/ lunes 21 de diciembre de 2020

El campo de los sueños | Dimaggio

En los campos de entrenamiento para la temporada 1999, los Yanquis de Nueva York lucían como favoritos y más aún, el núcleo de jugadores encabezados por Derek Jeter, Roger Clemente, Bernie Williams y Mariano Rivera, comenzaban a perfilarse como una dinastía, similar a aquella en la que el mítico Joe DiMaggio había participado. De ahí que la gerencia general del equipo de la Gran Manzana anunciara que la primera bola de la campaña, el 9 de abril, fuera lanzada por DiMaggio, desafortunadamente, el ex pelotero no pudo llegar a la cita, noventa días antes fallecía víctima de cáncer pulmonar.

Giuseppe Paolo DiMaggio, nacido el 25 de noviembre de 1914, hijo de inmigrantes italianos, hizo su debut en la Gran Carpa, un 3 de mayo de 1936, jugando como jardinero central. A partir de ese momento, se convirtió en el estandarte de los Mulos de Manhattan, a quienes ayudó a alcanzar el título en nueve de las trece temporadas que jugó.

DiMaggio era más que un gran pelotero. Su carisma, elegancia y excelencia en el campo de juego, aunado a su participación con el rango de sargento en la Segunda Guerra Mundial, lo convirtieron en ícono en una sociedad norteamericano ávida de figuras que la ayudaran a olvidar por momentos la tragedia que vivían a cientos de kilómetros de casa.

La temporada de 1941, había iniciado con ciertas dificultades para DiMaggio. Al transcurrir la primera cuarte parte de la campaña, el pelotero bateaba .306, porcentaje bajo para quien había ganado el campeonato el año anterior, con un promedio de .381. Fue entonces que el 15 de mayo en un partido en contra de los Medias Blancas de Chicago, Joe comenzó a encenderse; poco a poco la prensa deportiva puso atención en el hecho de que DiMaggio no dejaba de batear de hit en los partidos en los que participaba y amenazaba una de las más grandes marcas de las Grandes Ligas, la de 41 juegos consecutivos bateando imparable, impuesta en 1922 por George Sisler.

Por la mañana del 29 de junio, DiMaggio con un batazo de dos esquinas empató la marca de Sisler y ese mismo día en el segundo partido de una doble cartelera conectó un sencillo para llegar a 42 partidos consecutivos bateando de hit. El 17 de julio, frente a 67 mil espectadores, el tercera base de los Indios de Cleveland, Ken Keitner, con dos grandes lances, puso fin en 56 la marca de juegos consecutivos bateando imparable de Joe DiMaggio. No obstante la conclusión de la racha, el pelotero yanqui continuó encendido pegando de hit en los próximos 16 encuentros.

El récord impuesto por Joe, es considerado una de las más grandes hazañas en las Grandes Ligas de Béisbol. Ningún pelotero ha estado cerca de igualarlo; el gran Pete Rose, es quien más lo amenazó, cuando en 1978 bateó de hit en 44 partidos de forma consecutiva.

Por si sus logros en el terreno del juego no fueran suficientes, DiMaggio logró más fama cuando en 1954 contrajo matrimonio con la legendaria Marilyn Monroy, de quien a pesar de divorciarse tras más tarde, continuó enamorado. Desde el día del fallecimiento de la actriz en agosto de 1962 hasta 1984 mandó colocar en su tumba una rosa roja tres veces por semana.

Mail: miguelparrodi@hotmail.com

Twitter: @MiguelParrodi

En los campos de entrenamiento para la temporada 1999, los Yanquis de Nueva York lucían como favoritos y más aún, el núcleo de jugadores encabezados por Derek Jeter, Roger Clemente, Bernie Williams y Mariano Rivera, comenzaban a perfilarse como una dinastía, similar a aquella en la que el mítico Joe DiMaggio había participado. De ahí que la gerencia general del equipo de la Gran Manzana anunciara que la primera bola de la campaña, el 9 de abril, fuera lanzada por DiMaggio, desafortunadamente, el ex pelotero no pudo llegar a la cita, noventa días antes fallecía víctima de cáncer pulmonar.

Giuseppe Paolo DiMaggio, nacido el 25 de noviembre de 1914, hijo de inmigrantes italianos, hizo su debut en la Gran Carpa, un 3 de mayo de 1936, jugando como jardinero central. A partir de ese momento, se convirtió en el estandarte de los Mulos de Manhattan, a quienes ayudó a alcanzar el título en nueve de las trece temporadas que jugó.

DiMaggio era más que un gran pelotero. Su carisma, elegancia y excelencia en el campo de juego, aunado a su participación con el rango de sargento en la Segunda Guerra Mundial, lo convirtieron en ícono en una sociedad norteamericano ávida de figuras que la ayudaran a olvidar por momentos la tragedia que vivían a cientos de kilómetros de casa.

La temporada de 1941, había iniciado con ciertas dificultades para DiMaggio. Al transcurrir la primera cuarte parte de la campaña, el pelotero bateaba .306, porcentaje bajo para quien había ganado el campeonato el año anterior, con un promedio de .381. Fue entonces que el 15 de mayo en un partido en contra de los Medias Blancas de Chicago, Joe comenzó a encenderse; poco a poco la prensa deportiva puso atención en el hecho de que DiMaggio no dejaba de batear de hit en los partidos en los que participaba y amenazaba una de las más grandes marcas de las Grandes Ligas, la de 41 juegos consecutivos bateando imparable, impuesta en 1922 por George Sisler.

Por la mañana del 29 de junio, DiMaggio con un batazo de dos esquinas empató la marca de Sisler y ese mismo día en el segundo partido de una doble cartelera conectó un sencillo para llegar a 42 partidos consecutivos bateando de hit. El 17 de julio, frente a 67 mil espectadores, el tercera base de los Indios de Cleveland, Ken Keitner, con dos grandes lances, puso fin en 56 la marca de juegos consecutivos bateando imparable de Joe DiMaggio. No obstante la conclusión de la racha, el pelotero yanqui continuó encendido pegando de hit en los próximos 16 encuentros.

El récord impuesto por Joe, es considerado una de las más grandes hazañas en las Grandes Ligas de Béisbol. Ningún pelotero ha estado cerca de igualarlo; el gran Pete Rose, es quien más lo amenazó, cuando en 1978 bateó de hit en 44 partidos de forma consecutiva.

Por si sus logros en el terreno del juego no fueran suficientes, DiMaggio logró más fama cuando en 1954 contrajo matrimonio con la legendaria Marilyn Monroy, de quien a pesar de divorciarse tras más tarde, continuó enamorado. Desde el día del fallecimiento de la actriz en agosto de 1962 hasta 1984 mandó colocar en su tumba una rosa roja tres veces por semana.

Mail: miguelparrodi@hotmail.com

Twitter: @MiguelParrodi

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