Más muerto que vivo

El caso del río Lema es uno de los más famosos de contaminación en México. La descarga de aguas negras a lo largo de sus 777 kilómetros fueron solapados y consentidos durante años por diferentes administraciones que lo llevaron a tener el aspecto que ahora muestra, como el de agua de tamarindo.

Es uno de los ríos más largos al interior de la República. Se origina en los manantiales de Almoloya del Río, en el Estado de México, atraviesa hacia el noroeste del Valle de Toluca, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y desagua en el lago de Chapala en Jalisco.

“Desde que era niño el agua ya estaba así del color que se ve ahorita. Mis papás y mis abuelos también me contaban que ellos nunca lo vieron limpio” nos cuenta Nando, un joven que vive en Las Salvas, una de las últimas comunidades pertenecientes al municipio de Amealco en donde muy cerca de su casa pasa el río Lerma.

Detergentes y metales pesados como el cobre, plomo, fierro y zinc lo han convertido en una zona con altos niveles de contaminación, imposible de sanar, por lo que está “más muerto que vivo” según los estudios hechos por el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ).

Según estos mismo estudios, hay excesos de nitratos y fosfatos que provocan que la vegetación esté contaminada y por ende pone en riesgo al ganado que se alimenta en la zona. Las Salvas y Chitejé de Garabato son comunidades de Amealco colindantes con el estado de Michoacán donde sus habitantes tienen tierras y ganado cerca del río, sin embargo, nunca se animaron a regar con esa agua, pues les daba “cosa” la consistencia, color y olor que muestra.

Ellos recurren al agua de pozo para el riego de su siembra de maíz, en su mayoría aunque la necesidad de alimentar a su ganado los orilla a llevarlos a las orillas del mismo para que puedan comer pues las pacas y alimento comprado les generaría un gasto extra que es imposible de sostener.

Se escucha y ve como el agua corre, nunca para, lleva una velocidad resia. El fuerte ruido de agua golpeteando las piedras de una cascada café y la espuma blanca que surge a la superficie, es la muestra de que por lo menos aun arrastra lo que lleva y no se estanca.

El Lerma expone un paisaje variado donde lo natural, humano y político se integran. El agua se distribuye a través de asignaciones y divisiones federales, estatales y municipales que desde décadas pasadas el tema ambiental pasaba por alto pero ahora ya podemos decir que es un asunto de seguridad nacional. Esta es tan solo una mirada de un estado geográfico por donde pasa el Lerma, (Amealco, Querétaro), y su impacto ambiental en estas comunidades en donde las generaciones que aún viven nunca lo vieron limpio y su derecho al uso de recursos naturales siempre fue nulo.