PROBLEMÓN. Se esperaban resultados notables, pero la verdad es que ni la venta de las concesiones a las empresas Flecha Amarilla y ADO ha logrado la cumplir la promesa de meter orden, mejorar, hacer puntual y limpio el servicio de transporte público. De hecho, últimamente ha sido todo lo contrario y se ve a los choferes sin regulación alguna, más sueltos que nunca: no respetan los carriles especiales que tanta inversión costaron, manejan como si trajeran un “vochito”, siguen cobrando en efectivo y armando sus “fiestas” ambulantes en los flamantes camiones que, aunque chinos, deberían lucir relucientes. Y no.
CAFRES. Tampoco hay policía ni agente de movilidad que se atreva a multarlos, “sellan” avenidas ocupando todos los carriles y, eso sí, desde muy temprano dejan de dar servicio en las rutas más estratégicas. Dejan varados, literal, a cientos o miles de usuarios en el horario clave del regreso a casa, o en fines de semana, y eso calienta más que todo al respetable.
PRISAS. La concentración de concesiones en ADO y Flecha Amarilla, ideada por Alejandro López Franco como una “solución” desde el Instituto Queretano del Transporte, es correspondida con un marcado desdén por las empresas que tan especialmente resultaron beneficiadas y que aquí representa el director de Móvil Qrobús, Juan Pablo Fernández. De paso, con tan mal servicio, siguen calentando un tema que necesariamente buscará una válvula de escape por la vía política y que le reventará en la cara a quienes busquen la gubernatura y las alcaldías metropolitanas bajo la bandera del PAN en el 2021. Luego no digan que no se les dijo.