Con zapatillas altas, blusas con lentejuelas, escotes, labios color carmín, una bolsa con preservativos y una inmensa fe, sale Rocío a las inmediaciones de la autopista 57, su oficio desde hace ocho años es el sexoservicio, pero debido a la contingencia por el Covid-19 no había ido a laborar, sin embargo, a partir de esta semana reanudó sus actividades, y tuvieron un incremento en sus servicios.
Relató que desde el kilómetro 172 en San Gil hasta el 179, en Pedro Escobedo, de esta carretera que es de las circuladas del Bajío, es donde se colocan alrededor de 10 mujeres de entre 28 a 45 años, quienes por lo regular ofrecen sus servicios a los traileros, y son justo ellos quienes aprovecharon el desconfinamiento de algunas empresas para visitarlas.
Dijo que como no hay moteles de paso abiertos, su creatividad las llevó a hacer las “suites”, denominadas así por ellas, que están hechas de cuatro troncos que amarrados por las esquinas con bolsas de plástico negras y una lona, son el “nidito” para atender a los clientes.
“Somos trabajadoras sexuales, nos exponemos a muchas cosas, tenemos necesidades como todos, yo por ejemplo necesito mantener a mis tres hijos y mis papás, que son diabéticos, nací en la Sierra, pero ya llevo años viviendo en San Juan del Río. Si nos preocupa la enfermedad esa (Covid-19) pero en casa no hay dinero”.
Rocío apenas y sabe leer, sumar y restar, lo único que sabe es que debe cargar en su bolsa preservativos y gel antibacterial, y asegura que el cubrebocas prefiere no usarlo para que la gente no crea que está enferma.
Las cuotas que ellas mismas establecen varían según lo que los clientes les pidan, y que esta época de contingencia solo acatan estas medidas para mitigar la enfermedad.
ACOSO
Cada una de estas mujeres tiene una historia diferente por contar, pero todas coinciden en que han sido víctimas de acoso de cuerpos de emergencia de distintos órdenes, por lo que piden que respeten su trabajo, ya que en su mayoría no tienen de otra.