamá que, haciendo las tortillas, le enseña a sus hijas a hablar la lengua; o aquellos que sembrando la milpa, cosechando y yendo por leña y lavando en los ríos, les comparten la lengua a sus nietos y a su hijos. Ellos son los que realmente mantienen viva la lengua, nosotros como escritores contribuimos ciertamente, pero no a la preservación oral como tal, sino más bien a su registro escrito”, señala León Cuervo.

Asimismo hace hincapié en que existen muy pocos lectores, ya que la lengua mazahua no existe en toda la región y de los más de 130 mil hablantes mazahuas que identifica el Insituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), no hay más de 30 personas que sean capaces de leerla a la perfección. “Es muy poco lo que se puede hacer desde la literatura”, advierte.

A un día de su participación en la sexta edición del Festival de Lengua, Arte y Cultura Otomí (FLACO), que se realizará en Querétaro del 21 al 29 de febrero, en el marco del Día Internacional de la Lengua Materna–y en el que presentará su novela galardonada así como “Yo jomú nu ú’ú” (“Las tierras del dolor”) y el poemario del colectivo Escritores Mazahuas “Zojña jñatjo” (“En alas de la palabra”), el autor habla sobre la vitalidad de su lengua, de los proyectos que se han construido para su difusión y revitalización, y de la relevancia de los días conmemorativos para la promoción de la diversidad lingüística en la sociedad.

El retorno de la lengua

Su pasión por las historias empujó a León a escribir las suyas a los 15 años, aunque confiesa, fue hasta los 22 que empezó a hacerlo en la lengua de su pueblo. Y es que como muchos otros jóvenes de la comunidad aprendió el mazahua después del español, y no sabía que esta lengua se podía escribir.

“Estamos hablando del año 2006 (...), no había una conciencia sobre la importancia de mantener viva la lengua indígena, nunca nos lo habíamos planteado. ¿Qué hacemos con la lengua, las costumbres y las tradiciones de nuestro pueblo?”, recuerda que se cuestionó mientras estudiaba Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural del Estado de México.

Así fue como empezó las líneas de su primer libro y a trabajar como traductor y docente de educación primaria indígena.

Aunque lamenta que cada vez existan menos hablantes de la lengua en la región Mazahua –135 mil 897 personas de acuerdo con los datos censales de 2010 de INEGI–, celebra que en los últimos años hayan surgido iniciativas desde las mismas comunidades que buscan revitalizarla.

“Hay jóvenes que están retomando la lengua y existe una aplicación para aprenderla, así como youtubers mazahuas que, aún con pocos seguidores, lo intentan”, detalla, y menciona la “Jñiñi Jñatjo”, una revista electrónica bilingüe en la que, junto a otros, difunde investigaciones sobre las comunidades mazahuas, poemas e información sobre su cultura.

Finalmente, reflexiona sobre las conmemoraciones. “Han servido para visibilizar mucho el trabajo que están haciendo diversos actores sociales, porque hay que decirlo, no son las instituciones las que trabajan, es la gente con o sin nombramientos quienes han creado los proyectos y trabajado en pro de las diversas lenguas (...) Ahora que se viene el Decenio se van a visibilizar muchas cosas, pero también va a ser un buen pretexto para un desfalco del erario público (...) Lo que tenemos que hacer es seguir enseñando la lengua a las generaciones que vienen, así tendremos una buena parte del camino ganado”.

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