Glaucoma: el ladrón silencioso de la vista

Karina Jiménez T.

  · lunes 7 de mayo de 2018

El glaucoma, es la segunda causa de ceguera a nivel mundial y la primera de ceguera no reversible, siendo un problema grave de salud, por lo que es necesario acudir con el oftalmólogo por lo menos una vez al año para un diagnóstico temprano y poder retrasar el daño.

Esta condición, que va reduciendo la visión periférica del ojo, se produce principalmente cuando la presión ocular interna aumenta debido a que no existe un buen drenado de los líquidos (humor acuoso) que se producen para el buen funcionamiento del ojo.

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En la mayoría de los casos no hay síntomas; en algunos, el daño puede avanzar lentamente, pero en otros se puede perder la vista en un periodo de 24 horas, por lo que ante cualquier alteración en la vista o aparición de manchas en la visión, hay que acudir al especialista.

El diagnóstico oportuno aumenta la posibilidad de mantener hasta al final de la vida el nivel de visión con que se llega al momento en que se detecta el problema.

Especialistas han señalaron que en el mundo hay aproximadamente 64.3 millones de personas con glaucoma, de los cuales siete millones están ciegas.

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Para 2020 se espera aumente a 80 millones la cifra de personas con glaucoma, y para 2040 se estima serán 112 millones, según proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El abuso de la cortisona eleva el riesgo de glaucoma, De ahí la importancia de no automedicarse con gotas para blanquear los ojos.

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La población afro y los latinos, principalmente los mexicanos, tienen tres o cuatro veces más riesgo de glaucoma, comparados con la población caucásica.

Este padecimiento caracterizado por la pérdida de campo visual puede presentar o no síntomas, los cuales pueden ser dolor de cabeza y de ojos, cambios en la visión, cambio constante de lentes porque no ven bien, lagrimeo, ojos rojos y destellos de luz alrededor de los focos.

Los factores de riesgo son herencia familiar y algunas enfermedades preexistentes, como diabetes o hipertensión arterial y golpes en la cabeza.

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Esta enfermedad es crónica, progresiva e incurable, pero con gotas oculares puede detenerse la progresión.


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