La noche del 9 de febrero se tiñó de turquesa al recibir al cantautor español Alejandro Sanz en la primera de cinco fechas programadas tan sólo en la Ciudad de México.
Ese muchacho que en algún momento de los 80 soñaba con ser zapatero, y cuyo primer álbum firmó con el nombre artístico de Alejandro Magno, hizo estallar la taquilla del Auditorio Nacional, pues los boletos para todos sus conciertos marcaron sold out en pocas horas. Con el Auditorio lleno, un traje turquesa, visuales marinos y el cabello teñido de rubio platinado, Alejandro Sanz hizo su entrada tras dos enormes puertas luminosas. Porque Sanz a lo largo de los años ha abierto constantemente portales entre su música y sus fans. Tan sólo durante la pandemia fue uno de los artistas más dinámicos, pues invitaba a sus seguidores a cantar junto a él y mostrar la diversidad de talentos haciendo pequeños lives en Instagram.
Sus fans, siempre agradecidos (y agradecidas, en su mayoría) por la serenata, se organizaron para darle la bienvenida a México creando una bandera verde blanco y rojo con la luz de sus celulares, pero eso era sólo el comienzo.
Tras una breve introducción musical Sanz inició la velada con No es lo mismo, un punch musical que mantuvo los ánimos en el cielo.
Continuó con Deja que te bese y de inmediato comenzaron los popurrís, ya que al ser un artista con tanto repertorio musical, la cantidad de canciones añoradas por el público se superpuso una tras otra formando una serenata carnavalesca. Looking for Paradise, la canción que canta junto a Alicia Keys fue interpretada junto a una de sus coristas y en las pantallas se proyectaron selvas y montañas inmensas que convirtieron el momento en una pequeña ventana hacia el paraíso.
Desde tiempos antiguos los cantautores han sido parte importante de la historia, comenzando con los poetas líricos de la antigua Grecia, los romanceros de la edad media, hasta Juan Gabriel en Bellas Artes o Bob Dylan ganando el Nobel de literatura, y su existencia ha sido importante ya que nos muestran en sus composiciones sentimientos, ideologías, posturas y poesías que ilustran el corazón de pueblos y ciudades enteras. Es por esto que Sanz, además de consolar desamores y encender pasiones con sus letras, logra darle luz a momentos tan humanos como la fantasía de desaparecer por un momento o luchar contra las injusticias del mundo, una de estas canciones es Cuando nadie me ve, tema en el que invitó al escenario a la saxofonista y activista mixteca María Elena Ríos, sobreviviente de feminicidio tras sufrir un ataque con ácido el 9 de septiembre de 2019. María Elena, tras la delicadeza de su cubrebocas hizo que el saxofón acompañara coros como “Cuando nadie me ve puedo ser o no ser” y “¿por qué es tan difícil vivir sólo es eso, vivir, sólo es eso, ¿por qué es tan difícil?”. Al final de la emotiva interpretación, ambos se despidieron con un largo abrazo.
Entre visuales lluviosos y tintes envinados, Sanz sorprendió también al cantar Contigo como tributo a Joaquín Sabina prácticamente a capela.
➡️ Suscríbete a nuestro Newsletter y recibe las notas más relevantes en tu correo
Para el resto del concierto, su banda (en su mayoría compuesta por mujeres), volvió. La guitarra, ahora decorada con chaquiras por artesanos huicholes, lo acompañó a terminar el recital, dando paso a canciones como Mi marciana, Mares de miel, La fuerza del corazón, Amiga mía, Corazón partío, entre otras. Sanz se despidió bajo una lluvia de confeti multicolor, tomando la mano a sus fans y recibiendo cartas cantó un popurrí final entre Y si fuera ella y El último momento.
Su gira continuará por México en estados como Monterrey, Torreón, Guadalajara, Puebla, Mérida, Querétaro y cerrará de nuevo con dos fechas en la Ciudad de México para después continuar en Madrid, Perú, Colombia, Ecuador, Uruguay, Chile y Argentina.