/ sábado 9 de noviembre de 2019

Linda Haro impartió Conferencia ante nutrida concurrencia

El tema fue sobre la muerte en la cosmovisión prehispánica que desarrolló la ponente en el Portal del Diezmo

Las sociedades prehispánicas tenían más claro que la única certeza en la vida es la muerte, y en este contexto fue que Linda Haro expuso el tema, citando, entre otras cosas, “desde que la mujer estaba embarazada, se le daban alocuciones sobre la muerte, porque al albergar la primera chispa de la vida ya se albergaba también a la ineludible muerte”.

Citó que el mundo mesoamericano no veía a la muerte con el mismo temor que el mundo contemporáneo… ellos lo veían como condición inherente para generar vida; explicó que en el México prehispánico el tiempo era cíclico, igualmente había un tiempo regulador para el cosmos y por consiguiente, para la vida contenida en el mismo. “Cada ciclo tiene que comenzar en un momento y a su vez llegar a su fin; y cada que un ciclo terminaba, era el ocaso de este el que daba pie al siguiente”, esos ciclos, dijo, continuaría consecutivamente hasta que un día se agotara completamente su energía: Sin embargo, bajo la cosmovisión mesoamericana, había una posibilidad de alargar estos ciclos y esto era a través de la muerte.

Esto era posible a través de la muerte y el sacrificio de los macehuales que ofrendaban su sangre y su vida para seguir alimentando al cosmos, citó la Lic. Haro, explicando a la vez que según los mitos prehispánicos “el cosmos y el hombre fueron creados por los dioses cuando estos tuvieron que inmolarse a sí mismos para dar vida, a su vez los hombre contraían la obligación moral de hacer también ofrendas a esos dioses benevolentes pero también temibles”, recordando a la audiencia, que la sangre era la ofrenda más preciada, y el corazón, una de las partes más vitales del cuerpo humano, esto tenía la función de ofrendar la energía humana a los dioses para que pudieran alimentarse y mantener viva la energía del cosmos. “Concretamente para alargar esos ciclos de vida; con ello, la muerte del hombre se convierte en vida para el cosmos”.

Linda Haro también explicó cómo los mexicas concebían la forma de morir, esto, dijo, determinaba el destino en el más allá y no tanto el comportamiento en la vida, y citó los diferentes paraísos a donde se iba a trabajar y no a descansar, “los dioses necesitaban asistentes para seguir cumpliendo su misión y resguardar el equilibrio cósmico”.

Entre otros aspectos sobre el tema, expuso la ponente que en Mesoamérica se rendía culto a los dioses de la muerte, a los difuntos y sus reliquias, y a los ancestros. Todos ellos cumplían una función cíclica que ayudaba a preservar la vida en un tiempo igualmente cíclico.

Las sociedades prehispánicas tenían más claro que la única certeza en la vida es la muerte, y en este contexto fue que Linda Haro expuso el tema, citando, entre otras cosas, “desde que la mujer estaba embarazada, se le daban alocuciones sobre la muerte, porque al albergar la primera chispa de la vida ya se albergaba también a la ineludible muerte”.

Citó que el mundo mesoamericano no veía a la muerte con el mismo temor que el mundo contemporáneo… ellos lo veían como condición inherente para generar vida; explicó que en el México prehispánico el tiempo era cíclico, igualmente había un tiempo regulador para el cosmos y por consiguiente, para la vida contenida en el mismo. “Cada ciclo tiene que comenzar en un momento y a su vez llegar a su fin; y cada que un ciclo terminaba, era el ocaso de este el que daba pie al siguiente”, esos ciclos, dijo, continuaría consecutivamente hasta que un día se agotara completamente su energía: Sin embargo, bajo la cosmovisión mesoamericana, había una posibilidad de alargar estos ciclos y esto era a través de la muerte.

Esto era posible a través de la muerte y el sacrificio de los macehuales que ofrendaban su sangre y su vida para seguir alimentando al cosmos, citó la Lic. Haro, explicando a la vez que según los mitos prehispánicos “el cosmos y el hombre fueron creados por los dioses cuando estos tuvieron que inmolarse a sí mismos para dar vida, a su vez los hombre contraían la obligación moral de hacer también ofrendas a esos dioses benevolentes pero también temibles”, recordando a la audiencia, que la sangre era la ofrenda más preciada, y el corazón, una de las partes más vitales del cuerpo humano, esto tenía la función de ofrendar la energía humana a los dioses para que pudieran alimentarse y mantener viva la energía del cosmos. “Concretamente para alargar esos ciclos de vida; con ello, la muerte del hombre se convierte en vida para el cosmos”.

Linda Haro también explicó cómo los mexicas concebían la forma de morir, esto, dijo, determinaba el destino en el más allá y no tanto el comportamiento en la vida, y citó los diferentes paraísos a donde se iba a trabajar y no a descansar, “los dioses necesitaban asistentes para seguir cumpliendo su misión y resguardar el equilibrio cósmico”.

Entre otros aspectos sobre el tema, expuso la ponente que en Mesoamérica se rendía culto a los dioses de la muerte, a los difuntos y sus reliquias, y a los ancestros. Todos ellos cumplían una función cíclica que ayudaba a preservar la vida en un tiempo igualmente cíclico.

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