/ jueves 9 de marzo de 2023

¿Inteligencia artificial para hacer teatro?

Tinta para un Atabal


Hace unos días, curioseando en redes sociales, nos encontramos con una publicación que nos pareció interesante: se trataba de un video corto en donde un joven aseveraba que la inteligencia artificial había llegado para quedarse y que iba a revolucionar drásticamente muchas de las áreas de actividad del ser humano; el individuo enfatizaba su dicho en el contexto académico y para demostrarlo decidió hacer un pequeño experimento: escribió por medio de la inteligencia artificial un trabajo escolar y se lo mostró a sus profesores; el individuo aseguraba ser estudiante universitario pero no dio datos de mayor precisión, es decir, nivel de estudios, carrera o nombre de la universidad a la que decía pertenecer, guardando con ello, en la mayor secrecía, información imprescindible que de alguna manera legitimaría su dicho y el experimento mismo.

Luego de la revisión por parte del personal académico de la supuesta institución educativa, la evaluación del trabajo escolar resultó óptima; según el individuo, los profesores habían quedado sorprendidos de la calidad y el nivel del texto y más aún cuando fueron informados que este provenía de una página de inteligencia artificial de libre y gratuito acceso en internet.

Es importante reafirmar que en el video solo se mostraban algunas fugaces imágenes del individuo en lo que parecía un plantel académico, hablando con supuestos profesores a quienes les estaba entregando algunas hojas.

La publicación concluía, eso sí, dando información del sitio web donde se había elaborado el mentado trabajo académico.

Debo confesar que nuestra primera reacción fue de cierto sobresalto, sobre todo porque el principal modus vivendi de quien escribe estas páginas es el de docente de una institución educativa perfilada en las artes escénicas y nos preocupaba que esta posibilidad de “ayuda” fuera tomada en cuenta por una generación que no se caracteriza precisamente por su amor a la lectura y escritura académica.

El asunto se presta a un largo debate: el desarrollo de facultades intelectuales en las generaciones actuales estaría en riesgo con este tipo de recursos. En mi labor como docente es habitual encontrar que los alumnos quieran “hacer trampa” copiando información de internet a diestra y siniestra, pero esta situación raya en lo absurdo porque el alumno no estaría copiando expresamente sino poniendo a la inteligencia artificial a trabajar en su lugar y dejando a su propia inteligencia natural completamente mermada, inoperante o subdesarrollada.

Ahora bien, la reflexión nos llevó a pensar en las posibilidades de desarrollo en otros campos como el de las artes escénicas. Es ya una noticia vieja que existen “actores virtuales” que hasta este momento han hecho su deslumbrante debut de forma esporádica y en el contexto experimental. Son ya célebres las participaciones de estos “intérpretes” en casos excepcionales, como cuando un actor fallece sin haber terminado de filmar una película. Pero en teatro apenas si su holográfica presencia se ha dejado ver.

¿Qué pasa en otros campos del teatro como la dirección de escena? ¿la inteligencia artificial será capaz de sustituir la figura del director al poder producir un libreto de dirección que pueda generar a su vez una puesta en escena? Hasta el momento no se tiene noticia alguna de que se haya dado... al menos por el momento.

¿Y qué pasa en la dramaturgia? Se sabe, a nivel de leyenda urbana, de la existencia de las primeras expresiones literarias en el contexto de la novela debidas a la pluma de esta inteligencia artificial, pero al parecer son rarezas que en el mundo de la literatura solo serán eso, libros escritos con inteligencia artificial; es decir, libros sin un autor humano que los haya escrito basándose en su capacidad y en su ingenio. Para algún tipo de libro quizá no nos importe quién o qué lo haya escrito, pero en la mayoría de las ocasiones queremos saber no sólo quién es el autor, sino que leemos un libro porque lo ha escrito tal o cual autor. Esto es lo que ocurre por el momento pero... tal vez en el futuro las cosas podrían cambiar.

Enfocándonos en la dramaturgia o el guionismo todavía no se han manifestado esta clase de fenómenos, pero esto no es razón para confiarnos del todo.

Para poder tener un atisbo de esta práctica, visitamos una de las páginas de inteligencia artificial en la red ChatGPT y, aunque buscábamos producir un texto dramático, nos resulto enormemente complicado en parte por la dificultad técnica en el manejo de este sitio web (en inglés prácticamente toda la plataforma) y, por otro lado, porque al parecer para tener acceso a las habilidades creativas de la página se tiene que pagar, por lo que tuvimos que conformarnos con simplemente consultarle al respecto, de manera que así se desarrolló el diálogo entre quien esto escribe y una web de inteligencia artificial:

Pregunta: “ChatGPT, ¿se puede escribir un drama con inteligencia artificial?”

Respuesta: “Sí, es posible escribir un drama con inteligencia artificial, pero es importante entender que la IA actualmente solo puede generar texto a partir de datos y patrones preexistentes, no tiene la creatividad y el pensamiento crítico necesarios para crear tramas y personajes complejos de forma independiente”.

La respuesta es enormemente interesante porque deja ver que mientras un texto se base en material proveniente de información exacta y precisa, la inteligencia artificial suele funcionar correctamente, pero cuando se trata de asuntos creativos, no sujetos a fórmulas o plantillas, “a partir de datos y patrones preexistentes” como el mismo ChatGPT nos explica, la inteligencia artificial, al menos por el momento, no funciona tan eficazmente.

A la luz de esta información, resultara enormemente difícil lograr que la inteligencia artificial pudiera generar cualquier producto de carácter creativo y esto por no decir llegar a las alturas de una obra de Shakespeare, un montaje de Peter Brook, una poesía de Pablo Neruda, una danza de Nijinsky... Para fortuna de quienes nos dedicamos a actividades donde la creatividad es el asunto medular, nos parece muy lejos aún el tiempo en que la inteligencia artificial represente una auténtica amenaza que pudiera sustituirnos.

Para finalizar, aunque lo intentamos, la inteligencia artificial del sitio ChatGPT fue incapaz de generar el presente artículo, las versiones que nos ofreció tenían el carisma de una monografía barata, hecha a retazos recortados de múltiples y anónimos textos... podemos estar tranquilos.


Hace unos días, curioseando en redes sociales, nos encontramos con una publicación que nos pareció interesante: se trataba de un video corto en donde un joven aseveraba que la inteligencia artificial había llegado para quedarse y que iba a revolucionar drásticamente muchas de las áreas de actividad del ser humano; el individuo enfatizaba su dicho en el contexto académico y para demostrarlo decidió hacer un pequeño experimento: escribió por medio de la inteligencia artificial un trabajo escolar y se lo mostró a sus profesores; el individuo aseguraba ser estudiante universitario pero no dio datos de mayor precisión, es decir, nivel de estudios, carrera o nombre de la universidad a la que decía pertenecer, guardando con ello, en la mayor secrecía, información imprescindible que de alguna manera legitimaría su dicho y el experimento mismo.

Luego de la revisión por parte del personal académico de la supuesta institución educativa, la evaluación del trabajo escolar resultó óptima; según el individuo, los profesores habían quedado sorprendidos de la calidad y el nivel del texto y más aún cuando fueron informados que este provenía de una página de inteligencia artificial de libre y gratuito acceso en internet.

Es importante reafirmar que en el video solo se mostraban algunas fugaces imágenes del individuo en lo que parecía un plantel académico, hablando con supuestos profesores a quienes les estaba entregando algunas hojas.

La publicación concluía, eso sí, dando información del sitio web donde se había elaborado el mentado trabajo académico.

Debo confesar que nuestra primera reacción fue de cierto sobresalto, sobre todo porque el principal modus vivendi de quien escribe estas páginas es el de docente de una institución educativa perfilada en las artes escénicas y nos preocupaba que esta posibilidad de “ayuda” fuera tomada en cuenta por una generación que no se caracteriza precisamente por su amor a la lectura y escritura académica.

El asunto se presta a un largo debate: el desarrollo de facultades intelectuales en las generaciones actuales estaría en riesgo con este tipo de recursos. En mi labor como docente es habitual encontrar que los alumnos quieran “hacer trampa” copiando información de internet a diestra y siniestra, pero esta situación raya en lo absurdo porque el alumno no estaría copiando expresamente sino poniendo a la inteligencia artificial a trabajar en su lugar y dejando a su propia inteligencia natural completamente mermada, inoperante o subdesarrollada.

Ahora bien, la reflexión nos llevó a pensar en las posibilidades de desarrollo en otros campos como el de las artes escénicas. Es ya una noticia vieja que existen “actores virtuales” que hasta este momento han hecho su deslumbrante debut de forma esporádica y en el contexto experimental. Son ya célebres las participaciones de estos “intérpretes” en casos excepcionales, como cuando un actor fallece sin haber terminado de filmar una película. Pero en teatro apenas si su holográfica presencia se ha dejado ver.

¿Qué pasa en otros campos del teatro como la dirección de escena? ¿la inteligencia artificial será capaz de sustituir la figura del director al poder producir un libreto de dirección que pueda generar a su vez una puesta en escena? Hasta el momento no se tiene noticia alguna de que se haya dado... al menos por el momento.

¿Y qué pasa en la dramaturgia? Se sabe, a nivel de leyenda urbana, de la existencia de las primeras expresiones literarias en el contexto de la novela debidas a la pluma de esta inteligencia artificial, pero al parecer son rarezas que en el mundo de la literatura solo serán eso, libros escritos con inteligencia artificial; es decir, libros sin un autor humano que los haya escrito basándose en su capacidad y en su ingenio. Para algún tipo de libro quizá no nos importe quién o qué lo haya escrito, pero en la mayoría de las ocasiones queremos saber no sólo quién es el autor, sino que leemos un libro porque lo ha escrito tal o cual autor. Esto es lo que ocurre por el momento pero... tal vez en el futuro las cosas podrían cambiar.

Enfocándonos en la dramaturgia o el guionismo todavía no se han manifestado esta clase de fenómenos, pero esto no es razón para confiarnos del todo.

Para poder tener un atisbo de esta práctica, visitamos una de las páginas de inteligencia artificial en la red ChatGPT y, aunque buscábamos producir un texto dramático, nos resulto enormemente complicado en parte por la dificultad técnica en el manejo de este sitio web (en inglés prácticamente toda la plataforma) y, por otro lado, porque al parecer para tener acceso a las habilidades creativas de la página se tiene que pagar, por lo que tuvimos que conformarnos con simplemente consultarle al respecto, de manera que así se desarrolló el diálogo entre quien esto escribe y una web de inteligencia artificial:

Pregunta: “ChatGPT, ¿se puede escribir un drama con inteligencia artificial?”

Respuesta: “Sí, es posible escribir un drama con inteligencia artificial, pero es importante entender que la IA actualmente solo puede generar texto a partir de datos y patrones preexistentes, no tiene la creatividad y el pensamiento crítico necesarios para crear tramas y personajes complejos de forma independiente”.

La respuesta es enormemente interesante porque deja ver que mientras un texto se base en material proveniente de información exacta y precisa, la inteligencia artificial suele funcionar correctamente, pero cuando se trata de asuntos creativos, no sujetos a fórmulas o plantillas, “a partir de datos y patrones preexistentes” como el mismo ChatGPT nos explica, la inteligencia artificial, al menos por el momento, no funciona tan eficazmente.

A la luz de esta información, resultara enormemente difícil lograr que la inteligencia artificial pudiera generar cualquier producto de carácter creativo y esto por no decir llegar a las alturas de una obra de Shakespeare, un montaje de Peter Brook, una poesía de Pablo Neruda, una danza de Nijinsky... Para fortuna de quienes nos dedicamos a actividades donde la creatividad es el asunto medular, nos parece muy lejos aún el tiempo en que la inteligencia artificial represente una auténtica amenaza que pudiera sustituirnos.

Para finalizar, aunque lo intentamos, la inteligencia artificial del sitio ChatGPT fue incapaz de generar el presente artículo, las versiones que nos ofreció tenían el carisma de una monografía barata, hecha a retazos recortados de múltiples y anónimos textos... podemos estar tranquilos.

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