/ lunes 22 de julio de 2019

Drogodependientes callejeros

En la Ciudad de México la población en situación de calle de drogodependientes suele ser poco atendida, contrario a lo que se puede pensar, ese sector no consume “por desaparecer sus penas, ni para olvidar el hambre”, como dice el mito, sino por placer.

El director general de la organización civil “El Caracol”, Luis Enrique Hernández explicó que “el tema del consumo de drogas en la calle es de salud, si lo vemos como un problema; por lo regular se buscan medidas prohibicionistas”.

“Cuando decimos que es un tema de salubridad nos referimos a que la estructura médica está preparada para prevenir y dar soluciones a la gente, pero además deben desarrollar medidas de atención para quienes sufren de intoxicación por solventes”, aclaró.

El acceso a las drogas lo establece el propio mercado, limitando su consumo a los diferentes estratos socioeconómicos; los solventes, la marihuana, el alcohol y el tabaco son los principales productos que consume la población en condición de calle según el informe elaborado por el Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) y otras organizaciones civiles.

Existen 6 mil 754 personas en situación de calle, de las cuales el 100 por ciento consume algún tipo de estimulante.

“Los inhalantes son parte ritual de consumo en la calle, como para algunos el fin de semana es consumir alcohol en algún bar o fiesta, algunas de ellas son drogas legales porque las puedes conseguir hasta en la tienda de la esquina”, señaló Luis Enrique Hernández.

Destacó que en el año 2000 el crack bajó considerablemente de precio, se podían conseguir dosis hasta en 10 pesos y la población comenzó a consumir esa sustancia, el mercado establece sus pautas de consumo y por eso ellos llegan a los inhalantes”, dijo el director de la organización “El Caracol”.

Agregó que las drogas empiezan a consumirse en la calle, pero la historia de José Antonio dice todo lo contrario.

“Según la encuesta, de la experiencia de consumo que la organización El Caracol realizó, el 80 por ciento de las personas que consumen drogas lo hacen por placer y no por evitar sus problemas, ni sus necesidades básicas y la mayoría nos dice que en su casa empezaron a consumirla”, detalló Luis Enrique Hernández.

José está sentado en las orillas de Teatro Blanquita cuando relata que es hijo de un policía judicial federal, que a los 10 años de edad le permitió fumarse un cigarrillo, hoy tiene 67 y no ha dejado de fumar.

José Antonio desmiente también esa otra creencia popular que ve en la mariguana la “puerta de entrada” a otras drogas.

“La mariguana es para gente que trabaja, ahora, el alcohol es para los desempleados”, considera José Antonio.

Así habla José Antonio, diferente a la forma en la que se expresa un consumidor callejero inhalando solvente en pedacitos de papel de baño y su alucinada versión de cosas probablemente ciertas.

Otro es el rictus nervioso, siempre atento y vigilante del fumador de piedra de cocaína (el crack) que concentra los ojos en la pipa de cristal, que las más de las veces es un gotero con un alambre enrollado en su interior.

Se sabe que entre los 13 y los 16 años las personas deciden salir a la calle, la mayoría por problemas familiares.

Al otro lado de la ciudad, Jonatan de 20 años de edad, dice que salió a los 16 a las calles, “por unas broncas en la casa y mucho pedo con la familia, llegué a este lugar porque hay gente que no me dice nada y hasta me echa aguas si viene la tira o algo”.

Jonatan es un consumidor de crack y al igual que José, conoció las drogas en casa y cuando llegó a la calle se le hizo costumbre.

Las monedas las consigue trabajando en el semáforo o en algún mercado porque la ansiedad le llega fuerte. En el diálogo, Jonatan fuma una piedra de cocaína y al contacto con el humo los ojos se le avispan y decide partir.

De vuelta con José Antonio, a quien le falta una pierna, dice que para él lo importante es hablar correctamente y no expresarse con malas palabras.

“México es un país poderoso mundialmente, es importante que no nos vean como ignorantes” y suelta una enorme carcajada.

Una de las principales complicaciones con el tema del consumo de drogas y solvente, de la población callejera es el desconocimiento al respecto de la sobredosis, ya que una de las consecuencias es que el cuerpo pierde potasio y crea una patología llamada hipocalemia.

“Lo que hace falta es que sean atendidos desde un sistema de prevención, los protocolos de atención y espacios médicos especializados en toxicología son los mejores para estos casos, porque los inhalantes se han vuelto una droga de moda”, concluyó Enrique Hernández.

En la Ciudad de México la población en situación de calle de drogodependientes suele ser poco atendida, contrario a lo que se puede pensar, ese sector no consume “por desaparecer sus penas, ni para olvidar el hambre”, como dice el mito, sino por placer.

El director general de la organización civil “El Caracol”, Luis Enrique Hernández explicó que “el tema del consumo de drogas en la calle es de salud, si lo vemos como un problema; por lo regular se buscan medidas prohibicionistas”.

“Cuando decimos que es un tema de salubridad nos referimos a que la estructura médica está preparada para prevenir y dar soluciones a la gente, pero además deben desarrollar medidas de atención para quienes sufren de intoxicación por solventes”, aclaró.

El acceso a las drogas lo establece el propio mercado, limitando su consumo a los diferentes estratos socioeconómicos; los solventes, la marihuana, el alcohol y el tabaco son los principales productos que consume la población en condición de calle según el informe elaborado por el Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS) y otras organizaciones civiles.

Existen 6 mil 754 personas en situación de calle, de las cuales el 100 por ciento consume algún tipo de estimulante.

“Los inhalantes son parte ritual de consumo en la calle, como para algunos el fin de semana es consumir alcohol en algún bar o fiesta, algunas de ellas son drogas legales porque las puedes conseguir hasta en la tienda de la esquina”, señaló Luis Enrique Hernández.

Destacó que en el año 2000 el crack bajó considerablemente de precio, se podían conseguir dosis hasta en 10 pesos y la población comenzó a consumir esa sustancia, el mercado establece sus pautas de consumo y por eso ellos llegan a los inhalantes”, dijo el director de la organización “El Caracol”.

Agregó que las drogas empiezan a consumirse en la calle, pero la historia de José Antonio dice todo lo contrario.

“Según la encuesta, de la experiencia de consumo que la organización El Caracol realizó, el 80 por ciento de las personas que consumen drogas lo hacen por placer y no por evitar sus problemas, ni sus necesidades básicas y la mayoría nos dice que en su casa empezaron a consumirla”, detalló Luis Enrique Hernández.

José está sentado en las orillas de Teatro Blanquita cuando relata que es hijo de un policía judicial federal, que a los 10 años de edad le permitió fumarse un cigarrillo, hoy tiene 67 y no ha dejado de fumar.

José Antonio desmiente también esa otra creencia popular que ve en la mariguana la “puerta de entrada” a otras drogas.

“La mariguana es para gente que trabaja, ahora, el alcohol es para los desempleados”, considera José Antonio.

Así habla José Antonio, diferente a la forma en la que se expresa un consumidor callejero inhalando solvente en pedacitos de papel de baño y su alucinada versión de cosas probablemente ciertas.

Otro es el rictus nervioso, siempre atento y vigilante del fumador de piedra de cocaína (el crack) que concentra los ojos en la pipa de cristal, que las más de las veces es un gotero con un alambre enrollado en su interior.

Se sabe que entre los 13 y los 16 años las personas deciden salir a la calle, la mayoría por problemas familiares.

Al otro lado de la ciudad, Jonatan de 20 años de edad, dice que salió a los 16 a las calles, “por unas broncas en la casa y mucho pedo con la familia, llegué a este lugar porque hay gente que no me dice nada y hasta me echa aguas si viene la tira o algo”.

Jonatan es un consumidor de crack y al igual que José, conoció las drogas en casa y cuando llegó a la calle se le hizo costumbre.

Las monedas las consigue trabajando en el semáforo o en algún mercado porque la ansiedad le llega fuerte. En el diálogo, Jonatan fuma una piedra de cocaína y al contacto con el humo los ojos se le avispan y decide partir.

De vuelta con José Antonio, a quien le falta una pierna, dice que para él lo importante es hablar correctamente y no expresarse con malas palabras.

“México es un país poderoso mundialmente, es importante que no nos vean como ignorantes” y suelta una enorme carcajada.

Una de las principales complicaciones con el tema del consumo de drogas y solvente, de la población callejera es el desconocimiento al respecto de la sobredosis, ya que una de las consecuencias es que el cuerpo pierde potasio y crea una patología llamada hipocalemia.

“Lo que hace falta es que sean atendidos desde un sistema de prevención, los protocolos de atención y espacios médicos especializados en toxicología son los mejores para estos casos, porque los inhalantes se han vuelto una droga de moda”, concluyó Enrique Hernández.

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