Don Bernardino Pichardo Zarazúa trabajó desde 1985 como afilador de cuchillos, oficio con la que sacó adelante a 11 hijos, 6 hombres y 5 mujeres, de los cuales los primeros radican en los Estados Unidos.

Es un ejemplo de vida. Durante más de tres décadas, se dedicó con pasión y perseverancia al oficio de afilador de cuchillos. Este trabajo no solo le brindó el sustento necesario para mantener a su numerosa familia, sino que también les enseñó el valor del esfuerzo y la dedicación.

Aunque no fue un trabajo fácil, Pichardo Zarazúa nunca se rindió. A través de los años, perfeccionó sus habilidades y desarrolló técnicas únicas que le permitieron ofrecer un servicio de calidad a sus clientes. Su reputación como afilador de cuchillos se extendió rápidamente, lo que le permitió obtener una clientela fiel.

Con el dinero que ganó a lo largo de los años, Bernardino pudo darles una educación a sus hijos y brindarles oportunidades que de otra manera no hubieran tenido. Sus seis hijos hombres se aventuraron en busca de mejores oportunidades en los Estados Unidos, donde encontraron éxito en diferentes áreas. Gracias al sacrificio y apoyo constante de su padre, pudieron establecerse y construir una vida próspera.

Pero no solo sus hijos hombres tuvieron éxito, sus cinco hijas mujeres también se destacaron en sus respectivas carreras. Siempre apoyó y alentó a sus hijas a seguir sus sueños, inculcándoles la importancia de la educación y la independencia.

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La vida de don Bernardino, originario de El Doctor Mora, Guanajuato, está llena de historias, recordando que inició como vendedor de globos en el jardín Independencia y posteriormente a partir de 1985 como afilador de cuchillos, es un testimonio de cómo la perseverancia y el amor por lo que se hace pueden superar cualquier obstáculo. A través de sus trabajos, sacó adelante a su familia y les brindó las herramientas necesarias para prosperar.

Don Bernardino personifica la paciencia, la dedicación y la amabilidad, y su impacto en la vida de sus hijos y en la comunidad que lo rodea es verdaderamente admirable.