/ jueves 31 de marzo de 2022

Familia Ramírez García: panaderos por tradición

Han vivido en San Juan del Río desde 1966 y durante 18 años fueron los dueños de la panadería el Sagrado Corazón

La Familia Ramírez García es una familia de tradición panadera en San Juan del Río. Originaria de Ocotlán de Morelos Oaxaca, María del Socorro García Vázquez llegó a la ciudad, el 18 de abril de 1966 porque su ahora esposo, Sergio Ramírez Luis, se la trajo a sus 20 años.

La casa a la que llegaron está ubicada en la calle Guadalupe Victoria #7 en el centro y era casa del hermano de su esposo, quien los recibió. Tiempo después su cuñado se fue a Monterrey y les vendió la casa. Es el lugar donde actualmente residen y donde realizan la preparación de los platillos tradicionales que, a lo largo de los años, los han hecho merecedores de elogios.

María del Socorro y Sergio comenzaron haciendo empanadas, los viernes, sábados y domingos: “de lechecilla, de vainilla y de arroz con leche, cada empanada estaba a un peso. Vendíamos 100 empanaditas en el centro de San Juan”.

Cuando llegaron sus hijos, a todos los enseñó a cocinar, hasta que en 1975 decidieron abrir la panadería Sagrado Corazón, que duró 18 años en la calle de Guerrero. Vendían pan de dulce y repostería, hasta que cerraron en 1992 por el aumento de la renta y la competencia.

El 26 de junio de 1996 abrieron nuevamente, y estuvieron 13 años con el mismo concepto y adicionando algunos productos como los churros, las donas y los tamales. En el 2007 tuvieron nuevamente que cerrar y desde entonces han vendido los productos desde su casa.

Ahora el negocio se llama Delicias del Tío Polo, debido a que Apolo Ramírez, uno de los hijos de María del Socorro, está retomando la tradición. Actualmente venden tamales verdes, de rajas, rojos, de carne, de mole y el más popular, el de dulce, pues la masa lleva piña y se rellena de tejocote, de garambullo o de manzana. También ofrecen churros, pan, atole y tortillas de harina.

El tío Polo realiza la masa del pan, que entre otras cosas lleva avena, salvado, anís, canela, mantequilla, huevo, nueces, pasas y coco, y que tiene un sabor muy especial. Una de las sobrinas de la familia, Felicitas, fue quien ideo el nuevo nombre y ahora elabora las mermeladas naturales que llevan los productos.

Foto: David Valdez | El Sol de San Juan del Río

Hace dos meses durante el concurso nacional de tamales y atoles, se llevaron la mención especial en tamal dulce (de garambullo y zarzamora) y el premio al Mejor Atole (de calabaza y piloncillo).

“Para hacer ese atole, la calabaza se pone a macerar y a cocer entre 4 y 5 días, durante 7 horas. Hay que hacer la masa de manera manual, y agregar hoja de higo, que se acomoda a la calabaza para lograr un sabor peculiar” describe Polo.

María del Socorro tiene ahora 75 años y 6 hijos vivos: Sergio, Wilebaldo, Román, Apolo, Laura y Edgardo. También tiene 16 nietos y 5 bisnietos, quienes han continuado con su legado. Ella piensa continuar hasta que su cuerpo se lo permita: “mi nieta me dice, ¿abuelita que no te cansas? y le digo que no, porque me gusta, me siento contenta, me siento bien y no me canso”.

Para Polo, las menciones recibidas en el concurso, fueron la cereza del pastel: “lo más bonito no es hacerlo, es venderlo para que la gente lo disfrute. No es una coincidencia que hayamos ganado, le echamos muchas ganas y valió la pena todo el esfuerzo que hemos hecho como familia”.

La Familia Ramírez García es una familia de tradición panadera en San Juan del Río. Originaria de Ocotlán de Morelos Oaxaca, María del Socorro García Vázquez llegó a la ciudad, el 18 de abril de 1966 porque su ahora esposo, Sergio Ramírez Luis, se la trajo a sus 20 años.

La casa a la que llegaron está ubicada en la calle Guadalupe Victoria #7 en el centro y era casa del hermano de su esposo, quien los recibió. Tiempo después su cuñado se fue a Monterrey y les vendió la casa. Es el lugar donde actualmente residen y donde realizan la preparación de los platillos tradicionales que, a lo largo de los años, los han hecho merecedores de elogios.

María del Socorro y Sergio comenzaron haciendo empanadas, los viernes, sábados y domingos: “de lechecilla, de vainilla y de arroz con leche, cada empanada estaba a un peso. Vendíamos 100 empanaditas en el centro de San Juan”.

Cuando llegaron sus hijos, a todos los enseñó a cocinar, hasta que en 1975 decidieron abrir la panadería Sagrado Corazón, que duró 18 años en la calle de Guerrero. Vendían pan de dulce y repostería, hasta que cerraron en 1992 por el aumento de la renta y la competencia.

El 26 de junio de 1996 abrieron nuevamente, y estuvieron 13 años con el mismo concepto y adicionando algunos productos como los churros, las donas y los tamales. En el 2007 tuvieron nuevamente que cerrar y desde entonces han vendido los productos desde su casa.

Ahora el negocio se llama Delicias del Tío Polo, debido a que Apolo Ramírez, uno de los hijos de María del Socorro, está retomando la tradición. Actualmente venden tamales verdes, de rajas, rojos, de carne, de mole y el más popular, el de dulce, pues la masa lleva piña y se rellena de tejocote, de garambullo o de manzana. También ofrecen churros, pan, atole y tortillas de harina.

El tío Polo realiza la masa del pan, que entre otras cosas lleva avena, salvado, anís, canela, mantequilla, huevo, nueces, pasas y coco, y que tiene un sabor muy especial. Una de las sobrinas de la familia, Felicitas, fue quien ideo el nuevo nombre y ahora elabora las mermeladas naturales que llevan los productos.

Foto: David Valdez | El Sol de San Juan del Río

Hace dos meses durante el concurso nacional de tamales y atoles, se llevaron la mención especial en tamal dulce (de garambullo y zarzamora) y el premio al Mejor Atole (de calabaza y piloncillo).

“Para hacer ese atole, la calabaza se pone a macerar y a cocer entre 4 y 5 días, durante 7 horas. Hay que hacer la masa de manera manual, y agregar hoja de higo, que se acomoda a la calabaza para lograr un sabor peculiar” describe Polo.

María del Socorro tiene ahora 75 años y 6 hijos vivos: Sergio, Wilebaldo, Román, Apolo, Laura y Edgardo. También tiene 16 nietos y 5 bisnietos, quienes han continuado con su legado. Ella piensa continuar hasta que su cuerpo se lo permita: “mi nieta me dice, ¿abuelita que no te cansas? y le digo que no, porque me gusta, me siento contenta, me siento bien y no me canso”.

Para Polo, las menciones recibidas en el concurso, fueron la cereza del pastel: “lo más bonito no es hacerlo, es venderlo para que la gente lo disfrute. No es una coincidencia que hayamos ganado, le echamos muchas ganas y valió la pena todo el esfuerzo que hemos hecho como familia”.

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