Finalmente, concluyó la contienda electoral y la propaganda propia de las campañas puede traducirse en un daño grave al medio ambiente o por el contrario al reciclarse puede generar importantes ganancias tanto para los partidos políticos como para municipios y órganos electorales.
Son muchos los efectos nocivos que este ejercicio democrático tiene para la naturaleza desde la contaminación auditiva con anuncios en perifoneo, pero particularmente la propaganda impresa en folletos, revistas calcomanías, anuncios espectaculares y lonas que luego de haber concluido los comicios, este tipo de anuncios continúan desgastándose y al paso de los días se rompen y caen contaminando sus materiales suelo y subsuelo.
Una vez concluido el proceso electoral, esta propaganda genera una considerable cantidad de residuos sólidos a los que, no siempre se les da un manejo adecuado y generan serias afectaciones al medio ambiente.
Se estima que en promedio en cada proceso electoral en México se generan más de 50 mil toneladas de basura electoral entre lonas, folletos, trípticos, calcomanías, microperforados, banderines, volantes, revistas, periódicos, cuerdas, madera, alambre etcétera.
Para tratar de contrarrestar los daños ambientales que genera la propaganda electoral, la legislación vigente contempla obligaciones que deben ser acatadas por partidos políticos y candidatos. Desafortunadamente, sucede que muchas veces quienes realizan las campañas políticas desconocen estas reglas. Por ello la importancia que cada uno de nosotros como ciudadanos y de nuestra responsabilidad para informarnos, denunciemos y exijamos que se cumpla con la ley.
Una vez concluido el proceso electoral, es necesario que la sociedad vigile y denuncie ante las autoridades competentes las violaciones a las reglas vigentes en la materia. Recordemos que la basura electoral puede generar impactos ambientales que afectan directamente a nuestra salud, pero también tiene un enorme potencial económico si se maneja adecuadamente y se recicla.
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Heidy Wagner Laclette