El panismo está convertido en una aplanadora en Querétaro. No es de hoy, en la época moderna, esa oposición apagada y perseguida, renació en 1997, con el sorpresivo triunfo del ingeniero Ignacio Loyola Vera, sobre el priísta Fernando Ortiz Arana.
Tan escépticos estaban los panistas del triunfo de Ignacio Loyola Vera (un empresario queretano, surgido de Coparmex, que se atrevía a enfrentar aquella aplanadora tricolor, con poco presupuesto y terca ilusión), que muchos lo traicionaron.
Loyola llegaba políticamente muy fuerte y con pocos compromisos a Palacio. Estaba pleno, sentado en esa silla.
Hasta ahí, escurridizos llegaron los panistas.
En aquellos tiempos, el Yunque era el dueño del partido (hoy quedan sólo, 1 o 2), para ponerle en su escritorio una lista de nombres. Los duros le habían hecho el gabinete a Loyola.
Nacho, los regresó por dónde se colaron. Les dijo sus verdades, y gobernó a su modo. Con ese peculiar estilo folclórico.
Aquí empezó este PAN que conocemos. Con sus defectos y virtudes, sólo interrumpido por la soberbia -de todos- que hizo perder a Manuel González Valle. Paco Garrido era gobernador y Ricardo Anaya su delfín. Los dos muy sobrados.
José Calzada Rovirosa hizo una gran campaña: Empanizada, diferente y creativa.
Les dio la vuelta, y también un buen gobierno.
Se hizo tan amigo de Enrique Peña Nieto que hasta lo ilusionó, prometiéndole que sería una “corcholata” presidencial.
Garrido Patrón, malo para estar muchas horas en la oficina y asistir a eventos sociales, entregó buenas cuentas. Hizo obra (Fray Junípero) e impulsó el desarrollo de Querétaro.
El gober boxeador, es el descubridor de aquel jovencito pelón con lentes, apodado “El Cerillo”. Anaya le administró el PAC Urbano; un programa que repartió a ciudadanos Mil MDP a discreción. Ni con eso, le ganaron a Calzada.
Luego vino Pancho Domínguez Servién, ganó en una campaña accidentada, y ya en el gobierno, se cobró los agravios de examigos y enemigos. Duro de carácter, el porcicultor convertido en rockstar político, no olvida. Se rodeó de sus amigos en el gabinete y gobernó con eficiencia.
Domínguez dejó ir en 2019, cuando fue presidente de Conago, una histórica gran oportunidad de ser la figura opositora que necesitaba el país. No lo quiso ser, se plegó a AMLO.
Tampoco pudo ser presidente del CEN del PAN. Los anayistas se lo impidieron; vendían, que como en Conago, sería cómplice del presidente.
Pancho decidió quedarse en el rancho “La Cruz de Mayo” en Huimilpan, y rechazó la invitación de ser embajador de la 4T en Francia.
Continúa…