Es común escuchar sobre los efectos del cambio climático, ante ello es importante saber que existen plantas bioindicadoras, herramienta útil para obtener información cualitativa y detectar los cambios que ocurren en un ecosistema y por consiguiente el impacto que éste pueda generar en la naturaleza.
Por ejemplo, algunos organismos son muy sensibles a la contaminación y lo expresan mediante un cambio morfológico, fisiológico o de comportamiento. Precisamente, las plantas son un tipo de bioindicador efectivo en la naturaleza, debido a su sensibilidad para percibir los efectos sinérgicos y antagónicos de varios contaminantes presentes en el ecosistema.
Debido a que resulta poco práctico llevar a cabo monitoreos para vigilar todos los componentes biológicos y físicos de cualquier ecosistema, existe la opción de aprovechar la sensibilidad de algunas especies tal es el caso del Diente de León (Taraxaccum officinale) que indica suelos ricos en fósforo y moliobdeno; Cadillo (Cenchrus echinatius) indica suelos compactos; Ortiga (Urtica diotica) indica suelos fértiles, ricos de nitrógeno y humedos; Trebol blanco (Trofolium repens) indicadora de suelos fértiles; Llatén (Plantago Major) indicadora de suelos compactos; y Amapola Silvestre (Papaver rhoas) indica exceso de calcio, entre muchas otras.
Es decir, las plantas bioindicadoras sirven para mantener poblaciones viables de especies nativas, protegen muestras representativas de todos los ecosistemas nativos en su área de distribución natural de variación, mantienen los procesos evolutivos y ecológicos, establecen las condiciones adecuadas para que las especies puedan responder de manera eficaz a los cambios ambientales y encuentran el lado óptimo de explotación de recursos de un ecosistema.
Ahora bien, es importante decir que las especies indicadoras no son exclusivas de la flora, también puede ser cualquier organismo ya sea bacteria, planta o animal que refleje el estado del medio que le rodea.
- Facebook: Heidy Wagner Laclette
