Rubén Pacheco, personaje de la charrería

De oficio talabartero, locutor y juez federado. Su vida gira alrededor del deporte mexicano por excelencia

Laura Olguín | El Sol de San Juan del Río

  · martes 8 de septiembre de 2020

Foto: Luis Luévanos | El Sol de San Juan del Río

Nací entre pezuñas de toros y cascos de los caballos, así lo refiere nuestro personaje de hoy, Rubén Pacheco Enríquez quien se desempeña como talabartero siguiendo las enseñanzas de su padre, don Rubén Pacheco, y continuando con el legado de su abuelo don José Pacheco Camacho (t) quien –comenta- fue caporal de la Ganadería de Xajay de don Mundo Guerrero (t), luego en la Ganadería de don Teófilo Gómez, y después volvió a la de Xajay con el Arq. Juan Sordo Madaleno.

Rubén nació en la antigua ganadería de Xajay, “lo primero que vi fue caballos” nos dice, por lo que su vida se ha desarrollado en ese ambiente campirano, y con el paso del tiempo adquirió conocimientos que lo llevaron a dedicarse a la talabartería, trabajo que realiza a la antigua, al estilo rústico como lo hacía su abuelo y su papá, de manera artesanal, a dos manos, puntada tras puntada, “mi trabajo es hacer el ajuar de los caballos y del charro”, ya que él, elabora monturas, cabezadas, pecho pretales, cuartas, chaparreras, cinturones, toquillas de los sombreros, etc.

Foto: Cortesía | Rubén Pacheco

Inmerso en ese mundo de la charrería, y por la necesidad de personas que narraran y calificaran las competencias incursionó en la locución y como juez, especialmente en los afamados “Torneos Charros de la Amistad” que por varios años organizó don Gabriel Valenzuela Gómez (qepd), aquí en San Juan donde el Ing. Apolonio Ibarra en 1997, a él, a Jorge Vega y a Víctor González les extendió la invitación para ser partícipes como locutores en el campeonato Internacional de Saltillo.

Se fue documentando y adentrándose en saber la esencia de cada una de las suertes charras, y posteriormente la Federación Mexicana de Charrería creó el Colegio Nacional de Locutores, al que pertenece, y el cual los obliga a participar en los seminarios y cursos que cada año se imparten con el fin de seguir adquiriendo herramientas que les permitan desarrollar de la mejor manera la locución en las charreadas, siguiendo una metodología narrando lo que va aconteciendo pero también con la responsabilidad de transmitir al público información veraz sobre la tradición charra, Patrimonio Cultural Inmaterial desde hace 10 años.

En este modo diferente de vivir la charrería, Rubén Pacheco también dedica parte de su tiempo a la pintura, entre los que destacan, un óleo de su abuelo don José Pacheco en los toriles de la ganadería de Xajay, después de curar a “bate” el primer novillo indultado en la historia de la Plaza de Toros México, en 1949 “.. noble y de magnifico estilo propiciando una extraordinaria faena del novillero Rafael Larrea”.

Foto: Cortesía | Rubén Pacheco

Otro óleo más es el que dedicó a su hijo José Rubén, charro profesional desde hace 10 años quien ha destacado en diferentes equipos, actualmente forma parte del equipo “Consorcio Marín” de Tabasco, y a quien en cinco congresos nacionales ha tenido la oportunidad de narrar sus participaciones. Sin faltar entre las pinturas que ha realizado, copia de cuadro de don Ernesto Icaza, el máximo pintor costumbrista de la charrería antigua, que es de donde nació su gusto por la pintura.

Actualmente Rubén disfruta de su vida y comparte sus gustos, oficio y aficiones con su esposa Laura Elena Avalos Vázquez, disfruta de la paternidad con sus hijos José Rubén y María Guadalupe, y hace menos de dos meses, de su primer nieto, José Humberto Pacheco Bermejo. Orgulloso de sus raíces, de preservar el legado de su padre y de su abuelo, y de formar parte del mundo de la charrería, tradición mexicana que nos llena de orgullo.

Foto: Cortesía | Rubén Pacheco